Vinila von Bismark, el huracán granadino que arrasó Madchester Club (12.01.2019)

Todavía con la resaca de las fiestas navideñas y con crónicas del 2018 pendientes en el tintero (no nos da la vida para hacer tanto como queremos), la noche del sábado 12 de enero pusimos rumbo a Madchester Club para reencontrarnos con Vinila von Bismark, que venía a la ciudad de la mano de Cooltural Live, una iniciativa de Cooltural Fest que busca fomentar la música en directo más allá del festival.

La última vez que la vimos fue en la Playa del Zapillo, con motivo del Día Europeo de la Música, como antesala de Lori Meyers. Esta vez ella y sus músicos eran el único plato del menú, pero desde ya os decimos que no hizo falta nada más.

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Cuando llegamos nos encontramos el escenario de la sala decorado con unas plantas artificiales (contrahechas que diría mi madre) entre doradas y cobrizas, así como los soportes de los teclados y los sintetizadores escondidos tras una tela negra con brocados en esos mismos tonos. El conjunto ofrecía un gran efecto visual.

Al borde de la media noche, ante una sala «abarrotá» -se había colgado el cartel de «no hay billetes»-, los músicos de Vinila (Gabriel Casanova, El Niño, Pablo Sanpa y Javier Geras) hicieron su aparición, vestidos de negro y con unas camisas negras con pedrería en los mismos tonos cobrizos. Entre aplausos y gritos empezaron a tocar, y pocos segundos después la protagonista indiscutible de la noche hizo su aparición, provocando un auténtico clamor popular.

El tema elegido para abrir la noche fue «Fuego», tema que también abre el disco que venía a presentar junto a sus músicos, Motel Llamado Mentira (2017), su primer álbum autoeditado, después de 10 años con Subterfuge Records. Y, efectivamente, el tema hace honor a su nombre, y fue el fuego que prendió la mecha para que la noche se convirtiese en un castillo de fuegos artificiales de múltiples colores, tantos como los estilos que Vinila y compañía se atrevieron a mezclar y ofrecer con forma de un sonido propio.

Después de romper el hielo con fuego, y con el público ya totalmente entregado, se lanzaron con «Todo es de color», una versión del clásico de Lole y Manuel, que nos hizo bailar y nos puso el vello de punta a la vez. Si hay algo que musicalmente nos gusta y nos parece interesante es la capacidad de algunos artistas de coger canciones de otros y hacer versiones completamente diferentes y con un sello personal. A nosotros eso nos parece algo muy complicado, y todas las que ha hecho Vinila hasta el momento nos parecen pura maravilla, como «Pena, Penita, Pena» o «La Llorona», de las que también pudimos disfrutar en el repertorio de la noche.

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Durante toda la actuación, Vinila y sus músicos se mostraron cómodos en el escenario, a pesar de ser, en palabras de la propia Vinila «el escenario más raro» en el que habían tocado, «es que no sé si cantar pa allá o pa allá o pa allá», confesó la granadina. Vinila también se mostró agradecida con el público, un público que se deshacía en aplausos tras cada tema y que se entregaba a bailar coreografías como la de «Ali Baba», hacer palmas o a cantar lo que Vinila pidiese.

Además de las mencionadas versiones, Vinila y sus músicos, repasaron su faceta más tropical con temas como «Vinila Masagua» o «Solo para mí», así como su etapa rockabilly, incluyendo en el repertorio temas como «I’ve got my eyes on you» o «Feel like a man», tema que sonó como bis y que puso el broche de oro a una actuación redonda. De hecho, podemos afirmar, sin temor a equivocarnos, que se ha colado en el top 5 de los mejores conciertos que hemos presenciado, no sólo en esta sala, sino de toda la vida de quien escribe estas palabras.

Y esto no sólo se debe a los temas ni a la arrolladora personalidad de Vinila, sino que si nos fijamos en el buen sonido, el buen hacer de sus músicos, la gran capacidad interpretativa de Vinila -que canta hasta con los ojos y las manos-, lo cuidado del aspecto estético, y le unimos como guinda su espontaneidad, resulta un cóctel que te hace disfrutar durante algo más de una hora, te hace bailar y te hace olvidarte del mundo. Y, además, no te da resaca. Nosotros nos unimos a nuestra compatriota almeriense que cuando fue preguntada por Vinila si estaba disfrutando el concierto respondió con «Poh ya veh». No se puede describir mejor con menos palabras.

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