Con el sol aún bien alto y el reloj rozando las seis de la tarde, aparecimos en la costa burrianesa. Era un jueves 2 de agosto y llegábamos con muchas ganas de desconectar y disfrutar del ambiente y la buena música. Al menos una de las dos cosas la íbamos a cumplir con creces. La otra… Como preferimos dejar las valoraciones para el final, de eso hablamos mejor dentro de varios miles de caracteres. De momento vamos a centrarnos en la música. Que la hubo, mucha y muy buena.
Nuestro primer objetivo se cumplió sólo a medias. Queríamos debutar en el Arenal Sound disfrutando del directo de Zahara y nos quedamos un poco con las ganas. Nuestros problemas de horario –qué malo es ir con la hora pegada, incluso cuando es inevitable y son causas de fuerza mayor- y el ligero caos que nos encontramos en los alrededores del recinto de concierto trastocaron un poco los planes. No hubo para nosotros ni Leñadores, ni mujeres América, ni Universos, ni habitaciones. La mujer mayúscula y el mar nos amenizó el último tramo del trayecto al recinto y El caso de emergencia la pillamos acabando…
Suerte, eso sí, que a la de Úbeda le habían reservado una hora sobre la tablas del escenario Legendario; eso nos dejaba 35 minutos para disfrutarla. Así que decidimos sacarles el máximo partido. Ella, además, nos lo puso fácil, porque para esa segunda mitad se había guardado joyas. Además de Frágiles, General Sherman y El lugar donde viene a morir el amor, nos quedaban Merezco –y ese lavado de cara que tanto nos gusta-, You’re the one that I want –que nos hizo bailar, a pesar del inmenso calor (no todos habíamos sido tan previsores como Zahara e íbamos un poquito menos frescos que ella con su coulotte)-, la genial Camino a L.A. y un gran final colectivo, en el que ella cantó y nosotros cantamos y que – aunque la cosa acabó en Funeral- nos dejó a todos con una sonrisa. Buena forma de empezar el festival.
Su relevo lo iban a tomar, un cuarto de hora después y en el mismo escenario, los chicos de Hola a todo el mundo, aunque entre medias iba a haber un ligero arranque de histeria casi colectiva. Sonaron de fondo, desde el Escenario principal del festival, el Desperados, los acordes de “Algunas plantas” y varios cientos de personas corrieron despavoridas: Santi Balmes y compañía probaban sonido bajo el sol burrianés. Apenas un par de canciones (” ¿Ya está?”, preguntó el propio Balmes al terminar el segundo tema) que acabaron con los gritos del sector festivalero más madrugador y la promesa de la voz de Love of Lesbian de que lo que iba a suceder unas horas más tarde sobre ese escenario iba a ser algo grande. Por ganas –a uno y otro lado- no iba a ser.
Mientras, los chicos de HATEM tomaban posiciones a un par de cientos de metros de allí. Con un vestuario menos llamativo que en otras ocasiones, pero con una propuesta que sigue resultado igual de fresca y original, los madrileños consiguen llamar la atención y es muy fácil relajarse y dejarse llevar con su música. En Burriana no fue vemos. Se encargaron, además, de ir preparando el terreno el terreno para el lanzamiento de su nuevo disco, previsto para octubre, y en el Arenal prometieron a los Sounders que si, la organización volvía a invitarles, en un año estarían de nuevo allí para tocarlo entero.
Se despidieron al filo de las nueve de la noche, tal y como estaba previsto, para dar paso al primer concierto del escenario principal. Una puntualidad extrema, que se mantendría casi totalmente durante los cuatro días, lo que, unido a la alternancia de escenarios, iba a dar al festival un ritmo muy ágil. Así que con la caída del sol, seguimos con el repaso a la geografía española. Tocaba parar en Murcia, al ritmo que marcan los chicos de Second. Cuentan como pocos del apoyo de un público muy fiel y les avala un directo arrollador. En una banda que tiene el sonido y el potencial para llegar a las grandes masas, es su buen hacer sobre las tablas lo que realmente marca la diferencia. Porque gusten más o gusten menos, la calidad de su directo resulta incuestionable. La gente, además, responde igual de bien, aunque las mejores reacciones llegan –como suele suceder- con los estribillos más fáciles, esos que están hechos para ser coreados. Pasa con “Autodestructivos” y con “Demasiados soñadores”; se repite con “Muérdeme” y desemboca en karaoke colectivo con “Rincón exquisito”. Aunque nosotros nos quedamos con ese tramo final a ritmo de “Psicopático” y “Rodamos” y con el momento en el que Sean Frutos, en un gesto que alguno copiaría en días venideros, se encaramó a una de las torres laterales del escenario.
Los cuarenta y cinco minutos de descanso que hay en el Escenario Legendario entre Second y el plato fuerte de la noche los aprovechamos para sentarnos tranquilamente a cenar e hidratarnos un poco. Iban ya algo escasas las fuerzas en nuestro primer día y tocaba coger algo de aire para la hora y cuarto lesbiana que se avecinaba. Alrededor de una docena de temas iban a escoger los catalanes para presentarse ante el público del Arenal, en la que, como cabía esperar, se colaron bastante temas del cuarto largo en castellano de la banda – La noche eterna. Los días no vividos- y así sonaron “Nadie por las calles”, “Oniria e insomnia” o “Wio, antenas y pijamas”, pero cuando la gente disfrutó de lo lindo fue cuando tiraron del repertorio de sobra conocido. Imposible no destacar canciones enormes, como “1999” o la versión acústica de “Allí donde solíamos gritar”, aunque el delirio colectivo llegó sin duda con los dos ases que se guardaron los lesbianos para la traca final. “Club de fans de John Boy” y “Algunas plantas” supusieron, sin lugar a dudas, el punto álgido de una primera noche de festival –con el permiso de las dos fiestas de bienvenida-.
El día había empezado temprano y laborable. Entre eso y nuestro aterrizaje en Burriana habían pasado, además, 400 km de carretera, así que cuando Balmes y compañía se despidieron del Arenal, también lo hicimos nosotros. Aunque, en nuestro caso, eso sí, para volver. Era sólo el primer asalto; aún quedaban tres más.