Si uno tiene ganas de pasárselo bien y soltar adrenalina, el dúo formado por Santi Capote y Guille Mostaza es una apuesta segura. Eso debieron pensar las cerca de 300 personas que agotaron el aforo de Siroco y decidieron empezar su noche de viernes con Ellos. Sigue leyendo →
Nada de música. Lo primero que hace cuando aparece sobre el escenario es dar las buenas noches y las gracias. Se acuerda de aquella primera vez en Madrid: 8 personas había en la sala. Han pasado cuatro años y “os habéis multiplicado por un número que no sé calcular”. Sonríe y al lío. Empieza a cantar y primera sorpresa. Un arpegio en la acústica, una letra ‘rara’, que pilla a más de uno desprevenido; no es suya. Sigue leyendo →
Me ha costado sentarme y comenzar a escribir esta crónica. Y no sólo por motivos que ahora no vienen al caso, sino también por la dificultad de hablar objetivamente de un grupo que a este Erizo le fascina y al que me une una conexión especial. Curiosamente últimamente tengo ganas de poco; de salir, de hablar, de contar… Pero de un buen concierto siempre hay ganas y el 25 de febrero no veía la hora de salir del curro para ir corriendo a tomar unas cañas y unas papas con jamón y pimientos, muy bien acompañada de amigos que hacia tiempo que no veía. Qué excusa más bonita para quedar y verse, ¿verdad? ¡Un conciertazo de Neuman! Sigue leyendo →
El día comienza con un cóctel de frenadoles, ibuprofenos y remedios caseros varios. Lo que haga falta para que el trancazo nos deje disfrutar de la primera edición del Eno!Festival. Nos pilla con ganas -buena parte de la culpa la tienen Ramón y los chicos de Tachenko-, así que le echamos un órdago al resfriado y la “estupenda” temperatura de la capital y enganchamos nuestros bártulos. Sigue leyendo →
De una noche de la que casi todo son loas y críticas altamente positivas, nosotros vamos a empezar por el polo opuesto, por el final, y esa cara de tontos que se nos sigue quedando cuando bandas como ésta despachan al personal con 80 minutos escasos de música. Sigue leyendo →
Musicazos. Esa es la primera y más clara conclusión que se saca al ver sobre un escenario el proyecto conjunto de los pucelanos Arizona Baby y los madrileños Los Coronas. Pero, a estas alturas de la película, dudamos de que eso sorprenda a alguien. En la madrileña Joy Eslava el septeto destiló rock –del bueno- a raudales durante dos horas. Aquello fue una auténtica fiesta. Un buen presagio era el cartel de “Entradas agotadas” con el que se llegaba al concierto; expectación en la capital había y mucha. Sigue leyendo →
… O La noche que Fnac le puso cinco teloneros a Amaral
Hubo un tiempo en el que los festivales, como las bicicletas, eran cosa del verano. Y estaba el Fib y el Espárrago y el Sonorama. Y eran sinónimo de calor y tiendas de campaña y duchas multitudinarias que rozaban la insalubridad. Ahora tenemos eso y mucho más, y este tipo de eventos han ido floreciendo hasta llegar a estar preparándonos para comernos las uvas… Y seguir de festival. Sigue leyendo →
El circuito de salas de la capital cuenta con algunos rincones míticos, locales, en muchos casos, con aforos reducidísimos en los que aquello de la distancia corta se lleva un paso más allá. Como La Boca del Lobo. O Libertad 8. O El Café La Palma. Para defender una propuesta en acústico, pocos son tan adecuados como el pequeño escenario del Búho Real, algo que Willy Naves y Davile Matellán pudieron comprobar el pasado 25 de noviembre y que, además, no se cansaron de repetir.
Sólo un día antes, en Salamanca, habían dado el pistoletazo de salida a una colaboración que se va a repetir en varias salas de la geografía española, dentro de los encuentros acústicos con los que Davile Matellán está aprovechando para dar a conocer al público sus nuevos temas, ya lejos de Magnética, aunque sin dejar de lado algunos de los temas de su anterior proyecto.
La fórmula es la siguiente: dos horas de concierto cada noche, repartidas de forma bastante equitativa, y con un planteamiento acústico. Ese es el punto de partido, el nexo común. A partir de ahí, eso sí, cada uno lo defiende a su manera. El asturiano, solo, acompañado de una guitarra y repasando los temas de los dos EPs que ha publicado hasta la fecha, sin recurrir –al menos de momento- a las nuevas canciones con las que en breve entrará al estudio. El jienense, sin embargo, con tres músicos que lo flanquean – guitarra, cajón y teclado-, y combinando canciones de Magnética con temas nuevos y algún guiño a otras bandas.
El primero en pisar las tablas del Búho es Willy Naves, que arranca con «Verano de San Juan», incluido en su último EP, Pirotecnias Animadas. Desde el principio se le nota concentrado, muy pendiente de una guitarra que suena más que bien y muy comunicativo con un público que roza el medio aforo – es lo que tiene que no muy lejos de allí, a la orilla del Manzanares, los estadounidenses Fleet Foxes estén haciendo lo propio después de haber colgado el cartel de ‘Entradas agotadas’ hace días.
