El pasado 30 de diciembre, volvimos al Tercer Recinto de la Alcazaba de Almería para encontrarnos con Miren Iza, motor y corazón del proyecto musical conocido como Tulsa. En esta ocasión, los asientos estaban ocupados en su mayoría, lo que nos sorprendió gratamente. Con 15 minutos de margen sobre la hora anunciada para esperar a los más rezagados -lo cierto es que subir hasta el Tercer Recinto cuesta un poco-, Miren hacía aparición saliendo de la recién restaurada Torre del Homenaje y saludando a los presentes a su paso.

Una vez sobre las tablas, contaba que la salida de Madrid había sido larga y el viaje cansado -damos fé que Almería está lejos-. Preguntó entonces al público «¿Habéis estado antes en un concierto de este ciclo?». La respuesta fue unánime, un «sí» rotundo que retumbó en el patio de armas. «Vale», respondió, «entonces la única intimidada soy yo». Dicho lo cual, se lanzó con «Los amantes del puente», de su disco La Calma Chicha (Gran Derby Records, 2015), iniciando así un viaje que nos llevaría a recorrer su discografía, de un modo más cercano e íntimo, propiciado por este formato acústico y el entorno donde nos encontrábamos. Con un sonido nítido y claro, sin gente hablando ni ruidos (a excepción de algún petardo por las calles aledañas), pudimos disfrutar del buen hacer de Miren sobre las tablas del modo que entendemos que debería ser siempre.
De La Calma chicha saltó a Ese éxtasis (Intromúsica Records, 2021) con «Os oigo follar», una canción que escribió «inspirada en la actividad de mis vecinos al otro lado de la pared», contó en la presentación del mismo. Posteriormente compartió con el público que «todas estas canciones son cartas, misivas a gente de mi entorno. Ésta está dirigida a mi madre, bueno, a una madre imaginaria», dicho lo cual interpretó «Tacones lejanos», introduciéndo así la primera parada de este viaje en su lanzamiento más reciente, Amadora (Gran Sol, 2023). Tras «Laguna», dejó la guitarra que la había estado acompañando y, mientras confesaba tener frío en los dedos se dirigió al piano. Para su sorpresa, estaba húmedo, pero ni corta ni perezosa, lo secó con las mangas de su chaqueta. Una vez todo estuvo listo, interpretó «¿Amor o transferencia·?», un tema que habla sobre el terapeuta y los sentimientos que pueden surgir con él.
Tras la parada en Amadora, que fue más prolongada que en los anteriores discos, nos mudamos a otro que todavía no habíamos visitado, Centauros (Intromúsica Records, 2017), siendo «Amiga» el tema escogido para compartir en vivo con el público. Algunas personas se levantaron y se fueron, creemos que sucumbiendo al frío, porque es cierto que la humedad era tremenda y había gente que había subido hasta allí que se notaba que no iban preparados para esas condiciones de frío húmedo. Nosotros, tal como ocurrió con la cita de L.A., sabíamos a lo que nos exponíamos y llevábamos más capas que una cebolla y chaquetón impermeable. Al terminar «Gran fuerza domadora», Miren bromeó gritando «Que no se vaya nadie más, cierra ahí», a lo que la gente respondió con una sonora carcajada.
No sabemos si por «los abandonos» o porque la propia Miren empezaba a tener algo de frío -sí, en Almería se puede pasar frío-, pero los siguientes temas se fueron sucediendo sin apenas presentaciones, avanzando a ritmo constante, sin estrés, observando el paisaje, pero sin pararnos a oler las flores. Eso sí, cuando llegó a «Oda al amor efímero», se dirigió al público para pedir «Si alguno se la sabe, que la cante, sería un regalo de fin de año», y bastantes cantamos a modo karaoke, para regocijo de la artista (no sé si mis compañeros de butacas compartirían dicho sentimiento, lo siento).
La noche siguió avanzando y tras «Yo no soy Penélope» dijo que tenía preparado leer un poema, que si nos apetecía, obteniendo la aprobación unánime, presentó «Del montón» de Wisława Szymborska. «Ahora que estamos haciendo balance del año y de lo que somos y queremos ser, es buen momento para este poema.» Leído el poema e interpretado otro tema, anunció la última canción, «una canción de Amadora, la que habla con más crudeza sobre mujeres que han tenido demasiado sobre su espalda», haciendo referencia a «Cuando venga el león pálido».
El tema concluyó como no podía ser de otra manera, dada la maravillosa experiencia, con el público en pie y aplaudiendo sin parar. Miren se mostró agradecida y comenzó su salida del escenario. Pero algunos pedimos más, así que Miren volvió al micro y preguntó «¿En serio no os queréis ir?» ¡No! fue la respuesta clara y enérgica del público, a lo que Miren contestó con una sonrisa y un «Venga». Tras lo cual nos regaló dos temas más, llegando así a la veintena de temas. Aunque fue un repertorio amplio, el que escribe estas líneas, echó en falta algún tema del primer disco, ya que fue el único que nos quedamos sin visitar y uno de mis favoritos de la guipuzcoana -incontable el número de veces que lo reproduje en bucle en el ordenador, en el coche, en el discman…-.

Obsesiones personales aparte, hay que ser objetivo y este concierto demostró el poderío y la capacidad de transmitir de Miren sobre el escenario. Armada con piano, guitarra, armónica o looper, sin grandes artificios ni efectos especiales, sus ácidas letras y su desgarrada interpretación le granjearon aplausos en cada parada del camino. Para nosotros fue un regalo para terminar el año. Y literalmente fue un regalo porque era de entrada libre, pero no tendríamos reparos en pagar una entrada para volver a verla por ejemplo en el Teatro Apolo de la capital almeriense, puestos a soñar; sería otra experiencia maravillosa, estamos seguros.
Tulsa (Alcazaba de Almería, 30.12.2024)
- Los amantes del puente
- Os oigo follar
- Tacones lejanos
- Laguna
- ¿Amor o transferencia?
- Amiga
- Gran fuerza domadora
- Yo no nací así
- Bilbao
- Verano averno
- Autorretrato
- Matxitxako
- Oda al amor efímero
- Destrucción mutua asegurada
- Melocotón
- Yo no soy Penélope
- No quiero hacer historia
- Cuando venga el león pálido
- 024
- La miel que pudo ser


