Verano. Tiempo de descanso y un poquito de desconexión. Estamos convencidos de que la inmensa mayoría de vosotros, como nosotros, lleva tiempo contando los días para unas vacaciones que este año son un poquito más necesarias si cabe. Pero a medida que caen los días a nosotros nos resulta inevitable echar la vista hacia delante y pensar en lo que está por venir. Y ese por venir, desde hace ocho años lo encabeza un plan que siempre hace que la vuelta de vacaciones nos cueste un poquito menos. Este 2022 no podía ser de otra forma y el Festival Gigante volverá a abrir camino a nuestros planes postvacacionales. Con una edición, la octava ya, de la que tenemos especiales ganas, porque, como ya sucediera en 2021, será de nuevo al lado de casa pero esta vez, si las circunstancias no lo evitan, además, lo hará en su formato ‘normal’. Desaparecerán las sillas, las mascarillas y el resto de limitaciones que sí estuvieron presentes en el debut alcalaíno del festival y podremos ver cómo se desarrolla una edición sin restricciones en la Huerta del Obispo.
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Un bis. De esos que llegan por sorpresa cuando no queda nada ya apuntado en el setlist pero ni público ni artista están listos para despedirse aún. Eso es en cierto modo lo que fue la noche alcalaína. «Los reyes me trajeron este concierto,» diría Zahara, para quien la hoja de ruta marcaba
“Cuando me dijeron que tocábamos en Alcalá de Henares pensé que no iba a venir nadie» dice Jorge antes de la despedida con “Ayer”. Las entradas llevan días agotadas y lo que se ha vivido en Ego ha tenido menos del murmullo habitual y mucho más de karaoke, la mejor prueba de que las dudas de Jorge eran infundadas. Llevamos casi dos horas disfrutando del directo de los valencianos y hemos visto un concierto acústico a la altura de los 20 años que la banda llevaba subida a los escenarios. 
El Erizo Albino 