No sabes dónde mirar. Te planteas incluso cerrar los ojos y limitarte a escuchar. Porque sobre el escenario hay siete tipos que son un auténtico espectáculo. En el centro de atención están Javi Vielba y su arsenal de gestos, su forma de alentar al personal, sus flirteos con el theremín y la batería. A su izquierda, el duelo de guitarras del tándem Pardo-Marrón –lo de Rubén Marrón a la acústica es todo un recital-, el primero, además, dándole una réplica perfecta a Vielba como segundo maestro de ceremonias. Sigue leyendo
