La noche del sábado en Almería soplaba el viento, un fuerte y fresco viento de poniente -mucho más fresco de lo habitual para esta época-. Pero eso era fuera, en la calle. Nosotros estábamos bien resguardados en Madchester Club, esperando la salida al escenario de GRISES. La banda de Zestoa arrasa allá por donde va, pero en Almería logró atraer a no más de 40 personas, cosa que nos creó una mezcla de sentimientos –pena, vergüenza, rabia…-. Por mucho que me estruje lo sesos no voy a entender nunca esta falta de respuesta por parte del público, así que por mi propia salud, no lo voy a analizar, simplemente disfrutaré de los directos que pueda mientras pueda, estemos 3 o 300 en la sala.

A un cuarto de hora de la medianoche comenzó a sonar el tema de los créditos de Mars Attack obra de Danny Elfman y por distintos lugares del escenario podíamos ver algunas figurillas de los marcianitos de la película. Cuando estaba terminando el tema los componentes de GRISES salieron al escenario. Arrancaron con un tema instrumental y potente “Aspiradora espacial”, con Amancay golpeando los platillos de la batería de Gaskon. Un primer tema que nos dejó claro que venían cargados de energía y dispuestos a conquistarnos. Tras dar las buenas noches se lanzaron con “Lopan”, un tema de su último trabajo Animal (Sony Music, 2014), que puso a cantar a todos los presentes. Con “Cactus” se mantuvo el nivel de ritmo, con el público cantando y bailando –excepto unos pocos incomprensiblemente sentados en taburetes-, mientras poco a poco subía la temperatura de la sala.

Finalizado el tema Amancay se dirigió a los presentes. “Es la primera vez que venimos y estábamos asustados, a ver quién vendría… y aquí estáis, cantando. Es un placer hacer 10 horas de coche; somos pocos pero disfrutadlo”. Dicho y hecho, eso hicimos los que allí estábamos, entregarnos completamente al disfrute de su directo, retomando el concierto con “Chicles pegados”. El concierto estaba yendo bien, o eso nos parecía, pero tenían algún problema con las luces, así que hicieron una breve pausa para solucionarlo -“aunque a oscuras ahí abajo seguro que no se está mal, aprovechad” bromearon-.

Para no parar demasiado y perder ritmo, volvieron a la carga con “Después de todo”, seguida de “El Hombre Bolígrafo” con mención a su “Hombre Bolígrafo” particular que estaba en esos momentos ayudando al técnico de luces a tratar de arreglar el problema. Con éste último tema consiguieron levantar a los pocos que estaban sentados, algo que los vascos tomaron como una buena señal. El resto sudábamos casi como en una sesión dura de spinning (mejor no pensar si en vez de ser pocos hubiera estado la sala llena) y lo seguimos haciendo con “Despierto”.

El concierto ya estaba siendo toda una fiesta, pero cuando sonó “Efímero”, fue como una ola de energía, y todas las voces de la sala se unían a las de Eñaut y Amancay. El tiempo pasó volando y antes de querer darnos cuenta estábamos entrando en la recta final con “Wendy” y “Plástico eléctrico”. Con “Animal” la sala volvió a enloquecer y cuando anunciaron despedida con “Alienígenas” estábamos tan inmersos en sus ritmos que nadie estaba dispuesto a dejarles marchar. Así que cuando abandonaron el escenario entre aplausos tardaron pocos segundos en escucharse gritos pidiendo más.

Amancay, Eñaut, Alejandro, Raúl y Gaskon se hicieron poco de rogar y volvieron a saltar al escenario mientras gritaban “¡Qué ambientazo, es un puto placer estar aquí!”. Para comenzar los bises eligieron “Daiquiri”, una canción que habían enterrado “y luego descubrimos que había que volver a traerla zombi o algo”, y que fue de menos a más, creciendo en intensidad. Tras pedir perdón por los contratiempos técnicos y dar las gracias a su equipo, la sala y al público, se despidieron definitivamente por todo lo alto con “Parfait, el tema que abre su primer disco y cuyo estribillo no podía resumir mejor la sensación que nos quedó a los que presenciamos el concierto de Grises en el MAD Club: “sentir que todo es perfecto”.

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