Descubrí El Sol gracias a ellos. Era un domingo de noviembre y la hora, una un tanto inusual para un evento de esas características. De eso hace ya más de una década y debo confesar que para mí, que entonces rondaba la veintena, fue el primer contacto con el circuito de salas de la capital. Ya, ya sé lo que muchos dirán; tal vez un poco tarde. Pero cuando uno vive a las fueras, no siempre resulta tan fácil descubrir todas las cosas que ofrece la gran ciudad. Desde entonces, eso sí, aprendí la lección y han sido muchos los conciertos y las salas que con el paso de los años han ido sumándose a mi lista particular. Aún así, quizás por eso, porque fue la primera y porque han sido muchos los conciertos y los buenos momentos, a la sala El Sol le tengo un cierto cariño y me hace una ilusión especial cuando sé que un concierto de un grupo que me gusta va a tener como marco ese mítico rincón madrileño.
Como aquella vez, la cita no era un concierto al uso. En esta ocasión, llevaba una causa solidaria como hilo conductor. Buena parte de la culpa la tenía Ángel Carmona, periodista musical responsable de abrir las mañanas de Radio 3 a los mandos de “Hoy empieza todo” y uno de los principales impulsores del proyecto Leaozihno, con el que se ha llevado la música a la favela Parada de Lucas, en Rio de Janeiro, a través de una escuela en la que son los propios adolescentes quienes se encargan de impartir las clases. Pero como sus inquietudes no acaban ahí, en el tiempo que le dejan la radio y su proyecto solidario, Carmona también se acerca a la música de una forma más directa –si cabe-. En El Sol, los primeros acordes los arrancó él. Eso sí, tuvo que hacerlo con una guitarra que le cogió prestada a Juan Aguirre después de tardar más bien poco en romper una cuerda de la suya.
Abrió a ritmo de bossa nova y entre presentaciones, bromas y mucha simpatía, fue contándonos cosas de Leaozinho y alternándolo con canciones propias –como la que le dedicó a Latinoamérica, que confesó haber escrito mucho antes de viajar allí y que en realidad era ahora cuando más ilusión le hacía tocarla- y un puñado de versiones, de Johnny Cash a Julio Iglesias, aunque si hubiese que elegir una, nos quedaríamos casi sin duda con el reggae de “Is this love?”. Todo eso lo hizo, además, en muy buena compañía; poco después de aparecer sobre las tablas invitó a Juan de Dios Martín a acompañarle y el músico y productor raudo se puso al mando de los teclados.
Sirvió su rato sobre las tablas para caldear el ambiente, aunque fue tal vez demasiado breve y – a pesar de que la mayoría de los presentes esperaba la actuación de Eva y Juan- nadie habría protestado si el aperitivo se hubiese alargado un poco más.
La transición fue rápida y el segundo acto tardó muy poco en arrancar. Entre una buena colección de guitarras y algunos instrumentos de apoyo –entre los que estaban armónica, pandereta y un curioso theremín de madera- los dos componentes de Amaral tomaron posiciones, Eva al frente, Juan a su derecha -lejos de la luz de los focos- y escogieron “Esperando un resplandor”, último single de “Hacia lo salvaje”, para abrir boca. Lo iba a confesar la maña poco después, pero enseguida quedó claro que llegaba algo mermada al evento. Un considerable gripazo había puesto en jaque la cita, pero ellos, contaba, no habían contemplado la posibilidad de cancelar. Pidió eso sí comprensión y ayuda –“sobre todo en los tonos más agudos”- antes de invitarnos a disfrutar de “Hacia lo salvaje al completo y en gripalsound”.
Fueron sonando uno a uno los doce cortes de su último álbum y, entre tema y tema, Eva fue alternando bromas y agradecimientos -a la sala, a Ángel Carmona por contar con ellos y a todos los que desinteresadamente habían aceptado participar en el evento-. También dedicatorias, y, además de acordarse de su madre en “Olvido”, brindó “Robin Hood” a todos los que salen a la calle y con su empeño consiguen cosas como la Ley de Dación en pago.
La respuesta entusiasta de un público que había agotado en un cuarto de hora escaso las 150 entradas que salieron a la venta pareció llevar en volandas a Eva, que a medida que avanzaba la cosa fue ganándole poco a poco la batalla a la gripe. Para cuando llegó “Van como locos”, a apenas un par de temas de que terminase el recorrido por Hacia lo salvaje, estaba enchufadísima. Por el camino habían dejado, además, una gran versión de “Antártida”, que empezó con un duelo de guitarras y terminó confirmando que el paso de los años le ha sentado bastante bien a la maquetera “Surmenage”.
Una intro a base de guitarra y armónica precedió a “Hacia lo salvaje” y tras ella, “Cuando suba la marea” marcó la primera despedida de los maños.
Volvieron a tardar poco en reaparecer, manteniendo el ritmo ágil de la velada, y cuando lo hicieron fue para arrancar los mayores aplausos de la noche. Porque no hubo gripe que valiese y, aunque a la vista de las circunstancias parecía casi una temeridad, repitieron homenaje a Chavela Vargas con su versión de “Rogaciano el huapanguero”. Fue la primera de las tres versiones que Juan y Eva eligieron para cerrar su actuación. Tras ella vendría otro guiño habitual en ellos con “Universal”, de Lagartija Nick y, ya como punto final, la versión en castellano de “Femme Fatale”, de la Velvet Underground.
Llegados a ese punto quedaba ya tiempo para poco más. Y cuando salimos de la sala, lo hicimos con la sensación de que, a pesar de la energía de los conciertos con la banda al completo, verles a ellos dos solos, así, en la distancia corta, tiene un algo especial. Como El Sol.
Álbum de fotos
Amaral (Madrid, Sala El Sol – 12.02.2013)
- Esperando un resplandor
- Montaña rusa
- Hoy es el principio del final
- Robin Hood
- Riazor
- Si las calles pudieran hablar
- Como un martillo en la pared
- Antártida
- Olvido
- Van como locos
- Hacia lo salvaje
- Cuando suba la marea
- Rogaciano el huapanguero
- Universal
- Femme fatale
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