Cuando el pasado mes de agosto nos perdimos el paso de Martirio y Raúl Rodríguez por la Sala Chamán –estábamos a 800km, en el Sonorama- se nos quedó una espinita clavada por no poder estar en todos los sitios donde el corazón nos llama. Pero la vida te da sorpresas y a veces éstas son agradables, como este caso. Al anunciar el Ayuntamiento de Almería que Martirio actuaría en la Plaza Vieja con motivo de la Feria del Libro, pusimos un círculo rojo en el calendario, y, a pesar de ser un día entre semana y algo temprano, no faltaríamos a no ser por causa de fuerza mayor.
Llegó el día y estaba siendo una semana bastante intensa en el trabajo, llegando tarde a casa todos los días y faltándonos horas en el día. Sin embargo, a veces hay que saber cuándo parar y nada mejor para desconectar y resetear que dejarlo todo y poner pies en polvorosa a un concierto de los que ya sabes que no vas a olvidar nunca.
Llegamos con el tiempo justo a la carpa Juan Ramón Jiménez, una estructura bien acondicionada –hasta con asientos- instalada en la Plaza Vieja. Comprobamos que el aforo estaba casi completo –exceptuando algunos asientos sueltos reservados para acompañantes que llegaban tarde-, pero a quien escribe estas líneas no le importó quedarse de pie al fondo de la estancia con tal de disfrutar del espectáculo.
Raúl Rodríguez salió a escena solo y arropado por los aplausos de los presentes comenzó a tocar la guitarra. Pocos minutos después apareció la mujer, el icono, el mito que todos los presentes estaban esperando. Martirio irrumpió en escena y la gente la recibió con aplausos y ovaciones. Para abrir la primera parte del espectáculo, centrada en canciones inmortalizadas por La Chamana, el dúo eligió “Luz de luna”. La expresión “Pelos como escarpias” se queda corta para transmitir el sentimiento que se palpaba en el ambiente. Sigueron desgranando algunos de los temas recogidos en De un mundo raro (Cantes por Chavela) (Universal Music, 2013) como “La Llorona” o “El Andariego”. Especial mención merece el tema “Sombras” y la presentación que Martirio hizo del mismo, un breve monólogo tragicómico sobre la ruptura de una relación y la caída en una depresión con el que gran parte del público se vio identificado. Cerraron la parte dedicada a Chavela Vargas con “Las Simples Cosas”, con una interpretación magistral cargada de sentimiento.
En la segunda parte del espectáculo Martirio y Raúl Rodríguez repasaron éxitos de toda la trayectoria de la intérprete. Con “Noches de boda” quedó patente que “cuando Sabina se pone, se pone”, y el tema versionado y en la voz del Martirio adquirió nuevas dimensiones. La interpretación de “Volver” -tema que más de uno ha conocido gracias a Pedro Almódovar y Estrella Morente- casi nos saca una lagrimilla. Boquiabiertos nos quedamos con la versión en inglés de “La Bien Pagá”, un ejercicio de elegancia acompañado de un abanico muy bien movido por la artista. Emotivo recuerdo para el desaparecido Carlos Cano con “María la portuguesa”, por su lucha por la copla cuando muchos la denostaban.
El tema “Compuesta y sin novio” nos hizo mover los pies –aunque nos cortamos un poco y no llegamos a bailar- y además nos recordó el concierto de su gira por su 25 aniversario al que asistimos en El Ejido. Antes de darnos cuenta, había pasado hora y media y Martirio y Raúl anunciaban su retirada. Pero el público pedía más, así que llegó el primer bis: “Ojos verdes”, uno de los temas que no puede faltar en los conciertos de la artista, ya que aunque ha sido versionado por muchos, la personalidad y el arte con que lo defiende Martirio es difícil de igualar. Además, durante el tema y por unos breves instantes, Martirio se quitó las gafas oscuras y dejó paso a Maribel Quiñones como regalo para los presentes, que pudimos observar sus preciosos ojos verdes por los que no pasa el tiempo. Parecía que ya había terminado todo, pero el público pidió las “Sevillanas de los bloques” y la artista tuvo a bien complacer a los presentes cerrando así con el festivo y archiconocido tema.
Mientras poníamos rumbo a casa sin haber cenado y algo cansados después del largo día hicimos balance y nos dimos cuenta que a pesar del cansancio no nos hubiéramos perdonado faltar a la cita con una artista que representa lo que para nosotros significa la independencia: seguir el propio criterio sin importar lo que “se lleve” o “lo que venda” y defenderlo de la mejor manera posible.