Dicen que para volver hay que marcharse antes. Y él hace un par de años que decidió tomárselo al pie de la letra. Adiós Deluxe; adiós España. Cogió su maleta y su guitarra y cruzó el charco para empezar una aventura que le ha llevado por mil y un rincones del continente americano. Y el proceso, además, le ha cambiado. La esencia sigue ahí; el gallego sigue siendo uno de los músicos más completos de la escena musical, de esos que pueden subirse solos a un escenario y ser el viento, la percusión, la voz y la cuerda. Pero cuando uno escucha Atlántico, su nuevo largo y el primero publicado con su propio nombre, es imposible no ver que sus canciones, que siempre han tenido una mezcla de influencias, de aquí y de allá, ahora saben un poquito más a ‘allá’.
Por primera vez en mucho tiempo, Xoel no sólo ha vuelto, sino que, además, se ha embarcado en una bonita gira que le está llevando por sitios que en los últimos tiempos no habían tenido cabida en su agenda. Así, el pasado día 19 su concierto en el alcarreño Espacio Tyce sirvió para cerrar la Semana de la Música 2012 de Guadalajara. En un recinto que nos costó un poco encontrar y justo cuando el reloj marcaba la hora bruja –con puntualidad absoluta- Xoel y la banda que ha reclutado en esta nueva andadura se subían a las tablas ante varias centenas de personas que les recibieron con muchas ganas. No había aforo completo, pero los que estaban lo compensaban con creces. Porque en la hora y media de música que siguió, allí se cantaron prácticamente todas las canciones; las de acá y las de allá; las de antes y las de ahora. El repertorio, eso sí, tampoco hizo tirar de memoria histórica. No hubo concesiones más atrás de Fin de un viaje infinito, entre unos temas elegidos -hasta sumar cerca de una veintena- de tal forma que el resultado final sonó compacto y la transición del viejo al nuevo Xoel fue natural, casi sin fisuras.
Fueron los acordes de “Hombre de ninguna parte”, el tema que el gallego ya había presentado en directo con su Caravana Americana hace un par de años, los que sirvieron para abrir fuego. Desde el principio estuvo clara la tónica y entre los temas de Atlántico –sonaron todos menos “Postal de Nueva York”- se fueron colando trazos de viajes infinitos y reconstrucciones. Entre ese ritmo que marca “Desafinando amor”, con el que es imposible quedarse quieto, la dulzura de “Caballero” o la plegaria que es “Por el viejo barrio”, “Los días fríos”, “Es verdad” y una versión de “Ver en la oscuridad” reducida a voz y percusión que terminó de meterse al público en el bolsillo. Tampoco fue difícil; desde los primeros minutos había quedado clarísima la predisposición del personal. Así que ganado el respetable y con toneladas de ganas de disfrutar de la velada, siguió un carrusel de temas, sin respiro, sin que los músicos sobre las tablas bajasen el pistón. Buena cuenta de ello fue dando la camisa del gallego; si la entrega pudiese medirse en litros de sudor, Xoel ganaría por goleada. Ni Camacho en el Mundial de Corea.
No vamos a engañar a nadie; es verdad que la reacción cuando tiraba de repertorio antiguo era, en general, más enérgica, pero nada que, apenas un mes después de la publicación del nuevo disco, deba sorprender a nadie. Y aún así, resulta igual de innegable que las nuevas canciones funcionaron en directo. Algunas, extremadamente bien, como “Buenos aires”, de la que Xoel explicó que surgió como respuesta a las voces que siempre le preguntaban que qué hacía “acá” y que tardó en completarla más de un año, porque, con el paso del tiempo, iban cambiando también los motivos. “Así salió tan larga”, añadió, justo antes de confesar que incluso había tenido que eliminar estrofas.
Con una larga versión del tema más peculiar del disco, “El asaltante de estaciones”, que acabó con Xoel haciendo compañía a Carlos Freire en la percusión, y esa declaración de intenciones llamada “Tierra” con la que nos confirmó hace un par de meses que estaba de vuelta, se puso el primer punto –y seguido- a la noche.
A la vuelta, completamente solos sobre el escenario Xoel y su guitarra con un pequeño cambio de guión: “Rostro de actriz” le robó su sitio en el setlist a “Postal de Nueva York”, justo antes de que el resto de la banda reapareciese también. Con todos los músicos ya sobre las tablas, llegaba el momento de la despedida. Tiempo de presentaciones y de reconocimiento para una banda que estuvo a la altura; con Lola García Garrido, poniendo coros, melódica y percusiones varias; Fernando Lamas, a la batería; David Quinzán, al bajo; Aurora Roca, al teclado; Carlos Freire, a la percusión y, cómo no, el omnipresente Juan de Dios Martín – esa especie de Sancho Panza, de fiel escudero sin el que a veces cuesta imaginar al gallego- a la guitarra.
Para cerrar, dos apuestas seguras. Primero, una “Historia universal” que siempre arranca silbidos, y después, otro de los temas que engancha desde la primera escucha y con el que, por si aún hiciese falta, la reacción del respetable fue tal que quedó enseguida claro que tendrá un lugar de honor en el repertorio del gallego. Y si no, al tiempo. Así que mientras Xoel nos cantaba que no cree en los fantasmas, nosotros nos limitábamos a disfrutar, tristes, porque la noche iba tocando a su fin, pero felices, porque Xoel se marchó, sí, pero fue sólo para poder volver.
Xoel López (Espacio Tyce, Guadalajara – 19.05.2012)
01. Hombre de ninguna parte
02. Desafinando amor
03. Los días fríos
04. Caballero
05. Es verdad
06. Por el viejo barrio (plegaria)
07. Ver en la oscuridad
08. Joven poeta
09. Buenos aires
10. A un metro de distancia
11. La gran montaña
12. La boca del volcán
13. Quemas
14. El cielo de Madrid
15. El asaltante de estaciones
16. Tierra
17. Rostro de actriz
18. Historia universal
19. De piedras y arena mojada