A Fuel Fandango les habíamos visto en muchos escenarios, pero era la primera vez que les íbamos a ver en un auditorio y, sinceramente, teníamos miedo de que el tipo de recinto intimidase a la gente a la hora de levantarse a bailar. Y eso para quien escribe suponía un problema, porque hay temas que, a lo mejor, con esfuerzo, sí que podría contenerme, pero en otros hubiera sido harto improbable.
Al ir con entradas numeradas, llegamos al recinto con un cuarto de hora de antelación, para nuestra sorpresa el público no era muy numeroso, lo que contrastaba con la buena venta de entradas. No sabemos la razón, pero la gente empezó a entrar en masa a las 21h y siguieron entrando hasta casi quince minutos después, momento en el que se apagaron las luces y comenzaron a sonar unos fandangos, interpretados por El Cabrero (o eso creemos).
El primero en aparecer sobre las tablas fue Ale Costa, que se colocó en los teclados y empezó a tocar, uniéndose poco después Pablo Pérez y Carlos Sosa, a la guitarra y la batería respectivamente. Con todos los músicos ya tocando Nita hizo su entrada y juntos abrieron el concierto con “El todo y la nada” y para nuestro alivio, el público en bloque se puso en pie y comenzó a bailar, quedándose de pie durante el resto de la noche.
El concierto de Fuel Fandango es algo complicado de explicar con palabras, porque la música, el arte hecho carne que es Nita (cantando, bailando, zapateando, …) y las luces, crean un espectáculo que es difícilmente transmisible, es algo que ha de experimentar uno en las propias carnes. El sonido, a pesar de que ellos tuvieron claros problemas con él dentro del escenario, en lo que respecta a lo que sonaba por los altavoces lo hacía de lujo. De hecho, el reparo que teníamos porque el concierto fuese en un auditorio, se transformó en alegría, porque pudimos disfrutar de una gran calidad de sonido y un gran juego de luces que difícilmente se podrían encontrar en una sala.
Aunque Fuel Fandango venía a presentar Aurora, el dúo supo elaborar un setlist equilibrado que englobó toda su discografía, sonando así temas como “Talking” de su primer álbum o “Burning” del más reciente. Tras “Monkey” Nita se dirigió a los presentes para contar que estaba “como un pájaro enjaulado”, y es que, si la artista traspasaba la línea de los monitores, todo pitaba, y quiso compartirlo para aclarar “que no es que sea una vinagre”.
El concierto siguió avanzando con temas como “New life” o “Today”, tras el cual Ale Acosta se quedó solo tocando en el escenario. Con el regreso de Nita, Pablo y Oscar volvieron a la carga, sin bajar el ritmo ni dar tregua a un público que tampoco la pedía. Cuando concluyó “Toda la vida”, Ale anunció que se acercaba el final a lo que el público, como era de esperar, respondió con una sonora oposición. Pero tras “Shiny soul”, la formación abandonó al completo el escenario mientras el público aplaudía, silbaba y pedía más.
Pocos minutos después volvían a escena y daban las gracias por el apoyo y confesaban que “a pesar de los problemas técnicos, nos los hemos pasado genial, y esperamos que vosotros también”. Abrieron la tanda de bises con “Medina” seguida de “Always searching” para cerrar -no sin antes repasar y agradecer a todo el equipo su trabajo- con “Salvaje”.
Si hay una expresión que resume el concierto es la de “derroche de energía”, que sí, que puede sonar manida, pero es que es la que más se ajusta a la realidad. Y esa energía que se proyectó desde el escenario llegó íntegra a un público, que, como si de electrones se tratasen, vibró, se excitó y subió a un nivel superior (¿os acordáis del modelo atómico de Bohr?). Así que desde El Erizo Albino sólo podemos recomendar que, si el Aurora Tour llega a vuestra ciudad, no dejéis pasar la oportunidad de disfrutar del espectáculo, no os arrepentiréis.
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