El tema que le sirvió como carta de presentación y que además dio nombre a ese primer EP, La casa de la playa, fue el segundo en sonar y, con él, el asturiano metió la directa y fue enlazando canciones sin perder ritmo. Cayó «Nuestro círculo polar» y, justo después, cuando le llegó el turno a «Aeropuerto», comentó como a veces la gente se enamora en estaciones y, claro, aeropuertos y confesó que a él le pasó una vez.
Los coros de «Mis normas» le sirvieron de excusa para pedirle al respetable que se olvidase de la vergüenza y le brindase su colaboración y» Al final» fue una buena transición para la traca final. Porque a menudo se cumple eso de que lo mejor se guarda para el final y los tres últimos temas de su repertorio fueron un buen ejemplo. «Leslie» sonó muy enérgica y con la interpretación que hizo de «Lemmings» es fácil ver por qué es uno de los temas por los que Willy apuesta más claramente. Y aunque, un minuto después, confesó que a él no le gusta ese paripé que suele preceder a los bises, se bajó del escenario tras «Lemmings», aunque se hizo poco de rogar cuando empezaron los gritos de ‘Otra, otra’ y volvió para cerrar, ya sí, con «Era verdad». Y a nosotros, que nos encanta, nos pareció el broche perfecto.
No hubo tiempo –literalmente- para nada, porque en cuanto Willy abandonó el escenario, lo ocuparon los tres músicos que acompañan a Davile Matellán en directo. Enseguida se unió él y para arrancar eligió una canción nueva, «La línea recta».
Quién sabe si por el vértigo de un nuevo comienzo tras su etapa en Magnética o por esa inseguridad que tiene a menudo el que muestra una nueva obra por primera vez –aunque no fuese literalmente la primera-, pero lo cierto es que a Davile se le notó nervioso, aunque eso no le impidió dirigirse repetidamente al público e ir presentando una a una las canciones que fueron sonando. Y explicar, así, lo mucho que le gusta «Boomerang» o cómo» Enérgica» le ha acompañado desde el principio y ahora es parte de la banda sonora de la película Seis puntos sobre Emma.
Fue ganando intensidad el de Jaén con los minutos y cuando sonó la tercera de las nuevas, «Lion’s Dance», el concierto ganó enteros. En «La chica magnética» se se notó especialmente cómodo y se permitió un guiño al «Save tonight», de Eagle Eye Cherry. No sería el único, porque acto seguido, tiró de repertorio de versiones y se acordó de los de Vigo, de los Piratas, y se atrevió con «La Sal».
No había tiempo para mucho más. Con «Pez de plomo» se llegó al final del concierto, a pesar de que el público pedía más y de que Davile y sus músicos parecían tener ganas. Pero nada pudo hacerse.
Willy Naves y Davile Matellán (Madrid, Búho Real – 25.11.2011)
Soy un gran fan de Oasis desde 1994 y reconozco que su disolución me provocó bastante dolor. Anoche tuve el placer de ver a Noel Gallagher, guitarrista y compositor de la susodicha banda, en directo en La Riviera de Madrid. Voy a intentar hacer una crónica de lo vivido, pero desde ya, debes saber, que no voy a ser objetivo.
Noel llegaba a la capital en su gira europea para defender los temas de su disco como Noel Gallagher’s High Flying Birds, su tan esperado debut en solitario después de dejar al hermanito Liam y compañía en aquella discusión parisina que acabó con la banda (¿para siempre?).
Ser el segundo en publicar algo, hacerlo después del más que decente estreno de Beady Eye y «defenderse» de las acusaciones que aseguran que él es el culpable del desastre de Oasis, en primera instancia, parecía un duro obstáculo para el hermano mayor.
Las posibles dudas se disiparon ya al escuchar los temas de su álbum debut: aire clásico, sonido a lo Oasis, sin grandes florituras y sin ninguna sorpresa rimbombante pero con un empaque que ya quisieran muchos.
Era el momento de ofrecernos el directo y comprobar de primera mano la contundencia de los nuevos temas y matar nuestra curiosidad sobre cuantos temazos de Oasis iba a tocar.
9 pm exactas, el amigo Noel salía al escenario y Zas! del tirón, It’s good to be free y Mucky Fingers, dos canciones señeras de la banda que le dió y da de comer. Fuera dudas, hola nostalgia, la fibra sensible a flor de piel, los hooligans haciendo de hooligans… inmejorable manera de empezar un concierto.
A partir de ese momento, intercalar sus nuevos temas parecería ser un engorro pero nada más lejos de la realidad, con cada tema nuevo de sus Pájaros de Altos Vuelos, nosotros, el público creyente, coreamos y disfrutamos de un sonido apabullante con un Noel en el centro del escenario (experiencia nueva para él) y son sus «Pájaros» acompañantes que sonaron muy muy profesionales envolviendo los temas del Sr. Gallagher.
