Cuando anunciaron que la gira de Havalina hacía parada en Madchester Club no dudamos ni un segundo en hacernos con las entradas. No fue hasta casi llegada la fecha del concierto cuando nos enteramos que acudían a la cita en compañía de otro grupo, Lázaro. De Lázaro nunca habíamos oido nada, ni teníamos referencias, así que nos presentamos en Madchester Club un poco a la expectativa de lo que vendrían a ofrecer.
Lo de ir a conciertos de grupos que no conoces puede parecer una actitud algo kamikaze -aunque aquí íbamos a lo seguro con Havalina-; pues sí, algunas veces la experiencia no es satisfactoria. Pero cuando en casos como éste, se te presenta un grupo que no conoces de nada y te conquista desde el minuto 1, es una sensación indescriptible. Lo de Lázaro, a ver como lo explicamos de forma breve, ¿habéis visto un anuncio de hamburguesas en el
que dicen «es que tenía mucho de lo bueno»? Pues eso sentimos con Lázaro, que este grupo «tiene mucho de lo bueno».
Lázaro comenzó su actuación a media hora de la medianoche con «Fierce», el tema que da nombre a su primer trabajo discográfico. El grupo compuesto por Juan Manuel Padilla, Rafael Revelles, Iris Banegas y Nieves Lázaro causó una muy buena impresión a los presentes en la sala, captando su atención desde el comienzo. Siguieron el concierto con «Via láctea», tema incluido en su segundo disco Soles y pingüinos (Lago Naranja Records, 2016). El resto del breve set de 9 temas versó principalmente sobre este disco, cerrando con «Lazo Umbilical» contando con la compañía de Manuel Cabezalí a la guitarra.
En conjunto, Lázaro ofreció un concierto breve pero intenso, en el que las melodías y las letras, desconocidas para nosotros, lograron engancharnos y conectar de una forma impresionante. Como prueba de ello, antes de abandonar la sala nos compramos los dos discos de Lázaro. Si no habéis escuchado su propuesta, os aconsejamos que lo hagáis, nosotros desde ahora les seguiremos la pista de cerca.
Tras la grata sorpresa de Lázaro llegaba el turno de un trío que ya nos conquistó hace mucho, Havalina. Eligieron para arrancar el tema que también abre su último disco de estudio «Abismoide». Como era de esperar, se hicieron con el público desde las primeras notas y la conexión se mantuvo durante el resto del concierto. Siguieron repasando temas de Muerdesombra (Ernie, 2017) durante unos cuantos temas, antes de hacer la primera concesión a trabajos anteriores con «Punto de reconciliación».
La noche siguió avanzando, con un sonido espectacular y un público que reaccionaba igual de bien a los temas nuevos que a los antiguos, algo que no es tónica general cuando grupos de larga trayectoria presentan nuevos trabajos. No porque lo nuevo sea peor, sino porque las canciones anteriores ya se han entrelazado en tu vida y las nuevas todavía no han tenido esa oportunidad.
Antes de la despedida con «Trópico fantasma» sonó «Incursiones», tema que tradicionalmente cerraba sus conciertos y con el que se marcaban un broche apoteósico, así que nos entró curiosidad por lo que habrían preparado Manuel Cabezalí, Javier Couceiro y Jaime Olmedo para la traca fin de fiesta.
Los relojes marcaban las dos de la madrugada cuando llegaba el turno de los bises. La primera elegida para la recta final fue «Sueños de esquimal», seguida de un tema que, como anunció Manuel, hacía mucho que no tocaban y esperaban que nos gustase, se trataba de «El estruendo», que fue la encargada de relevar a «Incursiones» como broche, y sinceramente, cumplió con creces su cometido.
Como siempre, una gran noche de música en directo, que consiguió una buena afluencia de público pero que no logró colgar el cartel de «entradas agotadas» que nos habría gustado y que sin duda se hubieran merecido con creces.
(Para ver más fotos pincha la imagen inferior)