Antes de que empecéis a leer, necesito pediros un favor. Imaginad, por un momento, que hoy no es 27 de mayo y estamos a tan sólo un día de poder disfrutar completo Mk Mk, el séptimo disco de estudio de Maika Makovski.
Sé que es un poco difícil, pero, si podéis, trasladaros al pasado 24 de febrero, cuando hacer planes estaba supeditado a términos como incidencia acumulada o cierre perimetral, y poder asistir a un concierto rozaba la utopía. La fecha no es aleatoria. Esa tarde, en un horario más propio de paseo y merienda que de concierto, Maika Makovski y su banda (¡qué locura de banda!) se subían a las tablas de los Teatros del Canal, dentro de la programación del Festival Internacional de Arte Sacro de la Comunidad de Madrid. Lo hacían para poner de largo Mk Mk y permitirnos escuchar, en primicia, la mayoría de las canciones que, por fin, mañana podremos disfrutar del tirón.
Han pasado nada más y nada menos que tres meses y esto, que quise escribir entonces, pero que la locura del día a día fue dejando en un propósito más sin cumplir, seguía quemándome un poco. Se había convertido en una deuda que necesitaba saldar y para la que necesitaba una excusa que le devolviese la actualidad que el paso de los meses le había robado. Y eso, en realidad, me di cuenta de que era muy fácil.
Por eso, aunque mañana es 28 de mayo, hoy me gustaría devolvernos a todos a ese 24 de febrero y que lo que yo sentí entonces pueda servir de pequeño aperitivo para lo que estoy segura que muchos sentiremos mañana, cuando coloquemos la aguja sobre el vinilo, metamos el CD en el reproductor o le demos al play en una plataforma digital cualquiera.
Empezaré por el principio, que en realidad es una historia poco original: éste iba a ser mi primer concierto en mucho, mucho tiempo. Y, hasta pocos días antes, el cierre perimetral de mi zona -que ya me había dejado compuesta y sin concierto en alguna que otra ocasión- lo rodeaba de interrogantes. Si a eso se le suma una debilidad nada disimulada hacia cierta mallorquina, imagino que no cuesta entender mi estado de ánimo -mezcla de emoción y nervios- cuando por fin me encontré a las puertas de los Teatros del Canal. Además, había un extra inesperado: dado que durante el concierto el teatro no permite hacer fotos, se había organizado un pase gráfico durante la prueba de sonido. Aperitivo servido.
El plato principal arrancaba poco después de las siete y media de la tarde, en una Sala Verde con el cartel de entradas agotadas colgado desde hacía muchos días. Un ambiente que ya se antojaba propicio, pero al que banda y público le darían una dimensión aún mayor. Y eso a pesar de lo difícil que iba a resultar en muchos – ¡muchísimos! – momentos respetar las medidas de seguridad y permanecer sentados -que no quietos- en los asientos.
La puesta de largo de Mk Mk arrancaba con “Scared of dirt” y con Maika Makovski acompañada sobre el escenario por otros cuatro músicos: Mariana Pérez, Dani Fernández, Adrián Martínez y Sam Bredikhin. En esos primeros compases, iba a llamar la atención algo nada casual: los músicos se disponían en una fila horizontal, todos al mismo nivel; primer indicativo de que lo que estábamos a punto de presenciar era, por encima de todo, un ejercicio coral. Lo que aún no sabíamos era que intercambiarían tantas veces las posiciones e instrumentos, que haría imposible recordar quién toco qué cuándo.
Tras “Lava Love”, Maika se dirigía por primera vez al respetable. “No sabéis la emoción que es estar aquí esta noche,” decía especialmente sonriente, y explicaba que la cita con el público madrileño era para ellos un gran evento. “Y nunca debería haber dejado de serlo, tanto por ese lado como por éste,” continuaba, haciéndose eco de algo que muchos hemos sentido a lo largo de los últimos meses y que, aunque manido ya, no deja de ser cierto: nos habíamos acostumbrado a vivir a un ritmo que no nos permitía pararnos y simplemente disfrutar.
