Rock contra molinos de viento (Los Coronas – Sala Ego Live, 17.05.2014)

Hasta hace un par de años había cosas que resultaban casi impensables en Alcalá. Muchos nos habíamos acostumbrado ya a que, para ver buena música en directo, la capital fuese casi nuestra única opción. Era eso, o los vecinos de Guadalajara, que también nos han dado unas cuantas alegrías.

Pero entonces llegó la Sala Ego Live, que no sólo quería acercar a los alcalaínos a la música de aquí, sino también a la de allá. La de mucho más allá. Y, así, a lo largo de estos dos años por su escenario han pasado decenas de bandas llegadas de todos los rincones del planeta. Porque ha habido hueco para lo nacional, pero también para sonidos venidos desde Alemania, Suiza, Italia, Estados Unidos… e incluso Australia.

Por Australia habían estado paseando su sonido semanas atrás los invitados que el 17 de mayo iban a desembarcar en la sala alcalaína; bajo el brazo, un “Adiós, Sancho”, que llevan más de un año presentando por decenas de escenario y un reciente EP de versiones, “El largo viaje”, que se iba a llevar buena parte del protagonismo de la velada. David, Javi, Loza, Fernando y Yehven no necesitan presentación y el tirón y la trayectoria de Los Coronas hicieron que, meses atrás, muchos corriésemos a reservar nuestras entradas para la cita. Y el mejor reflejo lo encontramos nada más llegar a la sala: el Ego tenía el aspecto de las grandes noches, lleno de gente con muchas muchas ganas de ver a la orilla del Henares a una de las grandes bandas del panorama nacional. El buen hacer de Los Coronas, avalado por más de dos décadas de carrera plagadas de noches de buen rock, era el mejor reclamo.

La cosa empezó más tarde de lo previsto, pero cuando los cinco músicos aparecieron en la sala poco pareció importarle a nadie. Camisas negras, pantalones tejanos y sombreros de cowboy como declaración de intenciones. Según iban desgranando los temas de su “Adiós, Sancho”, empezando por el que da nombre al largo, el público –el alcalaíno y el adoptado para la ocasión- se iba entonando y primero eran los aplausos, pero después, poco a poco, se iba animando también con las palmas, alentado por un Fernando Pardo incombustible, que se encargó de ejercer como perfecto maestro de ceremonias regando las dosis de surf rock con un buen puñado de anécdotas.

Si algo marca la trayectoria de Los Coronas es que, además de despachar temas propios, la banda tiene una habilidad especial para llevar a su terreno todo tipo de canciones. En Alcalá sonaron unos cuantos ejemplos. Algunos ya clásicos en el repertorio de los madrileños, como “Flamenco” o el guiño a Tarantino (“Tuvo que venir Tarantino a recuperar algo tan nuestro como el pasodoble”), pasando, por supuesto, por ese puñado que han seleccionado para dar forma a su más reciente EP,  «Fuimos a Sevilla a tocar una de Triana y hubo abucheos,” contaba Pardo al presentar “En el lago”. “Volvemos en mes y medio…”

No acabaron ahí los guiños al panorama nacional; tampoco había llegado aún el más sorprendente. Porque ese honor lo tiene reservado «la canción número uno de todo karaoke que se precie. Nuestro Elvis; la esencia primigenia de nuestro Rock”. Y así llegaba “Corazón contento”, disfrutado por muchos aunque recibido también con algún que otro arqueo de cejas en cierto sector de la sala.

Poco antes de la despedida iba a sonar también “Knights of Telstar”, ese híbrido para juntar al hijo –Matt Bellamy, con el “Knights of Cydonia” de Muse- y al padre –con “Telstar”, de The Tornados, banda en la que tocaba la guitarra George Bellamy-. “Pensamos primero en Julio y Enrique…”

Como suele ser la norma, la primera despedida fue recibida con inconformismo por el respetable y tuvo su premio. “Teníamos que elegir entre hacer una versión de los Beatles o una de los Rolling. Elegimos las dos”. Y así, como broche a una gran noche de rock, le llegó el sabor surf a “Paint it black” y “Day Tripper”.

Y el público, ya sí, tuvo que aceptar el final de una noche que, gracias al Ego, ya no resuelta un imposible a esta orilla del Henares. Y nosotros no podemos alegrarnos más. En estos tiempos en los que organizar conciertos es casi como luchar contra molinos de viento, los chicos de la Sala Ego live trajeron a tierras cervantinas un Sancho y cinco Quijotes. Casi nada.

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