En el verano de 2012, un estudiante de Biotecnología vino a mi laboratorio para aprender algunos protocolos. Durante una conversación descubrimos que teníamos gustos musicales similares. Entonces me preguntó si había escuchado a full. Ante mi negativa, me dijo que debía escucharlo porque era un “grupazo”. Así lo hice y desde un primer momento la banda me causó muy buena impresión. Sin embargo, no me gusta lanzar las campanas al vuelo hasta que no veo cómo se las gasta una formación en directo. Sigue leyendo