El festival Murmura aglutina suficientes ingredientes para cosechar un buen resultado: buen cartel, una buena producción y el incomparable marco de la Alpujarra almeriense. Para quien escribe estas líneas, sin embargo, había un escollo para acudir a la programación completa, una celebración familiar que, finalmente, nos permitió asistir únicamente al concierto del que os vamos a hablar en esta crónica, y al de José Ignacio Lapido, del que ya os contaremos impresiones también en breve.

Pero para nuestro regocijo, sí que había un concierto al que podíamos acudir, y además, nos hacía tantísima ilusión que compensaba el pesar por no poder acudir al resto. El motivo de tanta ilusión no era otro que el poder disfrutar de una formación a la que seguimos desde sus comienzos y que no se ha dejado caer mucho por estas desérticas tierras, Mäbu. El grupo acudía en esta ocasión en formato dúo, con el «núcleo duro» que forman María Blanco y Txarlie Solano.
Con 10 minutos de cortesía, para dar tiempo a los rezagados, María y Txarlie hicieron su aparición sobre el escenario, con una indumentaria en la que demostraban que la elegancia no sólo forma parte de su música, sino también de su presencia. Saludó entonces María al público y comunicó su única pretensión «Que desconectéis del exterior y conectéis con la música», lanzándose entonces a romper el hielo con «Fantasmas».
Después de abrir con un tema de Buenaventura, su disco de 2016, siguieron con «Antes y después», uno de los temas de su trabajo más reciente, Un año después, que vio la luz el año pasado. Tenemos que confesar que, aunque el formato a banda completa nos gusta, las canciones de Mäbu parece que «se crecen» en las distancias cortas y con el formato a guitarra y piano, seguramente más fieles a la forma en la que fueron compuestas. En esa comunión que se había creado ya entre los músicos y el público, María habló sobre la ansiedad y sobre lo útil que había sido para ella el tema que llegaba a continuación, «Santos y Demonios».
Llegó entonces el turno de recordar que en 2018 cumplieron 10 años de carrera, que rememoraron con Décimo, un disco de colaboraciones en directo, que en palabras de la propia María «fueron impagables». Y es que todas las colaboraciones fueron con verdaderos amigos (y eso se nota en el resultado). El tema elegido para continuar con el concierto fue «Quédate a dormir», que en el disco comparten con Marlango, y que en esta ocasión compartieron con el público, que se lanzó a hacer los coros y acompañar con palmas.
El concierto, con el público en sintonía, y la única interrupción ocasional de las campanas de la iglesia que había detrás del escenario, siguió avanzando sin prisa pero sin pausa, dejando padalear cada uno de los temas, igual que se degustaron a la llegada el vino y las aceitunas de la tierra (otro reclamo más para el festival, si es que faltaba alguno). Fueron sonando así temas como «Paralelo», «Utopía», «Hay una luz» o «Piel», una versión del tema original de Sergio y Estíbaliz, incluida en su EP digital Otoño.
Hubo una época en la que confesaron estar algo cansados de «Con mi voz», pero hace poco decicieron darle una vuelta, y además a Almería habían venido poco, así que decidieron no dejarnos sin disfrutar de uno de los temas con los que llegaron a más gente. Tras el tema, anunciaron la despedida, recibiendo una respuesta unánime y negativa por parte del público que les sacó una sonrisa. Continuaron con «De negro y amarillo», tras la cual, agradecieron al festival la invitación y al técnico de sonido su labor, ya que «no se suben al escenario, pero hacen el 50% del bolo», reconocimiento que fue bien recibido por el técnico.
Sabíamos que estábamos en la recta final, se notaba, pero todavía quedaban unas cuantas balas en la recámara y no íbamos a desaprovecharlas. Las elegidas para este último tramo fueron «Terapia», «Mi mala suerte» y «Los Amantes», tema que en Spotify esta cercano ya a los dos millones de reproducciones en su versión de Décimo, con la colaboración de Mikel Izal. Éste fue el tema elegido para poner el broche de oro a la actuación, utilizándolo a su vez en el tramo final para volver a dar las gracias al festival y al público presente, por habérselo hecho pasar tan bien.
Durante el concierto María habló sobre algo así como que sus canciones no son la alegría de la huerta, y sobre su hablidad de contraponer siempre una melodía algre con una letra melancólica y viceversa. Y estamos de acuerdo, y precisamente eso es lo que les hace especiales. Su música es un reflejo fiel de la vida; pocas veces se está pletórico, repleto de felicidad y sin ningún problema o preocupación (al menos quién escribe esto). La vida son luces y sombras, y entre ellas es donde vivimos y donde gestionamos nuestras emociones, y quizás por ello hay una conexión tan profunda con las canciones de Mäbu.
Para nosotros, el balance del concierto no pudo ser más positivo; bueno, sí, si hubiera durado más. Entendedme; no es que fuera corto, pero, claro, lo pillamos con tantas ganas, y se nos pasó tan rápido, que, si por nosotros hubiera sido, hubieramos seguido allí sentados hasta que nos echasen. Siendo objetivos, las interpretaciones, instrumental y vocalmente, fueron excelentes, y su conexión con el público, fue el ingrediente extra que hizo que la magia de las ocasiones especiales se hiciera presente.
Por último queremos decir algo que ya sabíamos, pero que volvió a quedar patente una vez más: Mäbu son muy bonicos. Y para quién no sea de Almería, aquí se dice bonico (o bonica) a aquella persona encantadora y buena gente, con buen fondo, una persona a la que te dan ganas de abrazar e irte de tapas o lo que sea, porque te hace la vida agradable. Pues para nosotros, María y Txarlie son bonicos, así que esperamos que no tarden tantos años en volver, que a la gente bonica gusta tenerla cerca.
Setlist
- Fantasmas
- Antes y después
- Santos y demonios
- Quédate a dormir
- Paralelo
- Hay una luz
- En Navidad
- Serendipia
- Utopía
- Buenaventura
- Piel
- Con mi voz
- De negro y amarillo
- Terapia
- Mi mala suerte
- Los amantes
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