Un problema de concepto… (Fnac Music Festival -Madrid, 27.12.2011)

… O La noche que Fnac le puso cinco teloneros a Amaral

Hubo un tiempo en el que los festivales, como las bicicletas, eran cosa del verano. Y estaba el Fib y el Espárrago y el Sonorama. Y eran sinónimo de calor y tiendas de campaña y duchas multitudinarias que rozaban la insalubridad. Ahora tenemos eso y mucho más, y este tipo de eventos han ido floreciendo hasta llegar a estar preparándonos para comernos las uvas… Y seguir de festival. Si nos ceñimos al orden de celebración, el último en sumarse ha sido el Fnac Music Festival, debutante en 2011 y encargado de  cerrar el año con dos citas: una en Madrid, en el Palacio de deportes, el día 27 de diciembre y otra, en Barcelona, en el Palau Sant Jordi, el 29.

Un cartel a priori atractivo y, a pesar de que el precio oficial no era barato (36 euros más gastos), múltiples ofertas en la venta de entradas (las primeras salieron en el mes de junio con un precio de 16€; eso sí, sólo para socios de Fnac) parecían un buen punto de partida para que el evento tuviese éxito. Al final, sin embargo, apenas se rozó el medio aforo. Pero quizás la peor parte fuese que muchas personas salieron del madrileño Palacio de Deportes con la sensación de que les habían dado concierto por festival. No porque los distintos grupos no cumpliesen-que la mayoría lo hicieron con creces-, no porque el sonido no acompañase –al revés; fue considerablemente mejor que en la mayoría de festivales ‘al uso’. Lo que falló fue el planteamiento: tanto el reparto de tiempos como la forma que tuvieron los distintos artistas de enfrentarse a sus actuaciones dejaron claro que en la primera edición del Fnac Music Festival se mezclaban dos cosas muy distintas. Para Amaral, era el concierto de presentación de su nuevo largo, Hacia lo salvaje, en la capital y, como tal, llevaban semanas prometiendo a través de twitter y de su web oficial que su actuación duraría más de hora y media y que sonarían todos los cortes del disco. Para el resto, el planteamiento era el propio de un festival, con tiempos oscilando entre 20 y 50 minutos, y con sus repertorios ajustados para no dar tregua al respetable y hacer de la tarde-noche madrileña una bien enérgica. Sensación final, pues, inevitable: se había camuflado un concierto de los maños (con carteles oficiales de la gira anunciando el concierto por múltiples rincones de la ciudad incluidos) dentro de un festival con otras cinco bandas.

Dicho eso, no sería justo quedarnos ahí y desmerecer la labor de los auténticos protagonistas, que sobre el escenario nos brindaron a todos una gran noche en la que la música fue la clara protagonista. Así que vamos al lío: esto es lo que pasó en la primera edición del Fnac Music Festival.

Breves pero intensos: energía y entrega sin tregua directamente desde Getafe y Murcia.

Tan puntuales fueron que el reloj apenas marcaba las 18.30 cuando los getafenses The Noises hacían su aparición sobre el escenario y empezaban a desgranar algunos de los temas de Bellavista, su recién publicado álbum debut. Fue la mejor sorpresa de la noche, porque sonaron francamente bien: enérgicos, directos, enlazando temas sin tregua, haciendo de sus poco más de 20 minutos probablemente los más aprovechados de la noche. Su cantante, Fran Gómez, no paró quieto sobre las tablas. Temas como Giselle o La ciudad es tuya, con la que se despidieron, nos hicieron disfrutar a todos los que llegamos puntuales al pabellón.

Todavía respetando el horario fijado por la organización, los chicos de Second dejaron claro desde el minuto cero que no se iban a guardar nada en la recámara. Empezaron al ritmo de “Muérdeme” y no levantaron el pie del acelerador en la escasa media hora que pasaron sobre las tablas. Sonaron “Rincón exquisito” y “N.A.D.A”, primer single de su último disco hasta la fecha, Demasiado soñadores, y tras ellas, una tríada final que arrancó con “Autodestructivos” y enlazó dos trallazos como “Psicopático” y “Rodamos” para dejar claro, a quien aún tuviese dudas, que los murcianos derrochan buen hacer sobe el escenario. Tienen tablas, tienen energía y, tras 10 años de andadura, ganas les siguen sobrando.

