Un año más volvimos a Cooltural Fest para disfrutar de varios días de música en directo y un montón de amigos. Este año venía con novedades, como el nuevo recinto, en la misma ubicación, pero mucho más extenso, o la incorporación de la jornada del domingo noche en el recinto. Lo cierto es que la ampliación del recinto nos daba algo de recelo, pero una vez allí, y según se fue llenando, comprobamos que seguía siendo cómodo.
Los encargados de inaugurar el nuevo recinto, en el Escenario Fundación Music For All, fueron unos músicos de sobra conocidos en Almería y en el festival, en el que ya habían cosechado una gran acogida en años anteriores, Tu Otra Bonita. Nosotros, como es normal, tampoco queríamos perdernos su directo, así que nos enfrentamos al calor y acudimos a su encuentro. Como viene siendo habitual, su concierto fue un derroche de energía, haciendo bailar e incluso agacharse y saltar al público presente, parte resguardado en las pocas sombras, y una gran mayoría frente al escenario, sin importar el sol y el calor.

En su repertorio sonaron temas de toda su trayectoria, recientes como «Coloreado de azul», de su disco último disco de estudio, o más antiguos, como «Se quemó», de su primer trabajo Solitario hombre escoba (2013), así como su versión de 2021 de «Alegría de vivir» de Ray Heredia. El público los bailó y cantó todos, demostrando una fidelidad total al grupo. Destacar el guiño de Héctor Lacosta (voz y guitarra) a la tierra, luciendo primero una camiseta con referencia a Cabo de Gata y después la camiseta del Almería. Para nosotros, que llevábamos un tiempo sin verles en directo, fue reconectar con aquella sensación de su primera vez en Almería en el desaparecido Madchester Club.
Terminado el concierto de Tu Otra Bonita nos trasladamos al Escenario Estrella Levante para presenciar el concierto de Rayden, que no es uno de mis artistas de cabecera, pero sí que había escuchado algunos temas, a través de sus colaboraciones con Mäbu, y le había visto una vez en directo. Hay que reconocer que aunque no termine de conectar del todo con su estilo, sus mensajes y su buen directo son innegables.
En esta ocasión el tema elegido para abrir el directo fue «Habla bajito», obteniendo como respuesta la entrega total del público. Si el comienzo fue apoteósico, la continuación con «Calle de la Llorería», dejó claro que no iba a haber tregua en su tiempo de actuación. Aunque todos los temas eran cantados y bailados por igual, hay que reconocer que algunos fueron especialmente bien recibidos como «El lenguaje de los coleteros», «La mujer cactus y el hombre globo» o el broche de oro que vino de la mano de «Matemática de la carne».

No podemos dejar sin comentar y agradecer las palabras de Rayden para con los medios que estábamos presentes dando cobertura el festival y su actuación, así como el darnos permiso para quedarnos más tiempo que las tres canciones habituales. Para un medio como el nuestro, que no tiene pretensiones ni mucho alcance, sus palabras fueron una grata sorpresa, ya que no son algo habitual.

Volvimos a cambiar de escenario para reencontrarnos con La Oreja de Van Gogh. Y aquí no vamos a entrar en polémicas vacías sobre su idoneidad o no de participar en un festival o si es un grupo tal o cual, nos vamos a limitar a contar cómo todo el mundo presente disfrutó de un buen rato de música en directo, cantando y bailando sus canciones, con una conexión total entre grupo y público. Más de una hora de karaoke unánime, caras de felicidad, saltos y abrazos entre asistentes.
Los donostiarras eligieron abrir con «Cuídate», llevándonos hasta sus comienzos para saltar después a «El último vals», comienzo de la etapa de Leire. La tonica del setlist fue repasar la mayoría de hits de su carrera, saltando entre discos, pero, objetivamente, el último tramo del concierto fue una sucesión de temas que no dejaban margen al descanso; después de «Puedes contar conmigo», la intensidad de baile subió con «La niña que llora en tus fiestas» y ya no volvió a bajar, siguiendo con temas como «Cometas por el cielo» o «Pop». «20 de enero» fue el tema elegido para bajar revoluciones y despedirse de un público almeriense que cantaba a pleno pulmón.
Que no sabían tocar bien en sus inicios, que son de una multi, … No sé si será por mi parte «científica» y racional, pero los hechos objetivos es que varios miles de almas cantaron y bailaron sus temas y disfrutamos de un buen rato. ¿Tiene eso algo de malo? Si lo tiene, yo no lo veo.
De regreso al escenario Estrella Levante nos encontramos con Mikel Izal, que venía con muletas e hizo el concierto sentado por una intervención de rodilla que le obligó a suspender algunos conciertos las semanas previas. Era la primera vez que le veía después de la separación de IZAL (de lo que yo pensaba que era un grupo, pero ahora queda claro que no) y tenía curiosidad por ver la propuesta, más allá del ultrarradiado «El paraíso».
Sin embargo, lo que me encontré fue que la mayoría del repertorio se apoyó en los discos de la etapa de «grupo», con los hits como «El pozo», «Pánico práctico» o una de las que marcó un punto de inflexión en su carrera, «La mujer de verde». Tengo que confesar que esto me entristeció un poco, porque me dio la sensación que no se trata de una nueva etapa musical, sino de un mero cambio de formación de los músicos de acompañamiento. Que las canciones son suyas, sí, ya lo sabíamos, pero quizás hubiera estado bien una mayor proporción de temas de la nueva etapa o incluso alguna versión de algún clásico, para marcar de verdad una diferencia con la etapa anterior. Más allá de mi opinión personal sobre el repertorio, objetivamente el concierto sonó bien, los juegos de luces y visuales molaron mucho y la gente lo pasó en grande, cantando los temas a voz en grito.

