Últimamente las crónicas se hacen de rogar. Y es que no sólo de sueños musicales vive el hombre; normalmente nuestra vida laboral es la que impide que podamos acudir a todo lo que nos gustaría y después escribir sobre ello. ¡Ay!, ¡qué bonito sería, si todo se limitara a escribir sobre el artista, ir a conciertos y disfrutar de este vicio que es la música! Así que entre el tiempo que ha pasado y lo perjudicados que llegamos al concierto de Maga, puede que algo se escape. Pero ahí va.
Los chicos de Maga comenzaban a las 23.30. Normal; ya sabemos que en la Sala Sol los conciertos suelen ser bastante tarde. Pero, como todo, tiene su lado bueno: Invita a disfrutar de unas buenas cervezas malasañeras antes del evento. A las 23.15 ya estábamos en cola, aguantando el tipo para que los imponentes seguratas de la sala no se percataran de nuestro «puntito». ¡¡¡A posicionarse!!! No había mucha gente -creo que el Betis a la misma hora hacía de las suyas en el Calderón-, y esta vez, ni cabezón, ni ningún Pau Gasol delante. ¡Qué buenas fotos iba a hacer con mi recién estrenado móvil! Todo estaba casi listo; pero antes, tocaba seguir con nuestros habituales rituales: ¡A por la cerveza conciertera! No sé qué pasa en estas salas castizas… que no hay otra mejor opción que el verde. Que sí, es un bonito color, pero en cervezas casi mejor un marrón castaño. Y si tiene que ser verde… que sea andaluz.
Maga es uno de esos grupos de culto.Siempre están ahí. Para mí, aunque a algunos no os lo parezca, lo mejor de Miguel, David y Javier, son las letras sencillas; Un desfile de historias, experiencias y anécdotas. Escuchas su música y ninguna sensación,sentimiento o emoción se les escapa.
Después de un año y medio sin actuar Madrid –excepción hecha del fugaz paso de Miguel, solo con su guitarra, por el fórum de Fnac Callao-, por fin regresaron a la capital, el pasado 8 de marzo,para presentarnos sobre el escenario de la Sala el Sol Satie contra Godzilla. Nos esperábamos un concierto tranquilo, de disfrute; sin embargo, sorprendieron con un ritmo bastante frenético, y un sonido más roquero que de costumbre. Fueron a lo esencial, a aquello que mueve y remueve, haciendo al público cantar y disfrutar de su directo. Sin duda mucho tiene que ver en esto la simpatía y el desparpajo de Miguel para decir las cosas como son. Una chica que estaba a mi lado diría: «Es que el sur se nota; somos diferentes.» Particularmente creo que no tiene mucho que ver de dónde provengas; ¿o sí? Pero al final se trata de saber ganarse al personal siendo uno mismo. Hay veces que no es necesario ni hablar, ni moverse, ni hacer cosas extraordinarias para que el artista conecte con su público. Miguel lo consigue: nos hizo reír y con esa voz embaucadora que posee dejo a la sala extasiada.
Presentaron su nuevo disco al completo y con «El ruido que me sigue siempre», «Hagamos cuentas» y «Tres segundos» llegaron algunos de los mejores momentos. Más tarde habría también tiempo para arranques más emotivos, como éste «De memoria»:
Pero no podían dejar de lado sus temas conocidos y a coro todos cantamos desde el alma «Agosto Esquimal», «Diecinueve» y -mis favoritas- «Astrolabios» y «Piedraluna». Un concierto intenso, divertido y emocional que terminaría en sus bises con un recuerdo al recientemente fallecido Enrique Sierra -componente de Radio Futura- con «Han caído los dos».
El deber -y el no perder el último metro- nos hizo renunciar al último tema de la noche y al post-concierto, ese rato que, muchas veces, termina siendo de lo mejor, con los comentarios, las críticas y alabanzas del evento y –sobre todo- la buena compañía. Lo único que le faltó a una buena noche de jueves.
¡Gracias Maga! Esperamos que no tardéis otro año y medio en volver.