Como dijimos en la crónica anterior, teníamos el objetivo de asistir al Escenario Playa al concierto de Carmesí, así que, a pesar de que no teníamos las baterías al 100%, allá que fuimos, sabedores de que merecería la pena. A Carmesí tuvimos la oportunidad de verla en Berlin Social Club en febrero de este mismo año (perdón, la crónica se quedó en el tintero), y nos fascinó, por eso no queríamos perdernos su concierto.
El concierto de Carmesí, en palabras de la propia Carmen, se anunciaba como «un viaje que va a pasar por todos los estados de una relación». El tema elegido para abrir su actuación fue «Satélite», para después comenzar el repaso a su EP Te quiero pero (Son Buenos, 2024), con temas como «Una versión mejor» o «Tan fácil». También hubo lugar para temas anteriores, como «Infancia», que cuando canta en Andalucía le recuerda a su pueblo de Jaén y la remueve más, y temas adelanto de su próximo trabajo, como «Tú sólo dime».

Durante su turno de actuación hubo hueco además para una versión de «Cadillac solitario» bastante resultona. La despedida vino de la mano de «Disneyland», uno de los temas más bailables y pegadizos, tras el cual dio las gracias al festival, su agencia de management, tour manager, técnicos y al público asistente, así como a los músicos que la acompañaban, Michel Ros (batería) y Alba Molina (teclados). Carmesí está terminando su nuevo disco en Alamo Shock (el estudio de grabación de Guille Mostaza), y estamos deseosos de escucharlo al completo (y de que la gira de presentación haga parada en Almería).
Ya por la tarde, después de otro rato de descanso en casa, acudimos al Recinto de Conciertos para descubrir la propuesta de Judeline. Cuando llegamos al Escenario Estrella de Levante, comprobamos que lo que íbamos a ver por lo menos se prometía visualmente impactante. En un lateral del escenario podíamos ver una estructura metálica piramidal, coronada por un caballo de ojos rojos, y de la que colgaba mediante cadenas un columpio. Lo que no esperábamos era que, al salir Judeline y ocupase el columpio, parte del cuerpo de baile que la acompañaba trepara hasta lo alto de la estructura y así encaramados comenzase el concierto.
La artista comenzó interpretando principalmente temas de su álbum más reciente, Bohidira (Interscope, 2024), como «Ángela» o «INRI», incluyendo posteriormente algunos temas del comienzo de su carrera como «Zahara», tras el cual recordó su paso por el festival en 2022, en un escenario con menos gente, y que después se fue al Ratón Vacilón.
Después de «Chica de cristal», la gaditana se dirigió al público para afirmar «Considero el andaluz mi idioma, y estoy contenta de no tener que traducir lo que significa un zarcillo», anunciando «Zarcillos de plata», uno de los temas más melódicos. Lo cierto es que la propuesta de Judeline es muy amplia en estilos e influencias, pero ya sean temas más melódicos, urbanos o funk, todos en mayor o menor medida, tienen reminiscencias o referencias al flamenco, a sus raíces, a su experiencias vitales. Se trata pues de una artista dificilmente clasificable, pues también hay mucha experimentación en sus temas; lo que está claro es que no deja indiferente. A quien escribe esta crónica, hay temas que le vuelan la cabeza (en plan positivo) y otros que le suenan un poco más abrumadores; sin embargo, el balance general es positivo.
Tras una artista de corta edad que ha irrumpido con fuerza en el panorama internacional, llegó el momento de la celebración del cuarenta aniversario de Duncan Dhu, pero sólo con Mikel Erentxun de la formación original. No es que tengamos nada en contra de Mikel Erentxun, todo lo contrario, hemos disfrutado de sus directos cada vez que se ha dejado caer por esta tierra, pero anunciarse como Duncan Dhu, es como si cuando ha venido Ana Torroja, se hubiera anunciado como Mecano. No nos parece apropiado la verdad.
Obviando este asunto, como es habitual, el directo de Mikel Erentxu y su formación es una apuesta segura por un sonido limpio y buen hacer sobre las tablas. Abriendo con un tema de su disco Piedras (GASA, 1994), «Capricornio», rápidamente pasaron a un tema de la segunda etapa de Duncan Dhu, la que tuvo lugar entre 2013 y 2016, interpretando «No dejaría (de quererte)», incluido en El Duelo (Warner, 2013). A pesar de atesorar tantos grandes hits como para un repertorio completo, que habrían puesto a todo el público exaltado desde el comienzo, parecía que Mikel quería tener una deferencia para con los seguidores más fieles, comenzando así con estos temas menos conocidos por el público menos seguidor de la banda.
Sin embargo, con el cuarto tema la actuación, la cosa cambió por completo; hizo su aparición «Una calle de París» y el público enloqueció, se podría decir que hasta aumentó la temperatura unos cuantos grados, cuando el Cooltural Fest se transformó en un karaoke multitudinario. A partir de ese momento se siguió la misma tónica; varias canciones menos conocidas, equilibradas con grandes éxitos, hasta llegar a la recta final, en la que se sucedieron «Esos ojos negros», «Jardín de rosas» o «Cien gaviotas», haciendo al público cantar y bailar como si no hubiera un mañana. Mientras terminaba «Cien gaviotas», y viendo que nos iba a costar llegar a la entrada al foso de Zahara, comenzamos a movernos, por lo que nos perdimos visualmente (al menos lo escuchamos), la colaboración de Alcalá Norte en «En algún lugar», poniendo así el broche de oro a la actuación.
Quien haya leído algo este blog, sabrá que seguimos a Zahara desde sus comienzos; sin embargo, su propuesta musical se está alejando de nuestros gustos, no sus mensajes, con los que coincidimos, sino con el modo de hacerlos. El sonido de la ubetense es cada vez más oscuro y sucio, sobre todo en directo, y no creemos que eso se deba a la electrónica, pues hay artistas electrónicos que suenan limpios, sino que se debe a una decisión artística propia. A nosotros, aunque nos apene, esto cada vez nos separa más de ella, pero entendemos que ella tiene que seguir el camino que la haga feliz.
Zahara eligió abrir su actuación en el Escenario Estrella de Levante con el mismo tema que abre Lento Ternura (G.O.Z.Z. Records, 2025), «Formentera». Pocos segundos bastaron para que el público se entregase por completo a lo que Zahara y sus músicos ofrecían desde el escenario. Siguió el orden del disco con «Yo sólo quería escribir una canción de amor», para después saltar a Puta (G.O.Z.Z. Records, 2021) con «Merichane» y «Taylor».
Unas pocas concesiones revisitadas de trabajos pre-pandemia tuvieron lugar a mitad del espectáculo de la mano de «Caída libre», «Guerra y paz» y «Zahara» (cover de Judeline) enlazada con «Con las ganas», estas dos últimas desde el policlin, en uno de los momentos más especiales de la noche, que previamente Zahara había presentado dirigiéndose al público mientras se acomodaba en el policlin «Dedicado a Judeline, que es su autora, y ha tocado en este mismo escenario y todavía está aquí su esencia».
En el tramo final sonaron «Tus michis», dedicada a su hijo y a sus padres, presentes en el concierto, para después dar las gracias a Pedro por signar sus canciones, y anunció que ella también estaba estudiando lenguaje de signos. Ya que se había dirigido al público, aprovechó para anunciar la sesión posterior de Martí Perarnau en el Cooltural Club by Cupra Indalomotor y las camisetas del merchan, terminando mostrando su apoyo a Palestina.
Los dos últimos temas de Zahara sobre las tablas fueron dos de los más sonados, «Hoy la bestia cena en casa» y «berlin U5», despidiéndose así de un público que estuvo totalmente entregado desde principio a fin de la actuación.

