Zahara se reinventa; Galileo se rinde a sus pies. (Madrid, 02.03.2012)

Nada de música. Lo primero que hace cuando aparece sobre el escenario es dar las buenas noches y las gracias. Se acuerda de aquella primera vez en Madrid: 8 personas había en la sala. Han pasado cuatro años y “os habéis multiplicado por un número que no sé calcular”. Sonríe y al lío. Empieza a cantar y primera sorpresa. Un arpegio en la acústica, una letra ‘rara’, que pilla a más de uno desprevenido; no es suya. Roza el susurro mientras nos lleva unas décadas atrás en el tiempo. Ha elegido un fragmento de Nino Bravo y su “América” para abrir la noche. Sólo es un pequeño guiño; una introducción que acaba convertida en “Leñador y la Mujer América». Entran, ya sí, todos los instrumentos y el resultado es muy enérgico, una declaración de intenciones de lo que está por venir.

Vídeo: Felipe Navarro Rodenas

Zahara y  sus cuatro chicos están en la capital para presentar los temas de La pareja tóxica y recuperar, por qué no, alguno de La fabulosa historia. Y, aunque parezca difícil, la mezcla va a sonar compacta. El tono decadente y oscuro de esta nueva etapa, lejos en muchos momentos de la chica dulce de canciones como «Olor a mandarinas», se va a apoderar de la noche. Para temas como “Merezco” es todo un lavado de cara. Probablemente, después de haber sonado hasta la saciedad, le iba haciendo falta.

Pero mejor vamos en orden, ¿no? Hace unos meses, Zahara nos decía que, para los conciertos, prefería el silencio sepulcral al karaoke colectivo. Afortunadamente también admitía que es algo alucinante que todo el mundo cante. Menos mal, porque de no ser así, la cita madrileña es un fracaso en potencia. La gente que abarrota Galileo – y que hace días que ha agotado las entradas- está con muchas ganas de cantarlo todo. Queda especialmente claro cuando, tras “El universo”, suenan las primeras notas de “En la habitación”. La de Úbeda, desde el escenario, alienta al personal y le cede buena parte del protagonismo. Y ella, que parece que esta noche va a ser incapaz de perder la sonrisa, lo disfruta.

Verla tan risueña sobre el escenario, derrochando simpatía y sonrisas, resulta un curioso contraste con la crudeza de las nuevas canciones. Las letras son ásperas; la música acompaña. Historias tristes, en las que el fracaso y la tristeza parece que le ganan la partida al lado más bonito de la vida y el amor. Aunque como ella misma dirá un poco más tarde, “Yo he hecho ese disco, pero ¡coño! antes fui muy feliz ¡y estuve muy enamorada!”.  Claro que cuando canta cosas como “El lugar donde viene a morir el amor” casi cuesta creérselo.

Mientras sigue desgranando los temas de La pareja tóxica hay tiempo también para alguna dedicatoria, como la que le hace a su madre después de contar que esta vez, como casi siempre, sus padres se han sumado a la fiesta. “Son como mis groupies, pero ahí en la sombra”. Aprovecha los silencios también para contarnos cosas, porque dice que nos ve muy callados. Y así explica cómo empezó a escribir una canción sobre una mujer que, cansada de sufrir, decide marcharse lejos, a vivir en lo alto de un árbol, donde nadie pueda volver a hacerle daño. Y de cómo cuando llega se da cuenta de que ahí, claro, tampoco va a haber nada que pueda emocionarla. Y entonces sólo quiere volver a casa.  Añade entre risas una acusación de plagio a Sergio, que a su derecha empuña una guitarra eléctrica, porque la primera vez que le enseñó la canción, él componía otra sobre un hombre que, como su mujer, cansado de sufrir, quería huir a la otra cara de la luna. Y suena “General Sherman y cómo Sam Bell volvió de la Luna”.