Sólo iban dos de seis, pero ya nos habían quedado muy claras dos cosas: que los grupos llegaban al FMF con muchas ganas y que el sonido estaba siendo casi casi impecable. Y, afortunadamente, así se mantuvo casi toda la noche.

Entre la calma de Rosenvinge y las sensaciones cruzadas de Love of Lesbian, la arrolladora personalidad de Ferreiro.

Christina Rosenvinge lleva más de tres décadas haciendo música y recorriendo escenario tras escenario. La suya es la carrera más dilata de todos los participantes en el FMF y, sin embargo, fue la única nota discordante. Y no es que eligiese un mal repertorio, pero ni su propuesta ni su actitud encajaban en una noche en la que el resto de sus compañeros lo dieron todo sobre el escenario para que los de abajo disfrutásemos; ella sólo consiguió quitar ritmo a una tarde que había empezado con muy buenas maneras. Fue, además, la única que, habiendo empezado prácticamente en hora, se saltó los tiempos comunicados por la organización y seguía tocando cuando el reloj ya marcaba la hora a la que estaba previsto que Iván Ferreiro ocupase su lugar en el escenario.

Apareció en escena poco antes de las 8 de la tarde, sujetando su guitarra en una mano mientras con la otra saludaba. Con “Jorge y yo” empezó una actuación con cabida casi exclusivamente para sus dos últimos discos, Tu labio superior y La joven Dolores.”La distancia adecuada” dejó paso a una de las pocas concesiones que Rosenvinge suele hacer a su pasado más lejano y con “Alguien que cuide de mí” nos hizo volver a los noventa y acordarnos de Los Subterráneos. No sería la única vez. Antes del segundo guiño llegaron “Canción del Eco”, de largo de las mejores de su último disco, «Negro cinturón» y «Anoche (El puñal y la memoria)». Aunque el sonido seguía siendo bastante bueno, resultaba difícil ignorar los problemas de afinación de la madrileña, que consiguieron robarle protagonismo a unas canciones que, además, no están pensadas para recintos como el Palacio de Deportes. “Tú por mí” volvió a trasladar a otra época al sector menos joven del público, antes de que “Eclipse” y “Mi vida bajo el agua” diesen por cerrada una actuación rara, fría, que sirvió de transición y poco más.

Cuando le llegó el turno a Iván Ferreiro, el retraso acumulado rondaba la media hora. Aunque eso dio igual. El gallego fue, con permiso de Amaral, el claro triunfador de la noche. Ayudó, probablemente, que pillase al público en su mejor momento, entonado, predispuesto y con muchas ganas de derrochar energía después del respiro que había supuesto la actuación de Rosenvinge. Pero es que, además, estuvo pletórico, con un repertorio muy bien elegido y acompañado por una banda con dos pesos pesados como son Ricky Falkner (bajo) y Pablo Novoa (teclado), además de su hermano Amaro (guitarra), Gael Pintos (batería) y el hiperactivo Emilio Sáez, que no deja de crecer como guitarrista. En otros festivales, el gallego había optado por olvidar su pasado pirata y centrarse en su carrera en solitario. En Madrid no.

Tras la sintonía de la Metro Goldwyn Meyer, con todos en posición, los acordes de “Mi furia paranoica” abrieron tres cuartos de hora de intensa actuación, algo que confirmaba una de las más reciente composiciones de Ferreiro, “Mi Munchausen”. Ya con el tercer tema, “Extrema pobreza”, puso al respetable a cantar, pero sólo era el principio. El amago de karaoke siguió con el “El viaje de Chihiro”, otro de los temas de su gran debut en solitario, Canciones para el tiempo y la distancia. Como pequeño respiro sirvió el guiño menos coreado a Piratas, «Santadrenalina», perfecto para coger fuerzas antes de uno de los mejores momentos de la noche. El vigués entonó aquello de “Prometo no mandar más cartas y no pasar por aquí…” y el público se volvió loco coreando “Promesas que no valen nada”. A punto estuvo después de presentar antes de tiempo la primera colaboración de la noche. Reculó (“Me he colado”) y se puso al teclado para acordarse, de nuevo, de Los Piratas y de Relax, su último disco de estudio, con «Tío Vivo». Y en cuanto terminó, ya sí, llegó el momento de presentar a Santi Balmes y juntos cantaron “El equilibrio es imposible”. Delirio colectivo. Y, además, ya no hubo más tregua.

