Hay muchas formas de ponerle fin a un día intenso. A veces, después de un buen puñado de horas de trabajo, el cuerpo pide descargar adrenalina y pegar unos cuantos saltos. Otras, sin embargo, no hay nada como un ambiente relajado, unas cañas en buenas compañía y un poco de jazz.
Y justo eso es lo que hicimos el jueves. En el corazón de Madrid, sentados frente a un escenario pequeño, en el que los músicos casi casi se rozaban; en un espacio que, a pesar de lo limitado, daba sensación de acogedor; casi como estar en familia.
Sobre las tablas, cuatro músicos bautizados como Navatos, un cuarteto en forma de batería (Federico Lechner), contrabajo (Manolo Mejías), piano (Ariel Liberman) y violín (Raúl Sánchez) que – en dos pases separados por un breve respiro- fue desgranando un buen número de piezas de jazz; de standards a auténticos clásicos; de Miles Davies a Jobim, pasando también por algún tema propio con ligero sabor a tango. Por el camino, además, dejaron muy claro que lo estaban disfrutando.
Y es que a veces no hay nada mejor que relajarse, escuchar y disfrutar.