No es la única historia que nos cuenta; no es la única vez que provoca risas. Quien ha visto a Zahara sobre un escenario, sabe que es capaz de ganarse al personal en segundos, además de por el buen hacer musical, por la simpatía y el desparpajo que derrocha entre canción y canción. Como cuando cuenta que Narcis –a los teclados- se empeñó en versionar a John Travolta. Versión, por cierto, que en sus manos se vuelve, como el resto del repertorio, más oscura, con un tramo final especialmente intenso, muy lejos de la luminosidad y el buen rollo de la original. Arrastrada a ese nuevo sonido de la ubetense es más fácil imaginársela en la banda sonora de Pulp Fiction que en la de Grease. Genial.

Algo parecido sucede, a continuación, cuando -tras un buen puñado de agradecimientos y un poquito de emoción- le llega el turno a “Merezco”. No es tan extremo, pero suena más guitarrera, más bailable, menos dulzona que en La fabulosa historia. Y le sienta bien el cambio. Hace, además, que el enlace con “Camino a L.A.” funcione. Y no es fácil, porque es sin duda la canción más extrema, la que más se aleja de la Zahara que conocíamos, la que inevitablemente llama la atención en las primeras escuchas del disco. En Galileo sirve, además, para que los cuatro chicos que la acompañan sobre el escenario se sigan luciendo antes del primer parón.

A la noche le va quedando poco y es una pena, porque es de esas en las que todo acompaña. Sobre las tablas, los cinco músicos están entregados, muy metidos en el concierto y sonando realmente bien. Abajo, en la pista, el nivel no es menor. Y quedan aún muy buenos momentos. Para la parte final se han reservado apuestas seguras. Así, tras “Frágiles”, le llega el turno a “Tú me llevas”, una canción que todos coreamos con ganas, aunque – por ponerle alguna pega a la noche- la batería marca un ritmo que por momentos consigue distraer.

En el guión de la noche ya sólo queda una línea. “Os la sabéis”, nos dice Zahara, antes de pedirnos que la cantemos con ella. Y nosotros cumplimos. “Funeral” es, como ninguna otra, un esfuerzo coral. Ella canta, nosotros cantamos. Todos cantan. Y disfrutan. Pero como todo lo bueno se acaba – “y lo bueno, si breve es… breve”-, los cinco músicos dan un paso al frente, se agarran y saludan.

Fin de fiesta… O no. Porque nadie parece dispuesto a marcharse y, a pesar de que en Galileo ya se han encendido las luces, hay un clamor que durante unos minutos – ¿o son segundos?- pide otra.  Y a Zahara no le queda más remedio que reaparecer. “¡Sois muy monos!”. Y – demostrando una vez más que, si algún día la opción de la música falla, siempre le quedará El club de la comedia- se marca un divertido monólogo que acaba convertido en una versión totalmente desenchufada de “Chico fabuloso”. Ni micro, ni ampli, ni nada. Sólo ella, paseándose con su guitarra por el borde del escenario, y los coros colectivos.

Video: HannHart

Al final, ella se harta de dar las gracias y nosotros abandonamos la sala con una sonrisa y canturreando. Y además de volver a comprobar que en directo es una apuesta segura, nos vamos convencidos de que esta nueva Zahara sorprenderá a más de uno. Y dará que hablar. Mucho.

Álbum de fotos

Zahara (Sala Galileo Galilei, Madrid – 02.03.2012)

  1. Leñador y la Mujer América
  2. El universo
  3. En la habitación
  4. La mujer mayúscula y el mar
  5. El lugar donde viene a morir el amor
  6. Del invierno
  7. El caso de emergencia
  8. General Sherman y cómo Sam Bell volvió de la Luna
  9. Camino
  10. Adiós
  11. Mariposas
  12. You’re the one that I one
  13. Merezco
  14. Camino a L.A.
  15. Frágiles
  16. Tú me llevas
  17. Funeral
  18. Chico fabuloso

3 comentarios en “Zahara se reinventa; Galileo se rinde a sus pies. (Madrid, 02.03.2012)

  1. Esta Zahara es de lo que no hay, graciosa como ella sola, talentosa por todos los poros de su piel. Y vocalmente perfecta. Gracias por el post, el vídeo de Chico Fabuloso me ha encantado jajaja.

    Saludos

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