«NYC» sonó intensa antes del tramo final, para el que el vigués tenía previsto un gran cierre. Con «Años 80» el público se dejó la garganta y, sin respiro, atacaron “Turnedo”, aunque por un momento consiguieron engañarnos con unos coros que recordaban a las “Colillas en el suelo” de su paisano Xoel López. Y cuando parecía que no podía quedar nada más, justo entonces, cantó aquello de “Como una ventana que al cerrar, no ilumina el punto que ha dejado entre tinieblas…” y así, con “Mi coco”, nos dejó a todos con una sonrisa.

Tras Ferreiro le tocaba el turno a Balmes y cía, y fue la de Love of  Lesbian la actuación más rara de la noche. Salieron a darlo todo y con “Club de fans de John Boy” pusieron al personal a bailar. Pero no sonaban bien: Santi Balmes parecía gritar en vez de cantar y el sonido no era nítido. Con “Algunas plantas” se bajó a cantar con el público y con “Las malas lenguas” la cosa pareció mejorar un poco, aunque no demasiado. Dejaron claro, eso sí, que tienen grandes canciones, como “Las noches reversibles”. Tras “Los colores de una sombra” le devolvieron la invitación a Ferreiro y Balmes y él cantaron, mano a mano, “1999”, un tema que el de Vigo suele versionar a menudo.

No había tiempo para más; sin apenas darnos cuenta, habían llegado a su final con el tema que mejor sonó de largo, un “Allí donde solíamos gritar” que empezó pausado, acústico, y fue creciendo para dar un buen cierre a una actuación irregular.

Al final fueron 7 canciones que dejaron con la sensación de haber visto algo incompleto – quién sabe si porque estaba previsto así o porque a ellos les tocó compensar parte del retraso acumulado-. Los catalanes han sido una de las bandas omnipresentes en las salas y festivales nacionales a lo largo de los últimos dos años, de los imprescindibles para muchos, pero en noches como la del 27, cuesta un poco ver por qué. Sí, son divertidos, pero su directo dista mucho aún del de bandas como Lori Meyers, Vetusta Morla o los que estaban a punto de ocupar su sitio en el escenario.

Y con Amaral llegó el cambio de tercio.

Porque los maños no plantearon su participación en el FMF desde la perspectiva festivalera, resulta difícil valorar su directo en los mismos términos que el del resto. No eligieron un repertorio de esos que tienen cantando al respetable desde el minuto cero; no se acordaron –para alegría de unos y decepción de otros- de “Moriría por vos”, “Cómo hablar” o “Días de verano”; no les preocupó basar su actuación en temas aún bastante desconocidos para el gran público y prescindir de muchos de sus rallados hits.

Cuando salieron a escena pasaban ya algunos minutos de las 11 y el retraso sobre el horario inicial rondaba los tres cuartos de hora. Sonaba, como es habitual desde hace años, el “All tomorrow’s parties” de la Velvet Underground, preludio en esta ocasión de un inicio nada obvio: “En sólo un segundo”, una de las mejores canciones de la discografía de los maños. Tubos, theremín y derroche vocal para ir entrando en calor. Casi nada. A pesar de que en la pista y en las gradas se notaba el cansancio acumulado; a pesar de que, por primera vez desde que arrancaron la gira, se encontraban con un aforo sólo a medio llenar, los cinco músicos salieron enchufados, con ganas de directo y de desquitarse por las recientes cancelaciones forzadas por una pequeña lesión del batería, Toni Toledo. Así que, sin dar tregua y tras saludar al respetable y prometer que sonarían todos los temas del nuevo disco, empezaron a desgranar Hacia lo salvaje por la canción que le da título. Tras ella, el más directo y enérgico de los doce nuevos temas, “Esperando un resplandor” y una de las viejas conocidas, “Kamikaze”.

