Este año se cumplía el décimo aniversario de B-Side Festival, así que para celebrarlo como se merecía, la Organización preparó todo un fin de semana de música en Molina de Segura, con conciertos gratuitos en diversas plazas del pueblo, sesiones djs y algunos talleres, además de las actuaciones en el recinto habitual -con una oferta de abono para las dos jornadas con CD recopilatorio del aniversario a un precio muy atractivo-.
Por fin llegó el ansiado viernes 12 de septiembre. La intención de salir pronto de trabajar se quedó en eso, así que en cuanto pudimos pusimos rumbo a Molina de Segura. Queríamos llegar pronto al recinto, para evitar colas, pero este año cambiamos del hotel que conocíamos a otro más cercano –supuestamente- y nos salió el tiro por la culata. Como novedad, en esta edición se habían habilitado más aparcamientos en los alrededores así que aparcar el coche fue tarea fácil. Cuando llegamos al recinto acababan de abrir las puertas y tras acreditarnos accedimos sin problemas. Todo muy bien organizado.
El arranque del décimo aniversario corría de la mano de Fangoria, única formación en actuar en el Estadio Sánchez-Cánovas aquella noche. Se acercaba la hora anunciada para el comienzo y la gente seguía entrando en masa. Con media hora de retraso -margen más que suficiente para que entrase la mayoría de asistentes- hacían su aparición en el escenario Alaska y Nacho Canut acompañados de Rafa Spunky (coros y guitarra) e Ikerne Giménez (guitarra) además de su cuerpo de baile habitual.
Abrieron su actuación con “No sé qué me das”, el tema más radiado de su álbum Naturaleza Muerta (Subterfuge, 2001) -con el que el proyecto Fangoria llegó “al gran público”-. El tema resultó muy buena elección porque con él se metieron en el bolsillo al público desde el minuto uno. Con un juego de luces bastante vistoso y unas coreografías muy bien ejecutadas, el espectáculo apuntaba a éxito seguro. Sin pausa engancharon con “Antes o después”, de su último trabajo de estudio Policromía (Warner, 2013). Terminado el tema Alaska se dirigió al público “Hace años que queríamos estar en este festival, 10 años, desde que empezó, y hoy estamos aquí; es vuestro y nuestro porque estamos solos” –haciendo referencia clara a que no había más grupos programados esa noche en el recinto-.
Volvieron a la carga con “Arquitectura efímera”, pero con unos arreglos diferentes a los que conocíamos, que, si es cierto que encajaban bien, seguímos prefiriendo los originales. Sin mucho tiempo para recuperar el aliento se fueron sucediendo temas de toda su discografía como “Para volver a empezar”, “Más es más” o “Lo tuyo no es normal”. Con “Absolutamente” hicieron un guiño a la manchega más universal, cambiando la letra por “…Quien pondrá la vela a Sara Montiel…” con una gran ovación por parte del público.
“Perlas ensangrentadas” sirvió para echar la vista atrás de nuevo y conseguir ese karaoke unánime que se produce con esos temas más conocidos y representativos, algo así como lo que Raphael llama sus “joyas de la corona”. Tras el tema, la banda se retiró diciendo que “Cómo estábamos solos esta noche, hemos invitado al Ballet New Fantasía”. Salió el cuerpo de baile para interpretar un tema que mezclaba ritmos y bases conocidos pero con letra modificada, además de incorporar un fragmento de “Bailando” a modo remix.
Terminado el espectáculo del Ballet New Fantasía, el grupo al completo volvía al escenario con un vestuario distinto para seguir despachando temas como “Hombres”, “Criticar por criticar” o “Tormenta solar perfecta”. El ritmo era trepidante y cuando quisimos darnos cuenta estábamos afrontando la recta final del concierto con “Dramas y comedias”, “¿A quién le importa?” y “Desfachatez”. Pero el público no quería dejarles marchar; seguían queriendo más, así que pocos minutos después volvieron a salir interpretando “Piensa en positivo”. Finalizado el tema se despidieron definitivamente “Nos vamos, que mañana tenéis mucho festival por delante”, poniendo el broche de oro con “Ni tú ni nadie”, provocando así el enésimo karaoke colectivo –perdimos la cuenta de cuántos hubo durante la velada- y dejando a los presentes con un gran sabor de boca. “Alaska no tiene una gran voz, Alaska hace playback, a ese concierto va gente rara…” son algunos de los comentarios que escuchamos o leemos acerca de los directos de Fangoria, pero desde este blog podemos asegurar que durante la hora y media de concierto presenciamos un espectáculo muy preparado y que nos hizo olvidarnos del mundo, bailar y cantar como si no hubiera un mañana.