Al margen -momentáneamente- de las nuevas canciones, la noche seguía a un ritmo frenético, repasando canción a canción los más de quince años de carrera de la mallorquina y tejiendo un setlist sin fisuras. Del rock a la psicodelia, de los tintes algo punk a flirteos con la ópera rock, de las armonías colectivas al susurro solitario, la noche iba a ser todo un derroche de energía. Y en ese tramo inicial, resulta imposible no destacar el ritmo frenético de “The Gate” o esa debilidad nuestra que es “Your reflection”.
Contaría entre medias Maika que el disco, en realidad, tenía que haber salido allá por febrero o marzo de 2020 y manifestaba un cierto alivio de que su lentitud mallorquina lo hubiera retrasado –“si no, este disco se habría hundido en el mar”-, aunque se lamentaba de que la puesta de largo no pudiera ser con todos bailando como la había imaginado.
Con “Purpose” volvían brevemente a Mk Mk, pero era después, con “No news”, cuando lo de quedarse sentados en los asientos empezaba a volverse todo un reto, mientras en el escenario se producía el enésimo cambio de instrumentos. “Estamos intentado marearos,” diría divertida Maika.
“Iron Bells”, con sus coros, y “Bulldog” y su ritmo acelerado, darían paso a otro de los momentos curiosos de la noche. El enésimo intercambio, que daría con la mallorquina sentada a la batería para poner el ritmo a “Language”, mientras Sam era el que tomaba la palabra y explicaba como Maika un día le pidió que la enseñase a tocar la batería. “Le dije ‘No, que me quitas el sitio’,” contaba entre risas.
“When the dust clears” nos dio después una de las poquísimas treguas de la noche, pero la pausa duró poco, y con ese nuevo alarde coral que fue el guiño a Sparks con “This town ain’t big enough for both of us” fuimos sintiendo como el asiento se nos iba a haciendo cada vez más pequeño y el disfrute chocaba frontalmente con la sensación de frustración y energía contenida. “Reaching out to you”, justo después, no iba a ayudar mucho. Contaba Maika entonces que cuando grabó el disco “no tenía este bandón” y se fue sola para Arizona, “esperando que allí entendieran el universo que te montas a lo largo de 23 años”. Y cómo eso, que no sucedió del todo, lo remedió con alguien que fue capaz de entenderlo y que, además, “lo toca casi todo”. Ese alguien era un Adrián Seijas que se iba a convertir en el sexto músico de la partida en el tramo final del concierto. Un tramo final en el que ya habíamos entrado de lleno y que tras “The Posse” y “Nevermore” se iba a cerrar con la que promete ser una de nuestras claras favoritas de Mk Mk, “Love you til I die”.
El ritual del falso final de concierto fue breve, y muy poco después de abandonar el escenario, Maika reaparecía, sola con su Telecaster, para regalarnos una versión maravillosa de “Places where we used to sit”, esa pequeña joya que por fin con Mk Mk ha encontrado su merecidísimo hueco en la discografía de la mallorquina. En el tramo final se le uniría Mariana, acompañándola con los coros y la pandereta, y sirviendo de avanzadilla para el resto de músicos, incluido Adrián Seijas, que volverían al escenario para el gran cierre final con “Tonight” -la pista oculta que cierra Mk Mk- y la festiva “I live in a boat”, que arrancaba al ritmo de “Row your boat” y se convertía en el mejor ejemplo de lo importante que es el espíritu coral de la banda y la puesta en escena.
Hora y media después, a pesar de esa inevitable sensación de contención, no había quien nos quitase la sonrisa de la cara -ni a ellos sobre las tablas ni a nosotros en el patio de butacas-, ni mascarilla que pudiera ocultarla. Eso sí, mantenemos intacta la esperanza de que los próximos meses nos brinden la oportunidad de disfrutar de esta banda como realmente merece.
Mientras, siempre nos quedará el consuelo de que mañana es 28 de Mayo y, por fin, podremos dejar que suene en casa el disco y, ahí sí, disfrutarlo sin contención, ni mascarillas, ni asientos.
Maika Makovski (FIAS 2021, Teatros del Canal – 24.02.2021)
- Scared of dirt
- Lava love
- The gate
- Number
- Your reflection
- Purpose
- No news
- Iron Bells
- Bulldog
- Language
- When the dust clears
- This town ain’t big enough for both of us (Sparks)
- Reaching out to you
- The Posse
- Nevermore
- Love you til I die
- Places where we used to sit
- Tonight
- Row your boat / I live in a boat