Gran parte de nuestro enamoramiento con el formato Palabra de Músico es responsabilidad de los dos protagonistas de aquella noche, el artista Mikel Erentxun y el periodista Norberto López. Ese formato nos permitió descubrir la propuesta de Mikel Erentxun, que no conocíamos en directo y de la que desconocíamos su faceta en formato acústico; su capacidad para llenar el escenario solamente con su voz y una guitarra es indescriptible. Independientemente de toda la trayectoria de Mikel, que es indiscutible, aquella noche por sí misma, ya es motivo más que suficiente por acudir a la cita cada vez que regrese a tierras almerienses y eso hicimos el pasado 21 de octubre.
El Teatro Cervantes de la capital acogió a gran cantidad de público, deseoso de reencontrarse con el artista vasco, que venía presentando su último trabajo El hombre sin sombra (Warner Music, 2017), el decimocuarto de su carrera en solitario. Cuando se levantó el telón, el público comenzó a aplaudir recibiendo a Mikel calurosamente mientras salía al escenario. Abrió la noche con «Héroe», tema incluido en su último trabajo. A veces suele pasar que los temas nuevos son recibidos con algo de frialdad, pero nada más lejos de la realidad en este caso. Temas nuevos como «Ojos de miel» y éxitos de toda la trayectoria del artista como «A un minuto de ti» eran recibidos de buen grado por parte del público, aunque cierto es que los más cantados eran algunos de los antiguos, pero seguramente tenga más que ver con su ritmo más animado que con el agrado del público, por así decirlo.
A lo largo de la actuación, Mikel se mostró cómodo y fue compartiendo algunos comentarios sobre sus composiciones. «Estoy presentando un disco que no es precisamente alegre,» decía el músico al atento público. En determinado momento del concierto, Mikel se acercó al borde del escenario y se sentó en las escaleras para interpetar la intro de «Corazones» antes de volver a su posición para terminar de interpretarla.
Tras «Corazones», Mikel desapareció de escena, volviendo al poco tiempo tras las fervorosas peticiones del público. Antes de continuar, se dirigió a los presentes «A ver si aguantáis dos minutos conmigo», dicho lo cual se lanzó con «El amor te muerde los labios al besar». Para nuestra sorpresa, el artista vasco incluyó una muy buena versión de «Nena», el tema popularizado por Miguel Bosé, que incluso nos costó un poco identificar a primera escucha. Con «Cicatrices», uno de los temas de nuevo cuño que más nos gustaron, se despidió de nuevo.
Sin embargo, no fue la despedida definitiva. El público seguía queriendo más, y Mikel tenía ganas y repertorio de sobra para proseguir. De vuelta sobre las tablas, hizo referencia a la historia del Teatro Cervantes y Conchita Robles (+ info), afirmando que «Yo la he sentido, vamos a hacer un dúo Conchita y yo», entonces se lanzó con una versión de «La tierra de los sueños» de La Dama se esconde, pero el dúo se tranformó en un coro multitudinario. Una última versión hizo aparición y la escogida fue «El rompeolas» de Loquillo y Los Trogloditas.
Ya sí que se acercaba el final, y entonces llegó el momento de poner sobre el asador algunos grandes éxitos de su etapa de Duncan Dhu que se habían quedado en el tintero. El primero en aparecer fue «Cien gaviotas», tema con el cual el público se desencadenó de la tiranía de la butaca y se puso en pie para bailar y cantar a voz en grito. Y ya con el público en pie, «Jardín de rosas» parecía que iba a servir de broche final porque tras el tema, Mikel se despecía e iniciaba la marcha. Pero a mitad de camino, no sabemos si sucumbiendo a los gritos de la gente pidiendo más, cambió de dirección y volvió a colgarse la guitarra para regalarnos «Esos ojos negros», que ya sí puso un broche de oro a una actuación que representó pasado, presente y futuro de la música en español.