De vuelta en el Escenario Fundación Music For All, nos reencontramos con un grupo que, aún no siendo uno de nuestros grupos de cabecera, siempre disfrutamos mucho en los festivales en los que nos lo encontramos, nos referimos a Crystal Fighters. Y es que la propuesta de esta formación angloespañola es siempre una fiesta en directo, una de esas apuestas seguras si quieres bailar y estar de buen rollo. La canción que eligieron para abrir su actuación fue «I love London», un tema de 2009, con el que se metieron en el bolsillo al público desde el primer momento.
Siguieron sonando temas como «Follow» o «LA Calling», tras el cual dedicaron el siguiente tema con las siguientes palabras «Esta canción es para Palestina, todos los pueblos se quedan», uno de sus temas más recientes, un canto a la esperanza, la unidad y al amor; ojalá que el mensaje calase en todo el planeta, sobre todo en los que mandan.
La mezcla de ritmos tribales y electrónicos, con la puesta en escena tan característica de la formación, hacían bailar y cantar sin descanso al personal. El repertorio avanzaba sin pausa pero sin prisa, compartiendo temas como «Turn up the love» o «You and I». El cierre vino de la mano de «Plage» y «Love natural», poniendo el broche de oro a una actuación que se podría convalidar por una sesión de cardio en el gimnasio.
Los siguientes en aparecer sobre las tablas en el festival fueron otra de las bandas más representativas de la escena festivalera «independiente» (si es que ese término sigue teniendo algún sentido), Dorian. Poseedores de algunos de los himnos más potentes, de los que se cantan siempre a pleno pulmón, desde lo más profundo del pecho, los barceloneses son otro de los típicos grupos sobre los que algunos se quejan de que estén en muchos festivales, pero luego esa misma gente está en la actuación cantando como si no hubiera un mañana. Nosotros desde luego no sólo no nos quejamos, sino que los disfrutamos cada vez que podemos, y eso hicimos.

