La jornada del sábado, después de habernos acostado tarde el viernes y haber asistido al concierto de Lisasinson en el Escenario Playa, decidimos que acudiríamos al Recinto de Conciertos para la hora de Iván Ferreiro. A pesar de haber salido de casa con tiempo, encontramos más tráfico del que nos imaginamos y llegamos con el concierto del gallego ya empezado en el Escenario Fundación Music For All.
Afortunadamente, no llevaba mucho repertorio recorrido, y pudimos disfrutar de algunos de nuestros temas favoritos como «El equilibrio es imposible», «El pensamiento circular» o la nostálgica y archiconocida «Años 80». Con un buen sonido y un público fiel totalmente entregado, quedó claro que aunque haya quien siga diciendo que Ferreiro no es «carne de festival», hay una gran parte del público que lo disfruta y lo celebra.

Para el tramo final de su actuación se guardo una de las «joyas de la corona» que diría Raphael, el himno coreado por todos, incluso por sus detractores, «Turnedo», así como uno de los temas de más calado de sus últimos trabajos «En las trincheras de la cultura Pop». No podemos dejar pasar por alto que, al igual que en otras ocasiones, Iván Ferreiro lució una camiseta de Tulsa, mostrando así el apoyo a un proyecto musical que, para quién escribe estas líneas, no tiene la repercusión y reconocimiento que debería (y qué por cierto, podremos disfrutar en Berlin Social Club el próximo 9 de noviembre).
Concluido el turno de Iván Ferreiro, nos mudamos al Escenario Estrella de Levante para ver por primera vez en directo a un artista que ha cosechado mucho éxito y reconocimiento en los últimos años, Dani Fernández. No vamos a mentir, no es uno de nuestros artistas de cabecera, pero sí nos sabíamos alguno de los temas. Confesaremos que empezamos a escuchar sus canciones después de escuchar algunas entrevistas, sus declaraciones sobre la evolución de su proyecto musical y su forma de entender la música fueron lo que despertaron el interés de quien escribe estas líneas.
La propuesta del alcazareño fue defendida por él mismo y una buena banda de músicos que sonaron de forma notable, mostrándose muy compenetrados y haciendo gala de un buen rollo que se contagió al resto del público congregado. El tema elegido para abrir su actuación fue «Dile a los demás», uno de los más conocidos, una apuesta fuerte con la que dejaba claro que ponía toda la carne en el asador y que, efectivamente, funcionó, metiéndose al público en el bolsillo desde el primer minuto. Esto podía ser un riesgo, porque empezar tan arriba, luego puede desgastar y algunos pueden descolgarse, pero no fue así, ya que incluso los temas más tranquilos como «Artificial» eran cantados a pleno pulmón por la mayoría de los presentes.

En el repertorio sonaron canciones como «Sin vergüenza», «Plan fatal» (una de nuestras preferidas) y «Clima tropical», pero al césar lo que es del césar, y es que lo que hizo que se nos escapase más de una lágrima por el cúmulo de sentimientos, fue su discurso y su interpretación de «Supersubmarina». Y es que, para quién escribe estas líneas, la banda de Baeza supuso, supone y supondrá mucho, y ver ese mismo sentimiento reflejado en las palabras e interpretación en directo de Dani Fernández fue abrumador.
Todavía con la emoción a flor de piel, regresamos al Escenario Fundación Music For All para volver a encontrarnos, una vez más, con uno de los grupos de nuestra vida, Amaral, esos maños a los que les tengo que agradecer haber conocido a grandes personas que hoy atesoro como amigos y amigas. Amaral es sin duda el grupo que más veces habré visto en directo, por eso puedo afirmar que su concierto es una apuesta segura, a pesar de que su trabajo Salto al color (Discos Antártida-Sony Music, 2019) no termine de engancharme.
El tema elegido para abrir su actuación fue «Sin ti no soy nada», una de las canciones que los catapultó a los números uno de las listas de ventas hace más de 20 años. Para los que les seguimos desde sus comienzos, la polémica vacía de si son mainstream, indies, si no debería estar en festivales,… es sólo un ruido de fondo que desaparece cuando Eva y Juan saltan al escenario y el público canta al unísono cada una de sus canciones (equivocándose siempre después del primer estribillo de «Cómo hablar», esto parece ya una tradición).
El repertorio trató de hacer un repaso de toda su discografía, siendo una sucesión de hits que, hasta los que no les siguen, cantaron y disfrutaron, como «Días de verano», «No sé que hacer con mi vida», «Salir corriendo», «Kamikaze», «Nocturnal» o «Hacia lo salvaje». De Salto al color se colaron «Nuestro tiempo», «Entre la multitud» o «Ruido» (las mejores del disco, la verdad). Contentar a todos los seguidores es complicado, porque todos tenemos canciones favoritas, pero dejar Nocturnal representado con una única canción nos dolió un poco; por favor, que la próxima vez suene «Lo que nos mantiene unidos».

