Un año más, volvimos al Festival Murmura, para disfrutar de buena música en directo en el corazón de La Alpujarra Almeriense. En esta ocasión, arrancamos en la Bodega Cepa Bosquet (Fuente Victoria), con la Experiencia Murmura de La Habitación Roja.
Vaya por delante que es cierto que llegamos con poco margen -20 minutos antes de la hora anunciada de inicio- pero que nos hicieran aparcar al comienzo del camino, por estar lleno el resto del espacio habilitado, y luego al subir corriendo comprobar que seguía habiendo sitio libre más arriba (en el mismo espacio habilitado), la verdad, poca gracia nos hizo. Al final, el concierto de La Habitación Roja comenzó a las 12:25, por lo que empezamos a dudar de si podríamos llegar al arranque de Muchachito Bombo Inferno en el recinto de Laujar de Andarax. Decidimos no ponernos nerviosos y centrarnos en disfrutar de lo que Jorge Martí y Pau Roca tuvieran a bien ofrecernos, que a eso habíamos venido.

Y lo que nos ofrecieron, no fue otra cosa que otro encuentro memorable, con un repertorio vertebrado en las peticiones del público, que en este caso demostró estar compuesto en su mayoría por fieles seguidores de la formación valenciana, que pedían canciones menos habituales en el repertorio, como «Cajas tristes», «El hombre del espacio interior» o «Annapurna». Jorge y Pau se mostraron cercanos y amables, compartieron anécdotas con el público y cantaron el cumpleaños feliz a una pequeña asistente, bromeando con que para el próximo cumpleaños el nivel de celebración ya estaba muy alto.
Obviamente, como ellos mismos comentaron, hay algunos temas que no pueden faltar en su repertorio, y así pudimos volver a escuchar en vivo temas como «Indestructibles» o «Ayer», tras el cual dieron las gracias a Virginia y Crash Music «Porque siempre que se cruzan nuestros caminos es algo bonito», y también a Luis y Cepa Bosquet por hacerles la ruta a la bodega. La despedida vino de la mano de «Voy a hacerte recordar», acompañada de una disculpa por el retraso y no haber podido atender a todas las peticiones. Así, tras una hora y cuarto y 13 temas que nos hicieron vibrar, volvimos a ponernos a la carrera para intentar llegar al menos a un trozo de la actuación de Muchachito Bombo Inferno.
Al llegar a Laujar y ver que no teníamos sitio en el primer aparcamiento, optamos por dividir el grupo para que al menos algunas llegasen a la actuación. Los que fuimos a aparcar nos regocijamos al llegar al Escenario Estrella de Levante y contarnos nuestras acompañantes que sólo nos habíamos perdido 2 canciones de Muchachito. Pero es que, para terminar de alcanzar la algarabía, llegamos justo a tiempo de presenciar la colaboración de La Perra Blanco con Muchachito en «Los besos que tomé». Cuando empezaron a sonar las notas e inconfundibles ritmos de Muchachito, conecté instantáneamente con un pasado remoto, quizá idelizado, trasportándome a un concierto de Jairo en Las Negras, tras su segundo disco, con banda completa y Santos de Veracruz pintando durante la actuación, un concierto que compartí con mucha gente importante para mi y que, cosas de la vida, muchos ya no están en mi vida. Como bien canta Fangoria «…la nostalgia es una droga dura y adictiva» y yo cada vez más que veo el riesgo de caer en ella, cambio de tercio, y eso hice aquí. Me centré en disfrutar el espectáculo que Jairo, Alba y Lere estaban ofreciendo sobre el escenario en el presente.

