Madrid. 14 de diciembre. La ciudad, afuera, es un hervidero. De coches, de taxis, de viandantes… De gente que espera, que apura al cierre para hacer las últimas compras o que aprieta el paso porque llega con la hora justa a uno de esos cientos de cenas con las que los madrileños van dando el pistoletazo de salida a la Navidad.
Pero eso es ahí fuera.
Aquí dentro tampoco cabe un alma; hace semanas que está todo el papel agotado. Pero nadie tiene prisa y no hace falta que nos vendan nada porque hace ya mucho que la inmensa mayoría nos rendimos a ella.
Cuando caen las luces de la sala, apenas pasan un par de minutos de las diez, hora señalada, en un ejercicio de puntualidad poco habitual en el circuito de salas pero muy de agradecer. Después de haber pasado buena parte del otoño llevando el lado más acústico de su Reina Pez por distintos rincones del país, Vega ha elegido Madrid para despedir musicalmente su 2018. Aunque sea acústico, no va a estar sola. A su derecha va a estar Laura Gómez -teclado y coros-, la última incorporación a la banda, mientras que en el flanco izquierdo va a estar él, ese omnipresente Kike Fuentes sin el que ya es difícil imaginarse a la cordobesa en un escenario.
En una noche en la que todo está a favor desde antes de levantarse el cierre de la sala, no va a haber sin embargo lugar para la autocomplacencia. Y eso que sería fácil jugar sobre seguro y salir a cumplir. Pero eso no está en el ADN de la cordobesa y hoy va a ser incluso más cierto de lo normal. La mejor declaración de intenciones va a llegar ya en el inicio, con la elección del tema para abrir fuego. Porque cuando Mercedes aparece en escena y se cuelga su Gibson, las primeras notas que le arranca son las mismas con las que empezó oficialmente su carrera hace ahora dieciséis años. “Grita” se convierte así en la primera de casi una veintena de canciones con las que la cordobesa hará un repaso a su carrera “y a mi vida, porque hace 16 años gritaba que la música era mi vida”.
Al terminar cuenta precisamente eso, que estos acústicos le están permitiendo reencontrarse, hacer un recorrido por su vida a través de sus canciones. “Circular” va a continuar con esa senda, aunque va a ser ya la última mirada al pasado más lejano, muestra clara de que, con el paso de los años y los discos, Vega ha ido poco a poco definiendo su camino y está cada vez más segura como compositora y como intérprete. Y no hay mejor reflejo de eso que un repertorio que así, desnudo, se va a mostrar sólido y tan potente -o más- que en su versión más arreglada.
Pero lo mejor de los acústicos no es sólo que brinden a las canciones el marco perfecto para demostrar su grandeza, sino que, además, acortan las distancias y no sólo en el sentido más literal. Crean una conexión entre artista y público especial, lo que, con alguien como Vega, con quien eso ya es marca de la casa por defecto, son palabras mayores. Así, mientras van cayendo las canciones, ella las acompaña de anécdotas, explicaciones e incluso alguna mordida de lengua –“con el paso de los años he aprendido a morderme la lengua…a veces”-.
Así, tras “Dónde estabas tú” -de nuestras favoritas de La Reina Pez-, llegará con “¡Qué no te pese!” la primera mención a esas canciones que “rescata el público” y con sus lobos –“En realidad el documental era de gorilas, pero eso es algo que sólo se cuenta con el tiempo”-, las primeras risas.
El ambiente es distendido y genera muchos momentos simpáticos –“Aunque lo has dicho bajito, los músicos tenemos el oído muy fino y te he oído,” responderá a un espontaneo “¡Pues quítate la ropa!” que le lanza alguien desde el público-, pero también hay hueco para los mensajes más serios. Y así, con un “Me planto la corona y sigo” como filosofía detrás de La Reina Pez, contra todas las adversidades de un camino hecho río arriba a lo largo de 16 años, va a hacer la enésima defensa de la libertad –“la de verdad, no de boquilla”- de ser quien cada uno quiera y al grito de “Sed quien os salga de las narices” le va a dedicar al público, justo después, “Puedes ser”.
También va a tener cabida algún ruego para el respetable. Porque, aunque ella está pletórica -y, además, así lo va a repetir en multitud de ocasiones- nos va a pedir que no la dejemos mal delante de los que en esta noche casi invernal se encuentran por primera vez con su directo. “Siempre digo que tocar en Madrid es tocar en casa; no me dejéis mal,” dirá entre risas tras sondear al respetable para ver cuántos debutantes hay en la sala y confesar que la que sigue, “Después de ti”, es de las canciones de La Reina Pez que más disfruta cantando y escuchando cantar al público. Y aunque el público ya había demostrado que no le hacía falta ser espoleado, va a responder enérgico al reto, poniendo bien a prueba los pulmones.
La única colaboración de la noche va a llegar justo después. A Vega le va a servir de excusa para recordar que ha tenido la suerte de colaborar con muchos artistas “muy distintos entre sí y tremendamente enormes” y también para dejarnos claro que, si alguna vez nos hemos emocionado con “Santa Cristina”, el gran responsable es él, un Budiño que -en el día que se estrena su álbum Fulgor- va a volver a poner su magia a una de las canciones más especiales de La Reina Pez.
“Mi canción favorita de todo mi repertorio,” confesará después para presentar “Réquiem”, antes de contarnos que “A tientas” es otra de esas canciones rescatadas por el público o que el de hoy es su último concierto con “Treinta y tantos”. No todo lo que nos cuenta nos gusta y la reacción se hace especialmente sonora cuando nos anuncia que se acerca el final. “En teoría, ésta es la última,” dice simulando comillas justo antes de arrancarse con “La Reina Pez”.
Dirá que, en su honestidad compulsiva, incluso el paripé de los bises es una cosa que no le gusta, así que, aunque va a abandonar unos segundos el escenario -por pura necesidad-, nos promete que vuelve “y no hace falta que pidáis otra.”
Poco le va quedando a la noche, aunque el público lo va a seguir exprimiendo y volverá a tirar de pulmones para la recta final. Se va a atrever menos en “Te tengo a ti”, recuperada por petición del público, y “Faro de guía”, pero lo va a compensar con creces en el broche final. Vega, además, le va a poner un plus al tema cuando, entre las risas de Laura, nos cuente que alguien le cantó una versión de la canción que le gusta aún más que la original. Y el público, que ya ha dejado claro que sabe responder a los retos, se va a sumar gustoso al juego y “Sally” va a ser un continuo coro colectivo.
Y así, con un “Salí de fiesta con Sally” cantado a pulmón por trescientas almas, se van a cerrar casi dos horas de música. De la de verdad, de la honesta, de la que hace alguien que tiene muy claro lo que quiere y lo que no y que durante 16 años ha sabido ganarse a pulso el respeto, el cariño y la admiración de uno de los públicos más fieles que hay. Y eso, tanto ella como nosotros, sabemos que no está al alcance de cualquiera.
+ fotos (pincha aquí)
Vega (Madrid, Sala El Sol – 14.12.2018)
- Grita
- Circular
- Dónde estabas tú
- Qué no te pese
- Wolverines
- Cuánta decepción
- Puede ser
- Me compadezco de ti
- Después de ti
- Santa Cristina
- Réquiem
- A tientas
- Treinta y tantos
- La Reina Pez
- Te tengo a ti
- Faro de guía
- Sally
Pingback: Historia de una trilogía acústica (Vega, Café Berlín – 09.03.2019) | El Erizo Albino