«Revolución» marcó el inicio de la despedida, con esa oleada de energía que hace que el público se entregue por completo, seguido de «Marta, Sebas, Guille y los demás» (una de las favoritas del público) y cerrandi con «El universo sobre mí», dejándonos un poco exhaustos pero muy contentos. Volvimos a cambiar de escenario para reencontrarnos con el proyecto de Guille Milkyway, La Casa Azul.

Cuando llegamos al escenario Estrella de Levante nos encontramos con un montaje considerable, con dos estructuras cúbicas a cada lado del escenario de varios metros de alto, que además también eran pantallas. La propuesta de La Casa Azul siempre suele ser festiva y suele incorporar efectos, pero lo de esta ocasión fue todo un derroche (en el buen sentido). El uso de confeti, llamaradas, bengalas, visuales y un juego de luces espectacular, actuaron de forma sinérgica con unas canciones que te hacen cantar a pleno pulmón y arrancarte a bailar, dejándote llevar por el camino que marque Guille Milkyway.
El repertorio de la noche recogió la mayoría de los grandes éxitos de su discografía, sonando «No más myolastán», «Los chicos hoy saltarán a la pista» o «El momento». En el tramo final sonaron «Esta noche sólo cantan para mí», con dedicatoria a Juan de Pablos (ay, lo que echamos de menos Flor de Pasión), o uno de nuestros temas favoritos «Podría ser peor».
Las fuerzas ya empezaban a flaquear, pero me resistía a irme del recinto sin ver el directo de La Plazuela, ya que en su visita al Teatro Cervantes de la capital quien escribe estas líneas tuvo que regalar su entrada por no poder asistir al concierto por enfermedad (mira que hay días para ponerse malo). Así que me dirigí junto a mis acompañantes al Escenario Fundación Music For All para comprobar en mis propias carnes si el directo de La Plazuela es tan impresionante como me contaron quienes sí fueron al concierto del Cervantes.

La puesta en escena del dúo, acompañado de una gran banda (batería, bajo, segundo guitarra, 2 voces femeninas a los coros) y un cámara que va emitiendo el concierto en directo por la pantalla mientras se mueve siguiéndoles por el escenario, a veces daba la sensación de fiesta algo descontrolada, pasaban muchas cosas sobre el escenario y no sabía uno donde mirar para no perderse nada. Pero algo que quedó claro es que su energía conquistó al público desde el primer tema. La fusión tan particular de la formación, de flamenco, funk y electrónica, hizo cantar y bailar a gran parte de los que todavía aguantaban por el recinto.
En el repertorio de la noche sonaron temas de su primer largo Roneo Funk Club (Universal Music, 2023) como «Tu palabra», «La primerica helá» o una de las más cantadas (y una de nuestras favoritas) «Péiname Juana» así como temas de otros EPs como «La Antigua Judería» o un tema que presentaron diciendo «Qué maravilla volver a Andalucía, la tierra en la que las que de verdad mandan son las abuelas», tras lo cual dedicaron «Mi Tarara» a todas ellas, «las que están y las que se han ido» (ay, otro pellizco al corazón).
Que el concierto de La Plazuela había agotado nuestras reservas de energía era un hecho, pero ya que el Escenario Estrella de Levante quedaba de camino a la salida, paramos unos minutos para presenciar algunos de los temas de Ojete Calor.

La entrada del dúo fue cuanto menos llamativa, dentro de una concha gigante blanca en el escenario que se abrió, levantándose primero Carlos Areces y posteriormente Aníbal Gómez, mientras hacían una versión de «El Rey» de Vicente Fernández. Después vinieron temas como «0,60», «Extremismo mal» (una de nuestras favoritas» y «Morreo». El público estaba totalmente entregado, cantando y bailando, pero nosotros ya estábamos bajo mínimos, así que marcamos retirada, que todavía nos quedaba la jornada del domingo, y no iba a ser tampoco ligera.





