El día en A Coruña estaba muy desapacible, con viento y lluvia empeñados en ser compañeros inseparables del día festivo. Pero dentro del Coliseum eso iba a importar poco, porque el 2 de Noviembre era el día elegido para que los coruñeses -y algún foráneo- saltasen al color.
Llegaban así Eva Amaral y Juan Aguirre acompañados por la banda al completo para hacer la primera parada en Galicia de este nuevo tour. Una parada que además llegaba tempranera, porque hasta las fechas tan sólo Madrid, Zaragoza y Alicante habían podido disfrutar del nuevo directo y de ellas tan solo Alicante, una semana antes, lo había hecho en su formato completo
Pronto descubrimos que tal vez la fecha elegida no iba a jugar mucho a favor de los maños (‘Los coruñeses cada vez que hay un festivo, huimos de la ciudad,» nos contaría alguien minutos antes de arrancar el show). Pero a pesar de andar por debajo del medio aforo, los miles de personas que habían decidido saltar con Eva y Juan iban a poner todo de su parte para compensarlo con creces.
Poco después de la hora señalada, sonaba la ya habitual ‘All tomorrow’s parties’, que servía para dar entrada a Juan y el resto de la banda. Mientras ellos ocupaban posiciones, la Velvet mudaba en Encuentros en la tercera fase para que la última pieza del puzzle se incorporase a escena. Aparecía entonces Eva, luciendo una escafandra de poliédrica, que en sus distintas caras reflejaba las luces y generaba sobre el escenario un ambiente casi extraterrestre que abría paso a ‘Señales’, la canción elegida para dar el pistoletazo de salida al concierto.
Sonriente y sin parar de bailar, Eva era desde el primer momento la representación clara del espíritu que marca Salto al color. Ritmos más bailables, canciones impregnadas de positivismo y mensajes reafirmantes con los que la formación ha querido dejar atrás la oscuridad y el espíritu de huida de Nocturnal y Hacia lo salvaje.
Las canciones nuevas iban a llevar el peso de las más de dos horas de concierto -sonarían las trece- pero lo iban a hacer muy bien acompañadas de algunos de los grandes clásicos de la banda, que en muchos casos llegarían adaptados a la nueva sonoridad.
La primera terna de clásicos llegaba justo después, de ‘El universo sobre mí’ a ‘Hoy es el principio del final’, pasando por una ‘Marta, Sebas, Guille y los demás’ que casi quince años después sigue siendo de las más coreadas por el gran público.
Aunque Salto al color y sus ritmos han pillado a más de un@ por sorpresa, lo cierto es que ya podían intuirse algunos de los nuevos sonidos en las últimas giras. Buena muestra de ello son canciones como ‘Nos mantiene unidos’, que en Coruña sonó encajada entre ‘Bien alta la mirada’ y ‘Lluvia’.
‘Cómo hablar’, de las grandes imprescindibles en el repertorio de los maños, sonaba después, antes de uno de los momentos más interesantes de la noche. ‘Nuestro tiempo’, seguramente el tema de Salto al color que mejor recoge el sonido más clásico de Amaral, sonaba enérgica, pero terminaba reconvertida en un puente acústico hacia la explosión de energía que es siempre ‘Revolución’.
Se mantenía la alternancia de nuevas y recién llegadas, y así ‘Soledad’ y ‘Ruido’ -una de nuestras claras favoritas del último largo- daban paso a ‘Nocturnal’ y ‘Moriría por vos’, antes de que ‘Juguetes rotos’, con un final a medio camino entre el estruendo y la disonancia, dejase uno de los momentos más peculiares de la noche.
El público en Coruña dejaba claro a cada acorde que había echado de menos a Eva y Juan, y lo hacía muy patente a base de coros, bailes y palmas. Los maños reciprocaban y eran puro agradecimiento, mientras no se cansaban de repetir que tocar en A Coruña, rodeados de familia y amigos, era prácticamente como tocar en casa.
Le iba a llegar el turno entonces a una de las grandes sorpresas en este arranque de gira. Después de casi una década sin colarse en el repertorio, ‘El blues de la generación perdida’ regresaba a los escenario y lo hacía con un significativo lavado de cara. Atrás quedan sus aires más folk y su reconocible riff para dar paso a unos sonidos totalmente impregnados de la esencia de Salto al color y con un guiño al ‘Never ending story’ de Limah.