Eligieron para abrir su actuación «Algo especial» y «Lo que recuerdo de ti», dos de los temas más recientes, de su disco Futuros Imposibles (Intromúsica Records, 2024). Lo cierto es que la respuesta fue buena, especialmente con el segundo tema, pero la explosión definitiva del público vino cuando sono en el tercero de la noche «Verte amanecer». Desde ese momento, el público ya estaba a merced de la banda y cada nuevo tema era un karaoke multitudinario.
Durante su turno de actuación sonaron canciones como «Los amigos que perdí», «A cualquier otra parte» o «El temblor», tema compuesto a raíz de una experiencia con un terremoto en México. Tras «Materia oscura», dieron las gracias «A todos los que nos han apoyado durante tantos años», y anunciaron despedida con una de nuestras favoritas, «La tormenta de arena».
Las fuerzas nos empezaban a fallar, pero todavía quedaba noche y no queríamos perdernos ni a Alcalá Norte ni a Don Fluor y amigos. Así que volvimos a cambiar de escenario. Para nosotros era la primera vez en un directo de Alcalá Norte, por lo que teníamos mucha curiosidad por cómo sonaría la propuesta en vivo. Si ya en disco suena potente, el caracter punk y más rockero de la formación se acentúa en vivo. Arrancaron con «Dr. Kozhev», seguido de «Superman». El público estaba exaltado, tanto, que ni la lluvia que empezó a hacer acto de presencia les amedrentó.
Nosotros, sin embargo, dado que no llevábamos funda impermeable para el equipo, optamos por buscar refugio, aunque tuviésemos que alejarnos un poco del escenario. Desde nuestra posición, pudimos disfrutar del resto del concierto, en el que sonaron temas como «420N», «No llores, Dr. G.» o, una de nuestras favoritas, «La calle Elfo», mientras veíamos a un público que saltaba, cantaba y hacía pogos, dando igual que lloviese o no. Nosotros, no sabemos si por la lluvia o por el cansancio, no terminamos de disfrutar el concierto tanto como esperábamos; era la primera vez que les veíamos en directo y teníamos la sensación de que, en otras condiciones, lo hubiéramos disfrutado mucho más.

Tras el concierto de Alcalá Norte llegaba el momento de poner el broche de oro final al festival con Don Fluor y amigos. Lo que no sabíamos era que la propuesta del espectáculo final trataba de trasladar lo que se vive en SUPER 8 al escenario del festival, y mucho menos, que quien escribe estas líneas iba a acabar también subido a él con el resto de la familia SUPER 8. Y sí, digo familia, porque, para algunos, SUPER 8 es algo más que un pub, es casa, hogar, y la gente que lo hace posible desde hace muchos años, no son meros trabajadores o conocidos, son familia. Son esas personas que te reciben siempre con una sonrisa, capaces de animarte después de una semana dura, que se alegran de verte dándolo todo en la pista, con los que compartir tu pasión por la música y otras manifestaciones culturales, que se preocupan por ti (y tú por ellos),… No voy a poner nombres, porque la familia es larga y no quiero que se me olvide nadie, así que sirvan estas palabras como agradecimiento y homenaje a todos y cada uno de ellos.

Por todo eso y más, lo que se vivió con Don Fluor sobre las tablas fue muy especial, una dosis de buen rollo y una ola de energía que, si se transmitió mínimamente al resto del público, el objetivo se habría cumplido. Además, Don Fluor no estuvo solo en la mesa de mezclas, sino que contó diferentes colaboradores en distintos momentos de la sesión, como los hermanos Guirao, Jorge (guitarra) y Fran (batería), amén de otros músicos y amigos que acompañaron al DJ durante su actuación.

No puedo terminar esta crónica sin agradecer a Don Fluor, no sólo que contase conmigo para subir a la fiesta que montó sobre las tablas, sino su pasión por la música, su forma de vivirla y compartirla, su buena conversación y lo que me hace bailar cada vez que se pone a los mandos de una mesa, en resumen, por ser, como decimos en esta tierra, «tan bonico». ¡Larga vida a Don Fluor!
Así, terminó la edición de 2025 de Cooltural Fest, un año más, cuatro días de música en los que nos encontramos con amigos, disfrutamos de nuestras bandas favoritas y descubrimos algunas nuevas, en resumen 4 días de felicidad.