Esa fue la tónica general durante los 100 minutos que los maños pasaron sobre el escenario: entre las recién llegadas se iba colando un puñado de canciones ‘antiguas’, algunas grandes hits como ‘Sin ti no soy nada’ y su espectacular final, otras de menor repercusión mediática pero que se han ganado un hueco en el directo de Amaral por méritos propios (No sé qué hacer con mi vida, Las puertas del infierno). Sonaron muchas, hasta 20, en un concierto que tuvo 3 despedidas. Para la primera, escogieron “Van como locos”, el tema que cierra Hacia lo salvaje y para el que Eva pidió colaboración en los coros. Una despedida en falso y dos temas más, “Robin Hood” y “Revolución”, que ya sí parecían poner fin al concierto. Que se encendiesen las luces del Palacio de Deportes parecía confirmarlo, pero tras unos instantes de deliberaciones en un lateral del escenario, los cinco músicos reaparecieron en escena: “Nos dicen que hay que cerrar aquí ya, pero hemos prometido que íbamos a tocar el disco entero y nos falta una canción.” Y después de añadir que casi mejor así, con luces, viéndonos bien a todos, Eva Amaral cogió su guitarra y su micrófono y se fue hacia la pasarela en la que acababa el escenario. Sonó “Cuando suba la marea” y ellos cumplieron su promesa.

Imposible ponerle pegas a los maños. Porque su directo es sólido, la banda –cada vez más rodada- suena compacta y han conseguido, además, definir un repertorio que funciona, sin abusar de esos archiconocidos singles radiados hasta la saciedad.

A pesar de todo, sensaciones ambiguas al salir del pabellón, más de seis horas después. Una lástima, pensábamos mientras sonaba Moonriver de fondo, el pobre aspecto de un Palacio de deportes a medio llenar; una pena que más de uno se quedase con ganas de tocar más; incomprensible que muchos abandonasen el recinto con la sensación de que les habían vendido una entrada para una cosa y habían presenciado otra muy distinta.

Álbum de fotos

Second: Muérdeme / Rincón Exquisito / N.A.D.A. / Autodestructivos / Psicopático /Rodamos

Christina Rosenvinge: Jorge y yo / La distancia adecuada / Alguien que cuide de mí / Canción del eco / Negro cinturón / Anoche (el puñal y la memoria) / Tú por mí / Eclipse / Mi vida bajo el agua

Iván Ferreiro: Mi furia paranoica / Mi Munchausen / Extrema pobreza / El viaje de Chihiro / Santadrenalina / Promesas que no valen nada / Tío Vivo / El equilibrio es imposible / NYC / Años 80 / Turnedo /Mi coco

Love of Lesbian: Club de fans de John Boy / Algunas plantas / Las malas lenguas / Noches reversibles / Los colores de una sombra / 1999 / Allí donde solíamos gritar

Amaral: En Sólo Un Segundo / Hacia Lo Salvaje / Esperando Un Resplandor / Kamikaze / Como Un Martillo En La Pared / Sin Ti No Soy Nada / Hoy Es El Principio Del Final / Estrella De Mar / Montaña Rusa /Si Las Calles Pudieran Hablar / Las Puertas Del Infierno / No Sé Qué Hacer Con Mi Vida / Olvido / Riazor / El Universo Sobre Mí / Antártida /Van Como Locos // Robin Hood / Revolución // Cuando Suba La Marea

3 comentarios en “Un problema de concepto… (Fnac Music Festival -Madrid, 27.12.2011)

  1. No puedo ponerle ni un pero a la descripción del festival…lo viví tal y como tu lo escribes.Gracias además por poner los setlist!Un besazo y enhorabuena por tu blog!

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  2. Pingback: Paco, la música y el vino (Eno!Festival, 04.02.2012) « El Erizo Albino

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