Enfilábamos ya el tramo final del concierto y aún nos aguardaba un nuevo retorno. Porque antes de la primera despedida de la noche, además de ‘Días de verano’, ‘Mares igual que tú’ -que en mayo servía de primer adelanto del nuevo disco- y el debut en directo de ‘Ondas do mar de Vigo’, se iba a colar cierta renacuaja deslenguada. ‘Rosita’, la canción con la que Eva y Juan se presentaron formalmente allá por 1998, también se presentaba ante los coruñeses cambiada, sin rastro de sus aires más acústicos, más folk, en favor de los nuevos sonidos. Confesaremos, eso sí, que a nosotros -que a veces somos un poco clásicos- nos va a costar acostumbrarnos a esta nueva Rosita, pero nos parece una fantástica noticia su regreso.
‘Entre la multitud’, con un llamativo trabajo escénico por parte de Eva, cerraba el bloque principal, pero el parón no iba a ser demasiado largo. Apenas un par de minutos después reaparecían en escena los seis músicos, que se colocaban en fila al borde del escenario, ataviados con caretas de animales e iluminados por haces de luz. Era el preludio a ‘Kamikaze’, primer disparo de un primer bloque de bises que seguiría con ‘Tambores de la rebelión’ y se cerraría con ‘Halconera’. Entre medias quedaría una de las mejores canciones de los maños, de esas que desde la primera escucha te hacen pensar que estás ante algo especial y que no ha parado de crecer en directo a lo largo de la última década. ‘Hacia lo salvaje’, igual de enérgica que siempre o incluso más, llegaba, como viene siendo habitual, en una versión extendida que para esta gira, además, viene cargada de guiños. Así, en su tramo final se colaban desde ‘A galopar’ -el texto de Rafael Alberti que musicó Paco Ibañez’- a ‘El progreso’ de Roberto Carlos incluso un fragmento de ‘Van como locos’.
Segunda despedida de la noche y segunda que afortunadamente aún no era definitiva. Quedaban uno de los grandes guiños de la banda a Galicia, su gente y sus tradiciones. El público la había pedido en los primeros minutos del concierto y Eva, divertida, les había pedido que no adelantaran acontecimientos. La petición estaba prevista y ‘Riazor’, guitarra y voz, servía para demostrar por enésima vez que, aunque se rodeen de una banda para dar más color a su obra, Eva y Juan se bastan solos. Alargaron el momento con ‘Sin ti no soy nada’, antes de que Laura Rubio (coros), Ricardo Esteban (bajo), Tomás Virgos (teclado) y Álex Moreno (batería) volviesen a acompañarles sobre las tablas.
No quedaba mucho ya, y ‘Salir corriendo’ -otra de las claras favoritas del respetable- y ‘Llévame muy lejos’ abrían una terna que remataba, ya como fin de fiesta, ‘Peces de colores’, la canción elegida por Juan y Eva para tomar el relevo del cierre de los conciertos que en giras anteriores correspondía a ‘Cuando suba la marea’ y ‘Nadie nos recordará’.
Al final, casi dos horas y media después, salimos del Coliseum de A Coruña con varias cosas claras. La primera, que, por más que pasen los años, la solidez del directo de Amaral se mantiene intacta, sin fracturas y a la altura de muy pocas bandas del panorama patrio. La segunda, que, igual que ya pasara con Nocturnal, Juan y Eva van a hacer del concepto detrás del Salto al color el hilo conductor de una gira, en la que se seguirá viendo, día a día, cómo el engranaje va mejorando y funcionando sin fisuras para que las nuevas canciones y las viejas conocidas funcionen como un todo. Nosotros estamos deseando ir viendo poco a poco ese proceso.
La anécdota: entre las previsiones del setlist se encontraba ‘Nada de nada’, la canción de Cecilia que los maños versionaron para su segundo álbum, Una pequeña parte del mundo. No sonó finalmente en A Coruña -tal vez en favor de Riazor- pero nos chivan que sí lo ha hecho en citas posteriores.
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