El ritmo casi insano que llevamos últimamente amenaza con acabar con nosotros. Y, a veces, pone en riesgo más de uno de nuestros planes. Pero hay semanas que sabes que no pueden ser de otra forma. Y si, al día siguiente de un bolo tan especial como el de The Bright en el Museo Cerralbo, te programan un mano a mano entre Iván Ferreiro y Zahara, pues, oye, ya descansaras el fin de semana. O no.
A la cita en la Sala Copérnico llegamos a ras. Pero a ras del todo. Huida del curro con el margen justo, un par de contratiempos y cuando por fin nos sentamos en la sala, el sarao estaba a punto de empezar. Y teníamos el privilegiado honor de verle la nuca a todo inquilino del ajustadísimo escenario. Pero allí estábamos.
Unos minutos después de las nueve, Miki Nadal ejercía de maestro de ceremonias. A nosotros nos hizo menos gracia de lo normal, pero teniendo en cuenta que aun intentábamos respirar a un ritmo normal, probablemente fuese cosa nuestra. Nos anunció que, aunque pareciese imposible, hasta 4 músicos iban a compartir el escenario y que iban a tocar en todas las combinaciones posibles. Separados, juntos, revueltos. Y así, como premisa, no sonaba nada mal.
Abría fuego ella, la de Úbeda, que después de una de esas presentaciones tipo club de la comedia marca de la casa, terminada a diez palabras por segundo, se lanzaba con “Int. Noche”, sola, con su guitarra, antes de que se uniese también Martí Perarnau para la segunda, «La gracia”. Cuando terminó el corte que abre Santa llegaba el momento de que se sumase Iván a la fiesta. Gafas, camisa, chaleco y corbata y, desde nuestra perspectiva, muy delgado, el vigués se sentaba al piano y dejaba sitio en el banco para que le acompañase Zahara y hacer juntos una ya habitual, «Leñador y la Mujer América».
En el inicio de un vaivén de músicos que se mantendría hasta el final, Zahara salía del escenario y el que entraba era Amaro y la primera del repertorio Ferreiro que sonaba era «Jetlag». A Iván, inmerso en el proceso de creación de su nuevo disco, se le notaba especialmente relajado y más simpático y parlanchín de lo normal. Sobre todo, cuando los cuatro músicos compartían el reducido espacio. Quizás por eso, ninguno de los dos protagonistas pasaba demasiado tiempo sólo frente al respetable; no había terminado aún “Jetlag” cuando Zahara y Martí reaparecían y «Tristeza» se convertía en la primera canción que compartían los cuatro. Era imposible no notar el buen rollo extremo que había sobre el escenario. Incluso desde nuestro sitio se veía claramente la sonrisa de oreja a oreja que lucían los protagonistas de la noche. Y eso, por si a alguien le quedan dudas, es más de la mitad del éxito.
Llegaron entonces «General Sherman y cómo Sam Bell volvió de la Luna», que a dos voces vuelve a su estado natural, y una de nuestras favoritas del repertorio. Siempre lo es, pero en esta ocasión aún más de lo habitual, porque la versión de » Ciudadano A» que se marcaron fue, para nosotros, uno de los grandes momentos de la noche sin duda.
Una nueva desaparición de Zahara, que se sentaba entre el público como una espectadora más, daba pie a uno de los momentos más «Iván» de la noche. El gallego se arrancaba con The Cure y a base de «na na na» tocaba los primero compases de «Boys don’t cry». Pocos en la sala parecían capaces de acompañarle pero en cuanto las notas le fueron llevando a uno de los clásicos por excelencia de Los Piratas, la sala se volvió un coro de voces. «Es increíble que no os sepáis el puto «Boys don’t cry» de The Cure y os sepáis esta mierda,» decía antes de meterse ya de lleno en «El equilibrio es imposible», una noche más, de las más coreadas por el respetable.
