Visto y no visto. Ese es el mejor resumen de una noche que dejó a más de uno con cara de tonto. Fueron 40 minutos escasos los que el cuarteto londinense Veronica Falls pasó sobre las tablas del Teatro Lara para incredulidad y decepción de muchos. En un concierto que, además, venía precedido de una espera más larga de lo normal después de que la banda tuviese que cancelar su gira por nuestro país el pasado mes de octubre y posponer los conciertos previstos hasta febrero.

Antes de todo eso, nos había tocado esperar en el hall que da acceso al patio de butacas durante más de tres cuartos de hora hasta que pasadas las once –la hora prevista para el concierto eran las diez y media- por fin nos dejaron acceder a nuestros asientos.  No era ése, no obstante el final de la espera. Aún hubo que aguardar algunos minutos más hasta que Simone White, encargada de abrir la velada, hiciese su entrada acompañada únicamente de su guitarra acústica. Un par de canciones después se unirían a ella un baterista y una teclista. Aunque el público se mostró en todo momento respetuoso, la reacción ante la norteamericana y su propuesta no pasó de correcta. Tal vez demasiado tranquila, tal vez demasiado fría… el caso es que no llegó a conectar con un público al que quizá la espera se le estaba haciendo demasiado larga.

Escasa media hora después tocaba relevo sobre las tablas. Entre medias, técnicos dejándolo todo a punto y los propios integrantes de Veronica Falls dando los últimos ajustes a sus instrumentos. Abandonaron el escenario para volver segundos después y empezar, ya sí, su actuación. El reloj marcaba la medianoche.

Los cuatro miembros de la formación londinense se mostraron más bien tímidos desde el principio. Arrancaron a ritmo de “Right side of my brain” y “My heart beats”, y aunque el público les recibió con ganas y los músicos le instaron a ponerse de pie y bailar, costó un poco entrar en calor y las mejores sensaciones empezaron a llegar con “Waiting for something to happen” y “Bad feeling” –la sexta en sonar- que ya sí consiguió que la gente se levantase de sus asientos, la mayoría para no volver ya a ocuparlos.

Sin mucho respiro fueron enlazando canciones de sus dos discos y demasiado pronto anunciaron que les quedaban apenas un par de temas. No eran ni las 12:30. Sonaron “Teenage” y “Come on over” y, efectivamente, se despidieron, aunque sólo tardaron unos segundos en reaparecer para decirnos que les daba tiempo a hacer una más. “Old or new?” preguntaron.  Al final ni lo uno ni lo otro; se decantaron por una versión de “Starry eyes” de Roky Erickson. Y se marcharon. De verdad. 12:40. Y no sabemos si la culpa es suya, del teatro o compartida, pero se nos quedó un poco cara de tontos al final de una velada en la que había sido más larga la espera desde que nos cortaron las entradas hasta que nos sentamos en las butacas que el propio concierto.

Sí, sonó muy bien y el cuarteto londinense no se defiende mal sobre las tablas. Sí, sus frenéticos ritmos de guitarra –aunque a veces algo repetitivos- tienen un cierto poder hipnótico. Y sí, temas como “Tell me”, “Bad feeling”, “Found love in a graveyard” funcionan estupendamente en directo. Pero eso de “lo bueno, si breve, dos veces bueno” no siempre vale.

Álbum de fotos

Veronica Falls (Madrid, Teatro Lara 01.02.2013)

1. Right side of my brain
2. My heart beats
3. Beachy head
4. Broken toy
5. Waiting for something to happen
6. Bad feeling
7. Stephen
8. Tell me
9. Found love in a graveyard
10. If you still want me
11. Wedding day
12. Teenage
13. Come on over
14. Starry eyes