Lo típico del verano son los festivales en zonas costeras, pero a veces surgen planes igual o incluso más apetecibles en el interior. El sábado 18 de julio pusimos rumbo a La Alpujarra, concretamente a Laroles, un pueblo que el año pasado reformó una antigua era para transformarla en un teatro al aire libre. El proyecto continuó con la construcción de las gradas, conseguido gracias a una campaña de crowdfunding, mismo medio de financiación que utilizó para grabar su primer disco el artista que nos llevó a ese bello rincón de La Alpujarra, Alberto Anaut. Dentro de la programación de este verano “Me vuelves Lorca”, Anaut acudía a presentar 140 (2013), su primer álbum cuyo título rinde homenaje a los 140 mecenas que lo hicieron posible con sus aportaciones.
Para aprovechar el día llegamos al pueblo un poco antes de la hora de la comida, y tras acomodarnos en el hotel, pusimos rumbo a un restaurante que nos habían recomendado. Comer plato alpujarreño, secreto a la brasa o codillo mientras disfrutas de unas vistas impresionantes y buena conversación es un placer indescriptible. La sobremesa se alargó y la tarde se nos pasó en un suspiro, así que rápidamente hicimos parada en boxes para alistarnos y poner rumbo al singular escenario.
Cuando tomamos posiciones en las gradas, el sol comenzaba a desaparecer, dejando paso a un cielo azul oscuro y una luna que tardó poco en desaparecer tras las montañas. Así, bajo un cielo estrellado y con un fondo salpicado de luces de los distintos pueblos comenzó la actuación de Anaut. En esta ocasión acudían en formato cuarteto (guitarra, bajo, batería y teclados) pero la falta de saxo y trompeta no fue inconveniente para que el público tardase segundos en meterse en faena, aplaudiendo al ritmo de la batería desde el primer tema. Tras un par de temas se dirigieron a la audiencia congregada para dar las gracias a Ana, las personas que se pusieron en contacto con ellos, los voluntarios… y aprovecharon la ocasión para anunciar la salida de su single en vinilo con un tema propio y una versión. “Y para que no tengáis que darle la vuelta, vamos a hacer las dos seguidas” sonando así “When your days grow long” y el famoso “Black is black” interpretado de forma muy personal.
La actuación volvió a los temas propios con “Far not fast”, un tema que según Alberto comentó “habla de la escapada que cada uno hace en algún momento de su vida”. Los temas se seguían sucediendo sin prisa pero sin pausa sonando; el sonido era bueno y la gente estaba animada, pero no llegaban a levantarse de sus asientos –parece que los teatros, aunque sean al aire libre, cortan un poco-. Llegó entonces una presentación de la banda que se nos hizo demasiado temprana. Javier Gómez Pachecho (batería), Javier Geras (bajo), Gabriel Casanova (teclados) y Alberto Anaut (voz y guitarra) recibieron un caluroso aplauso y prosiguieron con el concierto interpretando “Drawn in my own tears” de Ray Charles.
Afrontaban ya la recta final con temas como “Don’t cross that line” o “Blas”, una canción dedicada a los niños y a los perros, tema tras el cual abandonaron el escenario. Como era de esperar, el público pidió más. Había pasado casi una hora, pero se había disfrutado tanto que había sabido a poco. Volvieron a las tablas con “Phony money”, que Alberto presentó dirigiéndose al público “Este tema es dinero falso y abre nuestro primer disco”. Cuando comenzó el tema sucedió por fin lo que estábamos esperando desde el principio, que la gente se levantase y se pusiera a bailar. El broche de oro a la actuación lo pusieron con otra versión de Ray Charles, en este caso con “Hallelujah I love her so”. Durante la interpretación, Alberto -pandereta en mano- se lanzó a las gradas y subió entre el público hasta el bar ubicado en lo alto de la pequeña loma para finalizar el tema de forma espectacular.
Así con el público en pie y este enérgico final, acabó la participación de Anaut en el Festival Me Vuelves Lorca de Un Teatro Entre Todos. Terminado el evento tuvimos la ocasión de conocer a Ana y Jana, las caras visibles y responsables de este proyecto, además de a los voluntarios y vecinos del pueblo que nos recibieron de forma maravillosa e hicieron del resto de la noche la guinda del pastel tras un concierto para el recuerdo.
Desde El Erizo Albino sólo podemos mandar nuestros mejores deseos tanto a Anaut como a la Asociación Cultural El Dragón Mágico, esperamos que ambos consigan la repercusión que tanto talento y esfuerzo merecen como recompensa.
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