Hace seis años Amaral hacia su primera incursión en directo en la capital británica y nosotros, que aún no éramos erizos pero sí amigos, decidimos que era una excusa perfecta para acercarnos también a Londres.
Los maños vuelven a Londres este domingo 5 de Febrero con su Nocturnal Solar Sessions y nosotros aprovechamos para recuperar lo que escribimos de aquella primera vez.
Amaral (Londres, Sala Scala – 29.01.2011)
Era el debut de Amaral sobre las tablas londinenses, la primera de dos noches consecutivas en la sala Scala. Y estuvo bien. Sin más.
Aquellos que viviesen el directo de los maños por primera vez alucinarían -como nos ha pasado a todos- con la voz de Eva; disfrutarían del toque tan personal de Juan a la guitarra y, seguramente, tampoco les pasase inadvertida la energía de Coki a la batería, la contundencia del bajo de Iván o la intensidad de Octavio con su Telecaster. Para aquellos que todo eso ya lo damos por sentado, el bolo fue correcto. Quizá nos hemos vuelto muy exigentes o tal vez ellos, con su gran hacer, nos han malacostumbrado.
Que nadie lo entienda mal: se mostraron muy enérgicos desde el primer minuto, la voz de Eva sonó espectacular -sobre todo con ese final de «Sin ti no soy nada» que sigue poniendo los pelos de punta y que, esta vez, cerró la parte principal del concierto, y con la terna que enlazaron en los primeros bises («Estrella de mar», «El universo sobre mí» y –especialmente- «En sólo un segundo»)- y hubo detalles nuevos bastante interesantes, como la transición instrumental entre «Concorde» y «Kamikaze» con la que ya desde el inicio insinuaron un concierto cañero.
Pero, quién sabe si por contagio, el espectáculo -igual que la noche londinense- resultó frío, distante. Algo inesperado, si tenemos en cuenta que entre expatriados y turistas ocasionales era prácticamente como jugar en casa. El repertorio trajo pocas sorpresa, con una mayoría de temas más que habituales en las ultimas giras y sólo cuatro concesiones: «Un día más», fija en los acústicos, volvió a sonar con toda la banda después de muchos años y pudimos hacernos una mejor idea de cómo sonarán algunos de los nuevos temas al ritmo del bajo y la batería, aunque el resultado fue desigual: «Esperando un resplandor» sonó más suave, casi algo edulcorada, frente a su debut de guitarra y voz y «Como un martillo en la pared» –la más redonda en acústico- se diluyó entre unos instrumentos que no hicieron justicia a la genialidad del tema. Cumplió con creces uno de los grandes temas de la noche, «Hacia lo salvaje», que sonó brutal, con un gran ritmo de batería y consiguiendo que el tramo final, que en acústico hacía perder fuerza a la canción, le diese un final perfecto y reforzase esa opinión cada vez más generalizada de que los maños no tienen que buscar más: el sexto disco YA tiene título.
En anecdótico se queda que un aparente fallo de comunicación nos dejase sin los dos últimos temas previstos en el setlist: «El mundo al revés» (gran noticia que se decidan a recuperarla por fin y-esperemos- de forma ‘definitiva) y «Si las calles pudieran hablar» (que parece que ha dejado de estar huérfana y ha encontrado su título).