La música en el recinto terminaba, sí, pero sólo en el recinto, porque en el Parque de la Compañía estaba programado un concierto de Miss Caffeina a medianoche. Así que salimos raudos del recinto y pusimos pies en polvorosa –literalmente- por el camino que nos indicó amablemente un guardia urbano para llegar lo antes posible al citado parque. Cuando estábamos a unos cien metros empezaron a sonar unos acordes que conocíamos de sobra -“Mi rutina preferida”- así que hicimos un sprint final para no perdernos nada. Al llegar pudimos comprobar que coger buen sitio era misión imposible; no cabía un alfiler, así que nos colocamos en un lateral. Siguieron con “Ley de imposibilidad del fenómeno” y el público estaba ya comiendo de la mano de la banda, que se los había ganado ya con el primer tema. Entre el público era patente que había mucho “fan” pero también mucho “arrastrado”, esos que Vega dicen que van a sus conciertos por acompañar, pero que al final salen tan encantados o más que a los que van a acompañar.
Sin mucho descanso continuaron con “Gigantes” -una de nuestras preferidas del último disco- y “Lisboa”. Entonces Alberto se dirigió por primera vez al público para presentar un tema. “Cuando vamos a tocar a festivales o sitios con más grupos y tenemos menos tiempo, éste es uno de los temas que quitamos, pero como hoy estamos solos, vamos a hacer un concierto largo” y se lanzaron a interpretar “Superhéroe”. Después vino “Mecánica espiral”, que nos pareció más lenta, en tonos más bajos y algunos nuevos riffs de guitarra, así que supusimos que la habían “revisitado” como dicen algunos artistas. La nueva versión nos gustó, pero la original la tenemos tan en el sentido que va a ser difícil desbancarla.
El concierto siguió su curso alternando temas de toda la discografía de la banda como “No mienten”, “Tormento”, “Capitán” o “Ley de gravitación universal”, además de temas de otras artistas, como el que le tomaron prestado a Zahara para De Polvo y Flores (Warner, 2013), “Luciérnaga”, o el que han grabado junto a Francisca Valenzuela, “Buen soldado”.
Tras “Cabaret” anunciaron la despedida, ante lo que la gente se desgañitó gritando “¡Nooooo!”. Alberto respondió con un “Nos vamos… guiño-guiño,” así que, tras dar las gracias por la buena acogida en su primera vez en Molina de Segura, interpretaron “Modo avión” y abandonaron el escenario. Aunque había sido una despedida en falso en toda regla, la gente no escatimó en pedir “¡Otra, otra!”.
Los cinco componentes volvieron al escenario para interpretar unos bises en los que el protagonismo se lo llevó completamente su último trabajo de estudio. Así, sonaron “Venimos”, “Disfraces”, “MM” y “Hielo T”, logrando una recta final del concierto de alta intensidad, no apta para corazones sensibles. Hemos visto a Miss Caffeina en directo unas cuantas vece,s tanto en conciertos propios como en festivales (algunas antes de existir este blog), y, sin ningún género de dudas, la actuación del viernes en Molina de Segura se coló en el ranking de las tres mejores. No es que sonaran muchísimo mejor que otras veces –más o menos suelen sonar bien y ésta no fue una excepción- pero el viernes hubo “eso”, ese algo que no se puede explicar con palabras –al menos yo no soy capaz- y que hizo de su concierto algo especial.
Terminado el concierto una avalancha humana corrió hacia los laterales del escenario para llamar a gritos a los músicos y conseguir la ansiada foto o dedicatoria. Nosotros optamos por retirarnos; la fiesta seguía con Djs pero llevábamos en pie desde las 7 de la mañana y sin comer desde el almuerzo, así que pusimos rumbo al aparcamiento y en el camino pillamos algo para comer, porque había que reponer energías, que todavía quedaba mucho B-Side por delante.