«Camino a L.A.», envuelta en efectos que la dejaban a medio camino entre la psicodelia y la ciencia ficción, abría la recta final antes del turno de preguntas y precedía, además, a la única novedad de la noche. «Me gustaría estrenar una canción nueva,» decía Iván, «y creo que no hay mejor forma de cantarla que con la media Zeta». Nos avisaba de que tenía una letra larga y se ponía manos a la obra con el estreno a dos voces.
“Ya nos vamos a ir; ponen un resumen de Top Chef”. Anunciaba así Ferreiro la primera despedida y abría un pequeño debate televisivo antes de ponerle los coros a Zahara en «El deshielo» –“Letargo,” le decía ella divertida. “Él dice verano…”-.
«Alien vs. Predator» y Ferreiro haciéndole ‘su baile especial’ a Zahara dejaban paso al turno de preguntas, con la reaparición de Miki Nadal para abrir fuego con la primera. «¿Qué hay entre vosotros, que no hacéis más que daros abrazos cada dos canciones?». “Nada. A mí me cae fatal,” contestaba Zahara. “Yo pregunté por Chenoa…,” replicaba Iván.
No daba la cosa mucho de sí; el público estaba comedido en exceso y pocos eran los que se atrevían con los micros que circulaban por la sala. Las pocas preguntas que sí se lanzaban iban dirigidas al gallego -que ya había anunciado que mentiría en todas-. “Claro,» decía Zahara, «como yo os contesto a todo en las redes…».Tras la breve entrevista popular, la noche volvía a su cauce más natural. Zahara volvía a tomar la iniciativa mientras Iván pedía silencio en la sala. Y era, además, un silencio más necesario aún que en el resto de la velada, porque la de Úbeda se lanzaba con uno de sus momentos desenchufados y, guitarra y voz, se paseaba entre el público a ritmo de “Olor a mandarinas”.
No quedaba ya casi nada. Amaro e Iván quemaban el penúltimo cartucho con “Como conocí a vuestra madre” entre las palmas controladas del respetable –“Si vais a dar palmas desde el principio, aguantad hasta el final. Si vais a empezar para luego parar… es una bajona. Es preferible que esperéis hasta el final a que nos dejéis tirado a mitad de canción”-. El último después era ya algo inevitable. Porque aunque el vigués había bromeado con no tocarla, nadie había llegado a creérselo. Eso sí, antes de poder entonar entre todos “Turnedo”, los cuatro músicos iban a pasar unos cuantos minutos jugando con nosotros. Empezaban con “Diecinueve” de Maga y, después, “It’s only Rock&Roll” se convertía en el eje de una serie de versiones iban eligiendo y cantando cada uno de los músicos, de “Jessica” de Adam Green a “You can’t always get what you want”, pasando por “Teenage wasteland”, “In between days”, “Flaca”, “Toxicosmos” e “Insurrección, antes de que los coros de “Colillas en el suelo” diesen, por fin, paso a la gran esperada. Y a nosotros al menos no se nos podría haber ocurrido un mejor final.
Y es posible que se le pudiesen poner unas cuantas pegas a la noche. Al local, al incesante murmullo, al repertorio –porque todos siempre pensamos en aquella que nos ha faltado-. Pero, al final, es difícil hacer un mal balance. Porque son este tipo de experimentos los que engrandecen la música. Y ver disfrutar a unos músicos es la mejor manera de disfrutar. Con ellos. De ellos. Así que esperemos que sean muchas más.
Álbum de fotos
Iván Ferreiro & Zahara (Cómplices de Mahou, Sala Copérnico – 22.10.2015)
- Noche
- La gracia
- Leñador y la Mujer América
- Jetlag
- Tristeza
- General Sherman y cómo Sam Bell volvió de la Luna
- Ciudadano A
- El equilibrio es imposible
- Camino a L.A.
- Piensa en mí
- El deshielo
- Alien vs. Predator
- Olor a mandarinas
- Como conocí a vuestras madre
- Turnedo