Algo está cambiando en Alcalá. Los que vivimos aquí y disfrutamos de la música en directo estamos más que acostumbrados a que la oferta en la ciudad cervantina sea limitada. Pocos locales de música en directo, pocas opciones de ver variedad de bandas y ese eterno bucle en el que desde hace años alguien decidió meternos y que garantiza que, año sí, año también, nos visiten los mismos grupos mediáticos (el año que no es Hombres G, es El canto del loco: no falla). A eso se han reducido, durante mucho tiempo, las alternativas musicales en esta orilla del Henares. Aún recuerdo la sorpresa al ver hace tres años a Russian Red en el programa de fiestas patronales…

Ahora, gracias a los Widow Makers – y en las mismas fechas en las que nos hemos enterado de que Vetusta Morla, Lori Meyers, Love of Lesbian, Xoel López y Zoé pasarán por la ciudad- hemos descubierto un rincón recién nacido; una sala creada por músicos, para músicos, que pretende acercar a los alcalaínos música de aquí y de allá. Y cuando decimos ‘de allá’ no estamos pensando en nuestro paisanos de Madrid, Barcelona o Valencia; sus miras van un poquito más lejos y en la programación de la sala Ego Live ya han tenido su hueco bandas de Australia, Estados Unidos, México o Suecia.  Y todo eso, además, con un nivel de calidad que ya quisieran muchas salas del circuito capitalino. Nos lo contaba antes de entrar Thomas Kortmann – contrabajista de los Widow Maker-, muy sorprendido con el sonido y la calidad del equipo. No nos engañaba.

La cita era a las diez y media y la intención, nos decían, no era empezar con demasiado retraso. Pero el calor estival y las ganas de aprovechar las primeras horas de la noche en las terrazas vuelven al público un poco más remolón, así que el comienzo se hizo esperar un poco. Nada a lo que no estemos acostumbrados y que dos horas de buen rock iban a compensar con creces.

En un año en el que han tocado bastante y en el que, además, los oyentes de Toma Uno, de Radio 3, eligieron a la banda como la mejor de 2011, el concierto en la Sala Ego Live les iba a servir a los Widow Makers como punto final a su particular temporada, en un momento en el que, además, se encuentran dando los últimos toques a un segundo disco que, de momento, no tiene título definitivo, pero que, a juzgar por los temas que ya han ido presentando, no decepcionará a todos los que se engancharon a la banda con “Capriola”, su álbum de debut.

Igual que no decepcionaron a ninguno de los que decidimos pasar el último viernes de Junio con ellos. Desde poco después de que el reloj marcase las 11 de la noche, hasta bien pasada la 1, los cinco músicos fueron dando buena cuenta de muchos de los temas con los que se presentaron ante el gran público, entre los que se fueron colando retazos de rock clásico – de “That’s all right, mamma” a «Rock this joint»- y unos cuantos adelantos de ese segundo largo.

En torno a un escenario que nos encantó en cuanto lo vimos, una mezcla de amigos, fans y recién llegados que -aunque en un primer momento se mostraron bastante más fríos que la noche alcalaína- acabaron cogiendo ritmo y metiéndose de lleno en la propuesta del quinteto, que al final no es más que rock and roll, con trazos de country, rockabilly y mucha actitud. Y saber hacer a raudales. Imposible no rendirse a un frontman, Juan Carlos Esteban, muy carismático, que no paró de comunicarse con el personal; a la destreza de Denis Bruckert con las seis cuerdas –digno de ver- y a los ritmos que, escudados en una guitarra acústica, un contrabajo y una batería marcaban los otros tres miembros del grupo,  Juan Luis Garro, Thomas Kortmann y Quique Sánchez.

Tanto fue creciendo la noche que tuvieron que volver sobre las tablas hasta en dos ocasiones. En la segunda fueron Denis y su guitarra los que, aparentemente sin ganas de irse a casa, arrastraron al resto de músicos de vuelta al escenario. Aunque decidieron cambiar un poco el guión; engancharon sus instrumentos y se bajaron todos a la pista. Redujeron un poquito más las distancias y los pocos tímidos que aún no se habían metido de lleno en la fiesta acabaron sucumbiendo también.

Nosotros nos marchamos encantados; con una sala sorprendente y con una banda que hacía tiempo que era nuestra asignatura pendiente. Repetiremos –con las dos- seguro.