A veces, por suerte no muchas, cuesta escribir sobre un concierto. No porque haya sido malo, todo lo contrario, si no porque quien está en el escenario nos transmite tanto cariño por su trabajo, que quieres que tus palabras estén a su altura. Este es el caso de Leik.

Y no quieres que tu crónica sea una más, una de esas en las que enumeras sus canciones, comentas los chascarrillos e ilustras con cuatro fotos. Por eso es complicado sacar las palabras cuando quien está en el escenario es alguien cercano, que soporta con estoicidad todas las bromas que le gastamos los catalanes con nuestro particular sentido del humor (tengo testigos que pueden confirmar que esta descripción es del propio Sergio), y que se alegra de ver nuestras caras llenando la sala una vez más, trayendo a nuevos oyentes que se tornarán seguidores y volviéndolo un poco loco entre tema y tema.

Esta vez, Sergio Leik apareció solo en el escenario para traernos los temas de su segundo trabajo, Gravedad (Autoeditado, 2017), acompañado de una guitarra prestada que se desafinaba, para volver a desgranar sus trabajos y algo más. Aunque nosotros no nos dábamos cuenta de que la guitarra iba por libre, pues las letras de Leik nos atrapan de tal manera, que una nota más arriba o más abajo nos da igual.

Nos encantó que una de sus seguidoras, Bego Domínguez, colaborara con él, ya que su preciosa y dulce voz encaja a las mil maravillas con la de Sergio. ¡Cómo nos gustaría que en próximas citas, se repitiese!

Incluso el dueño de la sala Invisible se atrevió a llevar los ritmos en el último tema, así que podéis imaginar perfectamente el nivel que tiene el malagueño para atrapar con su música a quien le escucha.

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Ya estamos deseando que llegue el 1 de julio y podamos retomar las bromas y la música donde la dejamos, en manos de Leik.