Volvimos a cambiar de escenario para reencontrarnos con un grupo al que seguimos hace ya unos años, Shinova. Lo cierto es que hacía ya un tiempo que no les veíamos en directo, así que acudimos con muchas ganas, y –spoiler– no nos defraudaron. Su concierto, como era de esperar en un festival, donde el tiempo es más limitado que en un concierto de sala, hizo un repaso de temas de toda su trayectoria. De su último trabajo de estudio sonaron canciones como «Gloria» o «Berlín», que empastaron a la perfección con otros más antiguos como «El álbum», «La sonrisa intacta» o «Qué casualidad».
Para quién escribe estas líneas, el momento álgido del concierto llegó con «Mirlo blanco»; a lo mejor es porque es uno de mis temas favoritos, pero me pareció que se produjo una mayor reacción, en un público ya de por si entregado. El balance del concierto fue muy positivo; un repertorio bien elaborado, un equilibrio entre temas bailables y otros más suaves para dejar algo de tregua y buen sonido, aderezado con buen rollo en el escenario que se transmitió a los presentes.
Empezaban a flaquearnos las fuerzas, pero no queríamos irnos, pues quedaba todavía mucho por delante. Así que volvimos a cambiar de escenario para reencontrarnos con uno de los artistas que más ha pisado el escenario del festival, Carlos Sadness. Y es que, por mucho que haya gente a la que le pese, la propuesta tropical del barcelonés es una apuesta segura para bailar y pasarlo bien.
La única queja que se le puede poner al repertorio del concierto fue la ausencia total del disco Ciencias Celestes (Sony, 2012), que sí, a lo mejor es el «menos tropical», pero hay temas que podían haber empastado bien y seguro que habrían sido bien recibidos por el público. Los que sí sonaron e hicieron cantar y bailar al público, sin importar las energías gastadas en los directos anteriores, fueron «Ahorita», «Física moderna», «Bikini», «Chocolate y nata» o «Perreo bonito».
La noche siguió avanzando y volvimos a dirigirnos al Escenario Fundación Music For All para reencontrarnos con otro grupo al que seguimos desde hace ya unos años, Varry Brava. Siguiendo la tónica de la jornada, el concierto de Varry Brava fue otro karaoke multitudinario, un derroche de buen rollo y baile que hizo las delicias de los presentes.

En el repaso a su discografía, los orioloanos compartieron «Chicas» (ya se podía haber pasado Carlos Sadness a hacer colaboración), «Calor», «Satánica», «La ruta del amor» o «La playa». Un no parar de hits que no dieron tregua y que en el tramo final desataron una traca final con «Fantasmas», «Raffaella» (uno de nuestros temas favoritos de su etapa más reciente) y el que ya es uno de sus himnos, «No gires». La única pega que se le puede poner al concierto de Varry Brava es que nos hizo sudar y agotar nuestras reservas; tenemos que recuperar tono muscular antes de volver a enfrentarnos a un concierto suyo.
Ya no nos quedaban muchas energías, pero no queríamos irnos del recinto sin ver al menos algunos temas de Ladilla Rusa. Un dúo criticado y querido a partes iguales; hay gente que les denosta por no ser músicos, gente que menosprecia su propuesta,… pero luego vas a su concierto, ves el público y ves a la gente feliz, cantando, bailando, riendo,… No seré yo quien diga que eso está mal, y menos cuando Ladilla Rusa siempre ha ido de frente y siendo sinceros sobre su propuesta y sus habilidades (o ausencia de ellas).

Tras presenciar la terna de «Madre mía el asco que me das», «Princesas» y «Macaulay Culkin», a pesar de la entrega del grupo y el buen rollo que se vivía entre el público, comprobamos que nuestras energías ya estaban en mínimos, así que decidimos que más valía marcar retirada, que todavía quedaban 2 jornadas por delante. De vuelta a casa, haciendo balance, comprobamos que todos los conciertos aglutinaron a la mayor parte de los presentes y en todos el público estuvo entregado. Y se cantó; se cantó mucho.
Y, como siempre, punto positivo para Cooltural Fest por las medidas de inclusión implementadas (lenguaje de signos, letras de las canciones en las pantallas, mochilas vibratorias, plataforma para PMR,…), para que todo el mundo pudiese disfrutar del festival, minimizando las barreras.








