Como cada año, la llegada de la época estival a la capital viene acompañada por Casa Corona y su ciclo de conciertos, que siempre promete grandes noches de música.

Nuestra primera vez de este 2019 no podía ser mejor, porque debutábamos con un artista de esos por los que sentimos auténtica debilidad. Y no sólo por los sentimientos que nos evoca y la gran cantidad de grandes momentos que nos ha brindado a lo largo de las ultimas dos décadas, sino porque, más allá de nuestras filias, Xoel López, cantante, multiinstrumentista, poeta… es sin lugar a dudas uno de nuestros artistas más grandes. Difícil empezar mejor nuestro particular ciclo en Casa Corona.

Aunque estaba anunciado a las 20.30, la hora era, como suele ser demasiado habitual en Madrid, sólo orientativa y, para cuando por fin accedimos al recinto, el reloj se acercaba peligrosamente a las 21.30. La noche era de las de lleno hasta la bandera, con todas las entradas vendidas a la velocidad de la luz y mucha gente merodeando por las inmediaciones para ver si había alguna sobrante -quién firma estas líneas llegó por los pelos y, hace varias semanas ya, compró literalmente la última disponible-.

Lo bueno del retraso en el acceso es que después la espera fue breve y apenas se hubieron colocado los últimos espectadores, aparecieron en escena Adrián Seijas, Charlie Bautista y Xoel López, abriendo fuego casi sin dilación a ritmo de ‘Insomnio’.

Sueños y pan -el tercer largo del coruñés publicado ya bajo su propio nombre- iba a acaparar una parte significativa del repertorio, aunque dejando algo de cabida a temas de discos anteriores e incluso a alguna concesión a los tiempos de Deluxe. Así, ‘A serea e o mariñeiro’, de nuestras favoritas de Paramales, se colaba tempranera antes de que el trío enlazase ‘Lodo’ y ‘Madrid’.

La buena sintonía entre el gallego y sus dos compañeros de batallas se iba a hacer palpable durante todo el concierto, entre miradas, bromas y más de un gesto cómplice. Eso sí, buena parte de su tradicional rol de hombre orquesta la iba a asumir en este caso Adrián que, en su flanco derecho, iba combinando la percusión en casi todas las formas imaginables -de los cascabeles que adornaban su pierna derecha, pasando por la conga o la pandereta del pie- con la guitarra acústica y los coros.

Tras ‘Hombre de ninguna parte’, Xoel invitaba a Ede Little a sumarse a ellos para la que acabaría siendo la única concesión a Deluxe -aunque sobre el papel se preveían un par de extras más que no llegarían a sonar-. «Aunque la compuse para mí, cuando la estaba haciendo me la imaginaba en la voz de una mujer.» Y así, en voz femenina, sonó en Madrid ‘Quemas’.

No abandonó Ede las tablas tras ella, sino que se quedó un tema más para hacer las veces de Miren Iza en ‘Frutos’.

El ambiente se mantenía distendido, mientras en Madrid terminaba de caer la noche y aflojaba algo el calor. Xoel, Adrián y Charlie contiuaban con su particular revisión del recorrido sonoro que el gallego ha ido plasmando en los últimos años y los temas de Atlántico, Paramales y Sueños y Pan se iban alternando, de ‘Antídoto’ a ‘Patagonia’ pasando ‘Por el viejo barrio’. El público observaba atento, entre respetuoso y tímido, contenido salvo en momentos puntuales, pero especialmente sonoro en los aplausos.

Una referencia a Peter, Paul & Mary al explicar este formato trío con el que están presentándose por distintos puntos del país servía al gallego para sondear al respetable. «¿Cuántos de aquí los conocéis? ¿Y a Simon y Garfunkel?».

Al concierto empezaba a quedarle poco y tras volver a las más recientes criaturas, con ‘Jaguar’ y ‘Cometa’, ‘Tierra’ iba a ser la antesala de la despedida. Arengado por el gallego, el público se soltó un poco más en la despedida en falso que fue ‘Todo lo que merezcas’ y, sabedor de que la cosa iba tocando a su fin, terminó de animarse cuando tras los ‘¡Otra! ¡Otra!’ los tres músicos regresaban al escenario para despedirse con ‘De piedras y arena mojada’.