Al final, La Perra Blanco se quedó también para «El compadre», tras lo cual se marchó para prepararse para su concierto, que tendría lugar en el mismo escenario una hora después. Jairo y Lere, con una energía incomparable, a pesar de la hora y el sol de justicia, pusieron toda la carne en el asador para hacernos bailar con temas como «Caraguapa», «Si tú si yo, si no» o «Seré mecánico por ti». El cierre del turno de actuación de Muchachito Bombo Inferno fue por todo lo alto, interpretando «Ojalá no te hubiera conocido nunca» y «Paquito Tarantino», temas que siguen consiguiendo después de 20 años que el púbico baile y cante como si no hubiera un mañana.
Como no habíamos comido, y no queríamos perdernos nada del siguiente concierto en el Escenario Estrella de Levante, optamos por ir corriendo a comer, sacrificando el Escenario Lagar. Regresamos justo a tiempo para presenciar el enérgico arranque del concierto de La Perra Blanco con «Treat me (like a man should do)». Tras el tema Alba Blanco se dirigió a los presentes para anunciar que «Vamos a hacer rock and roll, un poco de música para gente vieja, o envejecida por dentro como yo», cosechando risas y aplausos del público mientras se arrancaba con «It’s fun but it’s wrong».
El concierto de La Perra Blanco nos los había recomendado la parte alcalaína del blog, y como suele pasar, llevaba toda la razón, fue un directazo que nos dejó boquiabiertos, una grata sorpresa como hacía tiempo que no nos ocurría. Tanto los temas que habíamos escuchado en TIDAL («What is wrong with you», «So blue and so bad»,…) como los que no han sido grabados («But not for you», «Nobody loves you Because you don’t have money», …), obtenían por parte del público el mismo resultado, la entrega total; Alba y su grupo marcaban el ritmo y el público lo seguía sin titubeos. Nos gustó mucho además que compartiera la motivación para la composición de la mayoría de ellos.
Si el público estaba totalmente entregado, la locura se terminó de desatar cuando Alba y Gerard bajaron del escenario con su respectiva guitarra y saxofón e hicieron «Why don’t you love me» en un círculo entre el público. Tras «New lover new sweetheart», llegó la despedida no sin antes presentar a la banda: «Jesús López -batería-, el más antiguo de la formación aparte de mí; Guillermo González -contrabajo- y la última incoporación, pero que es como si lo hubiera parido, Gerard Vercher -teclas y saxofón-.» Por si no ha quedado claro con lo escrito hasta ahora, La Perra Blanco nos flipó, así que ojalá tener la oportunidad de verles cuanto antes en una sala de Almería.
Terminado el concierto de La Perra Blanco la verdad es que necesitábamos sentarnos un rato, así que mientras una amigas buscaban un sitio donde tomar un café, quien escribe estas líneas se acercaba al Escenario Lagar para descubrir la propuesta de la cantautora malagueña Ángela González. Cuando llegamos estaba anunciando que era su primer concierto en formato trío, también aprovechó para dar las gracias al festival y a la gente que se había acercado a escuchar. Su propuesta era bastante más calmada que lo que había sonado antes, pero su dulce voz, la sensibilidad de su interpretación y unas letras honestas, nos parecieron unos pilares más que sólidos sobre los que cimentar una trayectoria. En su tiempo de actuación sonaron temas como «Quizás», «La canción más verdadera», tema que había compuesto para su «crush» según contó, y «To perfe», que sirvió de broche de una actuación que nos dejó con ganas de más, pero quizás en un entorno más cercano y recogido.

Si por algo nos caracterizamos aquí es por la sinceridad, y así va a seguir siendo. Así que ahora nos toca confesar que, cuando se anunció el cartel, desconocíamos absolutamente todo sobre Carlos Ares. Y que acudimos al festival sin hacer los deberes y habiendo escuchado únicamente una canción, también. Pero eso, que quizás podía ser una desventaja (no saberse las canciones), para nosotros fue una bendición; descubrir el repertorio de Carlos Ares, con el gran sonido en directo de toda la banda que le acompañaba, fue una experiencia espectacular. Nos sorprendió comprobar que dentro de esa banda militaba parte de La Sonrisa de Julia (Marcos Cao y Raúl Delgado), ¿cómo no nos habíamos enterado de nada de esto? En fin, que no podemos llegar a todo, pero sí que podemos disfrutar del presente, y eso fue lo que hicimos cuando arrancó el concierto con «Días de perros» y nos atrapó completamente. Una propuesta entre el folk y el pop, con violines, guitarras, teclados, percusiones,… en serio, flipante. La intensidad fue creciendo conforme pasaban los temas, que transitaban también otros estilos, como «Cigarra», menos melódico.

