Esta vez no fue una decisión de última hora. En cuanto vimos el concierto anunciado en las redes sociales corrimos a comprar las entradas y se lo recomendamos a todo el que nos quiso escuchar. Mucho menos vírgenes, con los CDs bien trillados y teniendo muy claro lo que nos esperaba: así nos presentamos en La Boite. Y lo disfrutamos tanto o más que en mayo.

Como parte de esa arraigadísima costumbre en el circuito de salas capitalino, la hora de inicio no era casi ni orientativa; a las 21:30 estábamos citados pero empezamos a pensar que todo funciona con horario insular, porque la formación leonesa no apareció sobre las tablas –afinaciones y ajustes aparte- hasta casi una hora más tarde. Eso sí, una vez lo hicieron, nos olvidamos de todo lo demás y el mundo quedó reducido a lo que sucedía entre las paredes de la céntrica sala.

Pero antes de entrar en harina, vamos a confesar algo. Dudábamos. Sí, había en nosotros un pequeño resquicio de duda. Muy pequeño, pero ahí estaba. Aquello de las primeras veces. ¿Y si no había sido tan bueno como lo recordábamos? No impidió, eso sí, que hiciésemos campaña con amigos para que se apuntasen a la cita, al más puro estilo grandes almacenes: “Si no queda satisfecho, le devolvemos su dinero”. Nos ofrecimos a reembolsar alguna que otra entrada si el resultado no era el que prometíamos. Pero ni hizo falta, ni duró mucho nuestra duda, porque –quitando algún pequeño desajuste inicial en el sonido- la cosa fue como la recordábamos.

Igual que en mayo, los cinco músicos salieron a escena con “Ela”, entre saludos y las primeras gracias, y volvieron a darle todo el protagonismo a Estados en una sala que, como El Sol, no llegaba al lleno pero lo compensaba con muchas ganas. Porque el público no escatimó en vítores y aplausos, a veces tan entusiastas que –como pasó en “Antes de que vuelvan”- sin dejar que acabase la canción. Así que fueron cayendo los temas entre presentaciones, agradecimientos y bromas; las nuevas y las menos nuevas. “Ésta es de las primeras canciones de The Bright,” diría Aníbal con la cuarta de la noche. “De hecho… es de antes de The Bright, ¿no?” Buscaba confirmación en su otra mitad musical y tuvo que insistir a una Myriam concentrada en ajustar la afinación de su guitarra. Sonaba entonces “Coffee & Wine”, una de esas canciones que nosotros podríamos estar escuchando en bucle.

Seguirían después aún una docena de canciones y la verdad es que no sabríamos muy bien con cual quedarnos. Porque nos gusta mucho “La pared” y la aspereza de “Antes de que vuelvan”, con ese final instrumental de locura. Porque “Soundtrack” nos parecía un inmejorable arranque para el debut de The Bright y en directo marca un gran contraste encajonada entre canciones más rockeras y menos dulces, como esa oda al insomnio que es “De los que pueden dormir”.

Dejarse “Private Garden” –mientras te cuentan el frío que pasaron en el rodaje del videoclip- y “Hexágonos” como primera despedida es una apuesta más que segura. Y el final ya de verdad, primero con la calma “Cero” y después con el inevitable guiño a Neil Young –“Alguien me preguntaba esta tarde en Instagram qué versión de Neil Young nos tocaba hoy”- una guinda perfecta para marcharse a casa con el mejor sabor de boca. Porque The Bright va camino de convertirse en uno de esos grupos que nos tendrá irremediablemente allí cada vez que pise la capital o sus alrededores.

Álbum de fotos

The Bright (Madrid, La Boite – 25.10.2013)

1. Ela
2. Donde todo es luz
3. Jolene
4. Coffee & wine
5. Estados
6. La pared
7. Antes de que vuelvan
8. Rotten crops
9. Soundtrack
10. De los que pueden dormir
11. Lo fundamental
12. Rocking chair
13. Dead weights
14. Private Garden
15. Hexágonos
16. Cero
17. Cinammon girl