Han pasado ya 8 años desde que, quien escribe estas líneas, descubriese a Boza en Youtube. Desde entonces han cambiado muchas cosas, la primera que se ve a simple vista, su nombre artístico, ahora ya no es Boza, es Carmen Boza. Bajo mi punto de vista, ha madurado en muchos aspectos -aunque ella sea un alma vieja desde que nació- y ha evolucionado mucho como artista, pero sin que cambie su esencia y manteniendo una honestidad, en sus letras y en lo que cuenta, que no deja de asombrar en esta era de postureo y felicidad de escaparate.
La cita de Roquetas de Mar era la tercera de este año para mí, después de su paso por Madchester Club en marzo y el acústico en la azotea de un hotel granadino en julio. Mucha gente no entiende que vaya 3 veces un mismo año a ver a una artista, yo trato de hacerles ver que para mí es una analogía a cómo ver el partido de futbol de su equipo cada fin de semana, los jugadores son los mismos, pero es distinto campo, distinto contrincante y el juego es diferente, aunque sus pases y sus tiros sean iguales. Tampoco me frustra que no me entiendan, y si tuviera una oportunidad al mes de ver a Carmen Boza, no dudaría en aprovecharla.
Centrándonos en el concierto de Roquetas de Mar, incluido en el programa estival A pie de calle 2019, tenemos que confesar que fue un gusto que se celebrase en el Anfiteatro junto al Castillo de Santa Ana. Un espacio en el que, aunque mantuviese una gran distancia entre artista y público, Carmen supo hacerla desaparecer y conectar rápidamente con todos y cada uno de los presentes.
En formato acústico, en solitario y sonando realmente bien, Carmen Boza ofreció un buen concierto de poco más de una hora de duración, siguiendo la tónica de “lo bueno si breve dos veces bueno”. Abrió su tiempo de actuación con “Fugarme conmigo”, un tema que Boza incluyó en su recopilatorio digital Rollitos de primavera, y con el que consiguió meterse en el bolsillo a los presentes a los primeros acordes, como pudo comprobarse por el silencio con el que escucharon y el sonoro aplauso que brotó tras terminar el tema.
Comenzó entonces el repaso a su primer largo, que pudo grabar gracias a una exitosa campaña de crowdfunding, La Mansión de los Espejos (2015). De este disco sonaron temas como “Desconocidos”, “Culpa y castigo” y uno de los temas favoritos para gran parte de sus seguidores y con el que muchos la conocieron, “Octubre”. Entonces llegó el turno para su último disco de estudio, La Caja Negra (Etiqueta Negra, 2018). Siguiendo el orden del disco, sonaron desde “Dámelo” hasta “Astillas”. Tema tras tema, el público, respetuoso, atendía igualmente a las canciones que a las explicaciones/presentaciones que Carmen hacía de las mismas. Pero eso sí, cuando Carmen pidió coros para “Mantra”, los coros resonaron al unísono en todo el anfiteatro.
Después de “Mentiras de verdad”, Carmen anunció que la despedida vendría tras “Gran hermano”, y que no iba a hacer la pantomima de salir del escenario, pero que, si alguien pedía más, seguramente habría algún tema más, confesó con picardía. Obviamente, terminado el tema, se mezclaron los aplausos con gritos pidiendo “¡Otra, otra!”, a lo que la gaditana contestó “Bien, mi plan ha funcionado”, dicho lo cual se lanzó con dos temas más, “Delirios y éxtasis” y los “Tangos de La Sultana” de Camarón de la Isla, poniendo así el broche de oro a una noche que atesoraremos con mucho cariño, esperando una nueva oportunidad de disfrutar de Carmen Boza.
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