Almería es una ciudad tranquila y los domingos por la tarde el centro parece un páramo desierto, sobre todo en los meses de otoño e invierno. Sin embargo –y esperando que siente cátedra- el pasado domingo el Área de Cultura del Ayuntamiento de Almería programaba un concierto en el Teatro Apolo con motivo de la presentación del nuevo disco de la banda local ROY, a la que no veíamos en vivo desde el Día de la Música del año pasado.
A la hora y día señalados llegamos al pequeño teatro en el que hemos presenciado muchas buenas películas, conciertos y obras de teatro. Para quien escribe estas líneas el marco elegido resultaba una gran opción, porque a pesar de que en un teatro el público se corta un poco a la hora de bailar e interactuar, la acústica y la iluminación son muy buenas.
Pasan 5 minutos de la hora cuando suena el timbre y se atenúan las luces, para pocos minutos después volver a sonar y dejar la estancia completamente a oscuras. El telón, que estaba bajado, comienza a subir mientras empiezan a sonar los acordes de la intro de “Invencibles”, canción que también abre el disco que nos van a presentar. Un tema que va de menos a más en intensidad y que es recibido con una calurosa acogida por parte del público. También comprobamos que José Serrano (voz), Luismi Sierra (guitarra y teclados), José Terol (batería) y Antonio Sánchez (bajo) vienen acompañados para la ocasión de José Antonio Villodres, encargado de percusiones y metales.
Sin apenas descanso siguen con “Cobarde”, de su primer y homónimo EP y uno de los temas que más nos gustan. Tras los dos primeros temas que rompen el hielo, se dirigen al público para preguntar si se escucha bien, y ante la respuesta afirmativa la banda responde “Si que vais a decir, si sois amigos”. Según la banda, la mayoría del público presente son familia y amigos, entre los que se pueden ver muchos miembros de otras bandas locales (Cables Cruzados, Kike Parra, Los Vinilos, Elfindelmundo…).
Sin pausa pero sin prisa reanudan el concierto con “Fría y de Metal” –con gran protagonismo de las cuerdas- y “Denuedo”, en el que piden ayuda para los coros, consiguiendo que todo el público les acompañe. Es un día especial y suponemos que deben estar nerviosos pero no se les nota, están sonando bien y se les ve cómodos sobre el escenario. Se alternan temas del EP como “Quizás a otra ciudad” con los del largo como “Desperfectos” o “Nena”.
Tras “Altura” la banda anuncia “Vamos a ponernos serios, vamos con un tema que se llama El Tren y para nosotros es muy significativo”. Mientras suena el tema desaparece la portada del disco que adornaba el escenario y en su lugar aparece proyectado el videoclip de la canción. Cuando termina el tema los músicos abandonan de uno en uno el escenario y, al finalizar la proyección, con el escenario vacío y las luces atenuadas, sigue sonando la melodía. El grupo vuelve al escenario y José, el cantante, baja a la platea a abrazar a alguien.
Para romper un poco con la intensidad y el sentimiento que ha inundado las butacas del Teatro Apolo, la banda anuncia que es momento de darle ritmo al cuerpo, y entonces suena el tema que da nombre al disco, “101”. Por fin la gente se pone de pie y baila. Con “Zombies” anuncian la despedida y el público pide más a gritos. Entonces dicen despedirse con “Noche de Reyes”, en la que José y Antonio empiezan sentados en el filo del escenario y acaban en el pasillo entre las butacas, con todo el mundo arropándolos con gritos y aplausos, gritando “Otra, otra” al finalizar el tema.
Con todos de vuelta en el escenario, José presenta a toda la banda y se lanzan con los agradecimientos –para nuestro pesar parece que la despedida ya es real- para los trabajadores del Teatro Apolo, Raúl Parra al sonido, Antonio Clares,… Para poner el broche de oro a la actuación eligen uno de sus temas más movidos y con el que es imposible no ponerse a bailar, “Honey Honey Club”. Y así, con ese ritmo tan pegadizo todavía resonando en nuestros oídos, ponemos rumbo a casa felices de haber presenciado un buen concierto y esperando que la música de ROY llegue a muchos más oídos, porque lo bueno hay que compartirlo.
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