Apenas sin descanso, If I had a gun, What a life!, I wanna live in a dream… practicamente el disco entero sonando bastante más contundente que en la grabación y haciéndome vibrar con locura.
Uno, a pesar de la información que manejamos hoy en día, no está listo para los momentazos, quizás por eso son momentazos. Talk tonight, Half the world away, Wonderwall + Supersonic (acústica y piano solo) y el público coreando como si no hubiera un mañana, mejor dicho, como si no hubiera un ayer, como si estuviéramos en una de las pausas de Oasis, aquellas en las que Liam se salía del escenario a ponerse… guapo y Noel se marcaba unos temas como lead singer.
Posiblemente se me escaparon más de unas lagrimillas de la pura emoción.
Una hora y media y todo mi vello de punta… y quedaban los bises. Los bises, ese gran invento que siempre nos hace desear la vuelta del artista en cuestión y que anoche nos aseguraba otros nostálgicos oasis hits.
Lo sabía, lo quería, lo ansiaba, sabía que iba a morir en ese momento… llegó y cantamos, gritamos, respiramos y transpiramos DON’T LOOK BACK IN ANGER . Podría dar muchas razones para argumentar que esta canción es la mejor canción del siglo XX, pero no hace falta dar ninguna, mi corazón lo sabe, el corazón de las miles de gargantas que anoche coreamos el ..so Sally can’t wait…
Impresionante, apabullante, un diez sobre diez, el concierto perfecto, la medida exacta entre lo que ahora es y lo que ha sido, sentirse orgulloso de su carrera previa, no evitar coger el toro por los cuernos… señales de identidad de Noel Gallagher, un genio, un puto genio muchas veces apaleado por la opinión pública y los medios preocupados de los cotilleos, pero responsable ,sin ningún género de duda, de una de las corrientes, influencias, estilos o como quiera que quieras llamarlo que ha cambiado la forma de escuchar música en la historia de la raza humana. Con momentos en directo como los de ayer, seguro que seguirá cambiando la historia, al menos, la historia personal de muchos, como yo, que aman la buena música, que aman Oasis.
Pocas veces se tiene la oportunidad de presenciar un concierto tan completo como el que Elbow y los Howling Bells ofrecieron el pasado sábado. Fueron la guinda del pastel, tras haber disfrutado anteriormente en la misma sala, dentro de la iniciativa “Conciertos Imperdibles», a Mogway y Explosions in the sky.
Howling Bells con sus potentes guitarras eléctricas nos hicieron disfrutar de lo lindo. Aunque sean un grupo de registros muy diferentes a Elbow, la combinación de ambos resultó gratamente sorprendente. Su música llena de fuerza, incluso caótica en ocasiones, y de tintes oscuros, nos hizo bailar sin descanso. La voz desgarradora e impactante de su vocalista, Juanita Stein, hace que te tiemble todo el cuerpo, sobre todo al escuchar las primeras notas de ese estupendísimo tema que es «Charlatan». Howling Bells es uno de esos grupos que por su intensidad, sin duda alguna lo incluiríamos en la banda sonora de nuestras vidas. Algunos los tachan de “los Pretenders del siglo 21”, pero a nosotros no nos gustan las etiquetas, y estos chicos tienen personalidad propia además de una visceralidad incomparable.
La banda del codo, Elbow, para algunos ya mítica, compuesta por Guy Garvey (voz), Mark Potter (guitarra), Peter Turner (bajo), Craig Potter (teclados) y Richard Jupp (batería) no defraudó, sino todo lo contrario, entusiasmó hasta límites insospechados. Levantaron la sala tocando sólo temas de los tres últimos discos. Todos los que presenciamos el maravilloso espectáculo, caímos rendidos a la simpatía, al virtuosismo y el carisma de los de Manchester. Los “erizos” nos sentimos abducidos por esos sonidos experimentales, acústicos, armónicos y corales mezclados con arreglos magistrales, cuyos efectos nos trasportaron a un mundo lleno de todo tipo de emociones.
Con cada canción cambiaba nuestro estado anímico y no negaremos que en canciones como “Weather to fly” o “One day like this”, alguna que otra lagrima de nostalgia paseó por nuestras mejillas. Pero quizás el gran momento de la noche llegó con “Grounds for divorce”, donde Guy animó al personal a que le acompañaran. Otro tema «The bones of you» hizo las delicias de los “erizos”, por algo “The seldom seen kid”, es nuestro álbum favorito, a la vez que el más premiado de la banda. Como grandes artistas que son, lograron captarnos y conquistarnos durante todo el concierto con su amplia gama de colores musicales.
Entre las múltiples anécdotas de la noche, podemos destacar cuando, en el momento más intimista del concierto, el teclista Craig Potter buscó desesperadamente entre el público a alguien que pudiera traducir todo lo que decía, para más tarde echarlo por no saber hacerlo. Tampoco podemos olvidar cuando Guy, como si de una fiesta en un pub inglés se tratara, nos animó a que cantáramos todos cumpleaños feliz en español.
Para nosotros los erizos fue una noche inolvidable y una experiencia mágica.