A mitad de la actuación interpretaron «Un beso del sol», uno de los temas del segundo disco recién estrenado, y en el que cuenta con la colaboración de Begut, que también le acompaña en la gira a guitarra y coros. Tras «Velocidad» anunció que se les estaba acabando el tiempo y presentó a toda la banda que le acompaña, tras lo cual encaranon la recta final en la que sonaron temas como «Peregrino» o «Páramo», despidiéndose dando gracias al equipo técnico, producción, al festival,… y deseando un feliz Día de las Letras Gallegas. Balance de la actuación, pues otro artista al que seguir la pista, con una propuesta más que intersante y un gran directo.
El siguiente artista del Escenario Estrella de Levante era Xoel López, y quien haya leído antes este blog, sabrá de nuestra debilidad por él. Por eso, cuando la gente empezó a moverse, algunos nos acercamos a la primera fila para esperar pacientemente el comienzo de su turno de actuación, cogiendo un buen sitio. Bastante rato antes de que llegase el turno de Xoel, comenzó a llegar la gente, con los que nos quedó claro que habíamos hecho bien guardando el sitio. El tema escogido por Xoel para abrir su actuación fue «Albatros», enlazado casi sin pausa con «Salitre y humo», tras el cual dio las buenas tardes.
Retomó con «Paxaro do demo», uno de los temas más eléctrónicos de su última etapa, para cambiar seguidamente de tercio echando la vista atrás con «Tierra» y volver a Caldo Espírito con «Esto no es amor». El concierto de Xoel no dio tregua, sin prisa pero sin descanso; iban interpretando los temas, casi sin presentaciones, como si Xoel quisiera aprovechar cada minuto de actuación para intentar abarcar lo máximo posible de su ya largo repertorio.
Algunos momentos remarcables de la actuación fueron por ejemplo la versión de «Ojalá» de Silvio Rodriguez, sirviendo de intro a «Tigre de Bengala», o cuando parte del público se marcó una conga con «Ningún nombre, ningún lugar». Tras «Lodo» (una de nuestras favoritas), anunció que llegaba la última y daba las gracias al festival por llevarles, poniendo el broche de oro a su actuación con «Mágica y eterna», mágica como su actuación y eterna, como nos hubiera gustado que fuese (bueno, si no eterna, una miajilla más). El balance de su actuación fue muy positivo, 17 temas interpretados, un gran sonido y la gran calidad a la que Xoel y su banda nos tienen acostumbrados; cuando decimos que son una apuesta segura, es por experiencia.
Después de Xoel, nos tomamos otro descanso para cenar, pero con la precaución de volver a tiempo para encontrarnos con la propuesta de Rosario. Era la primera vez que veíamos en directo a la pequeña de los Flores, y teníamos bastante curiosidad. Lo primero que saltaba a la vista era la transformación que había sufrido el escenario, con una plataforma blanca con 2 alturas diferentes con una escalera central, en la que se distribuían los diferentes instrumentos de la gran banda que acompaña a la artista, un total de 11 componentes entre instrumentistas, coros y baile.
El tema elegido por Rosario para abrir su turno de actuación fue el archiconocido «Mi gato», el primer single que conocimos de De ley, su disco debut, allá por el año 1992. Un disco que Guille Mostaza bautizó en Jenesaispop como «La obra maestra del manstreim patrio», y razón no le falta. Aunque la actual gira de Rosario haga referencia a Universo de Ley, el disco de colaboraciones que repasa su debut, no sólo de él bebió el repertorio, como dejo claro la versión que se marcó de «Cómo me las maravillaria yo», tras la cual anunció al público que este concierto era una celebración de sus 33 años de carrera. Así sonaron temas como «Al son del támbor», tema dedicado su padre El Pescailla recogido en Muchas Flores (2001), la declaración de intenciones de «Yo me niego» o «Estoy aquí».
El repertorio de Rosario Flores es amplio, pero el concierto del festival estaba siendo lo que Raphael denominaría «sus joyas de la corona», haciendo que, aunque no se fuese seguidor de la artista, los temas fueran lo suficientemente conocidos como para cantarlos el público al unísono. Pero no sólo de canciones se nutre un concierto, y en el de Rosario, no iba a ser menos. Además de una escenografía imponente, el baile, los juegos de luces, los cambios de vestuario,… sumaron para lograr un resultado final más que interesante.
El tramo final del concierto fue el más emotivo, cuando presentó el tema que «Es la canción que le mandaron directamente desde el cielo, la canción que más me ha dado, pero también la que más duele», dicho lo cual interpretó «¡Qué bonito!».

Tras «Muchas flores» abandonaron el escenario, en lo que parecía la despedida pues apagaron todas las luces, pero el público pidió más, y Rosario y su banda al completo salieron de nuevo, mientras ella sonreía diciendo «Así me gusta que me llaméis», añadiendo «No me puedo despedir sin cantar esta canción, que ahora hace más falta que nunca». Entonces «No dudaría», el himno pacifista de su hermano, resonó en la Alpujarra almeriense, cobrando vida en su voz, y conectando con un público totalmente entregado y emocionado. Ojalá esa energía y el mensaje calase a nivel global.
Con ese broche de oro terminó el turno de actuación de Rosario, y nosotros, que ya vamos teniendo una edad, y al día siguiente teníamos cita con Martirio y Chano Domínguez, decidimos que era hora de retirarnos. Mientras salíamos, en la Sesión Tahá sonaba «Fuego» de Bomba Estéreo, y cantando esa canción nos fuimos hacia los coches, habiendo disfrutado de una jornada espectacular de música en directo. Como cantaba el estribillo de Carmen Boza, «…
Volveremos a vernos», Murmura.





