Cuando un disco nuevo llega a mis manos, lo primero que hago es abrirlo y, tras ponerlo en el equipo, analizo portada y contraportada. Luego, mientras suena voy repasando las letras, y cuando termino la primera escucha leo los agradecimientos (sí es que los hay, porque algunos grupos han prescindido de ellos últimamente). Después hago otras cuantas escuchas, con los cascos puestos para que no me interrumpan los sonidos de la vida cotidiana (coches, motos trucadas -habituales en mi barrio-, música de otros vecinos, etc.).
Entonces, una vez que lo he escuchado varias veces, es cuando creo que puedo empezar a juzgar si lo que he escuchado suena bien, si me transmite algo, si mejora con las escuchas o si por el contrario no soporta un análisis en profundidad… Pues bien, todo este proceso lo repetí con el primer largo de los valencianos The Dirt Tracks, un primer álbum homónimo que llega después de dos EPs y un single que ya me sorprendieron muy gratamente. Sin embargo, con la experiencia que dan los años, uno ha aprendido a no adelantar acontecimientos, así que escuché el disco sin ideas preconcebidas.
El resultado no pudo ser más satisfactorio. Con una calidad en la grabación, que si bien puede tener aspectos mejorables, nada tiene que envidiar a la de formaciones con más trayectoria, The Dirt Tracks ofrecen un trabajo bien estructurado, con un estilo propio y unas composiciones en las que las guitarras caminan a sus anchas entre la potencia y la delicadeza, arropando la voz de su vocalista. Aquí tengo que decir que cuando escucho algunas bandas españolas cantar en inglés me pregunto la razón por la que cantar en un idioma que no se domina, haciendo que quien medio se defienda en la lengua de Shakespeare sienta bastante rechazo al escucharles. A Dios gracias, ese no es el caso de The Dirt Tracks, y tanto por su sonido como por su habilidad con el idioma, es de entender que hayan tenido una gran aceptación en países como Reino Unido y Alemania.
El orden de los cortes del disco me parece que está muy bien escogido, comenzando por un tema casi sin letra, que sirve para introducirse en el universo sonoro de la banda, seguido por el original tema “Kaleidoscope” (del que ya os hablamos hace unos meses) y la alternancia de temas que nos llevan de territorios luminosos (“Bloop”, “Midline”) a otros más oscuros (“Bit Train”, “Pulse”). Poco después del ecuador del disco, un tema de comienzo melódico pero con una gran subida de energía hacia el final gracias a la percusión, nos sirve como una señal que identifica que se acerca el tramo final. Es habitual que lo último que escucha uno de un disco suela ser lo que más se recuerde y parece que The Dirt Tracks son conscientes de ello, porque los tres últimos temas son tres pinceladas de muestras de la paleta que vienen a mostrarnos. El triplete final comienza con un tema donde la melodía y las voces son los protagonistas, seguido por otro muy guitarrero y una última canción que alterna partes melódicas con otras de potente percusión, logrando un gran efecto.
No quiero pasar por alto la originalidad en el diseño del arte del disco, sencillo a la par que elegante en los colores escogidos, pero destacando la forma de maquetar las letras del libreto, saliéndose de los cánones a los que estamos acostumbrados.
En resumen, no podemos hacer otra cosa que no sea recomendaros encarecidamente que escuchéis la música de The Dirt Tracks, seguro que después no hará falta que os empujemos para que vayáis a verles en directo y compréis su disco.
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Próximos conciertos:
– 25/10 en Sala Planta Baja (Granada)
– 26/10 en Sala Rojas (Murcia)
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