Porque la logística no siempre funciona como a uno le gustaría, llegamos a la segunda jornada del Festival Gigante más tarde de lo previsto y a Ángel Stanich apenas le quedan unos minutos sobre el escenario alcarreño. Nos queda el consuelo de que se haya guardado “Metralleta Joe” para el final y nos dé tiempo a disfrutarla. Podía haber sido peor. Además, descubrimos que el público del Gigante ha sido hoy bastante madrugador y es ya muy numeroso el que disfruta frente al escenario principal y corea con Stanich aquello de «El tipo en quien confía el carnicero cuando quiere el género fresco». Gigantes todos.
Empiezan a partir de ahora las disyuntivas y los conciertos que nos apetecen pero se solapan. A pesar de ello, vamos a hacer todo lo posible por disfrutar al máximo de cada uno. Aunque nos gustaría ver completo el bolo de Full, dejamos que la compañía nos arrastre al escenario Guadalajara, donde está a punto de empezar uno de los que juegan en casa. Dani Marco, el que fuera voz de Despistaos, llega con su primer largo bajo el brazo y aunque nos acercamos con alguna duda, pronto se disipan. Nos sorprende el sonido del alcarreño; no parece haber perdido su esencia, pero las canciones llegan vestidas con un barniz algo distinto. Nos gusta, además, el guiño que hace a Piratas -«de los que desgraciadamente tanto se está hablando últimamente, » dice Dani al presentar “Fecha caducada”-. Tras «Un aguijón en la garganta» hacemos el cambio de Escenario y nos reenganchamos a Full, que ya tiene en el bolsillo a los presentes con canciones como la que suena, «Distintos».
Enérgicos como las anteriores veces que les hemos visto, los sevillanos siguen enlazando temas sin dar tregua y suenan cosas como “Atraco” –“¿Me ayudáis?”, pregunta Javi- o “Quienes somos realmente”, con la que ponen fin a su paso por Guadalajara.
Cuando Full acaba, nos vuelven a asaltar las dudas y vacilamos un poco antes de renunciar al siempre festivo directo de Smile. Ganan nuestra batalla interna las hermanas Llanos; sentimos mucha curiosidad por ver si esa vuelta a los orígenes que vimos hace poco más de un año en el aniversario de Subterfuge había sido algo puntual o una declaración de intenciones en toda regla. Comprobamos con apenas un par de temas que es lo segundo, porque los cuatro músicos salen a golpe de guitarra y distorsión desde el primer minuto. Quizá no lleguen a la rabia de sus comienzos, pero parece que después de pegarse unos cuantos meses celebrando los 20 años como banda y rindiéndole homenaje a “Devil came to me”, con su último largo, Complications han vuelto al estilo que les consolidó en el panorama nacional en los primeros compases del siglo veintiuno.
Aunque muchas de las recién llegadas también funcionan y la recepción no es ni mucho menos mala, lo que se genera en la Fuente de la Niña con los grandes clásicos de Dover está a otro nivel muy superior. Porque cuando Amparo se dirige al público -“Hemos tocado esta canción mil veces. Hoy la queremos dedicar a todos los grupos que llevamos 20 años compartiendo escenarios”- y presenta “Serenade” son varios miles de voces los que la cantan con ellos. Y cuando en el tramo final encadenan “Loli Jackson”, “King George” –de nuestras favoritas- y “Devil came to me” sencillamente se desata la locura. Y que nos quiten a todos los cantado.
Tras el encuentro con las Llanos, toca volver al escenario Guadalajara, a sabiendas de que ello nos va a suponer renunciar a buena parte de la actuación de Dorian. Lo teníamos medio claro, pero lo que estamos a punto de vivir va a disipar cualquier mínima duda que pudiese quedarnos. Porque Eva y Jave, o lo que es lo mismo, Idealipsticks, están a punto de dar una auténtica lección de rock y saber hacer sobre las tablas y luciendo sonidazo.
Cuando llegamos, llevan escasos minutos en el escenario y están a punto de presentar “Jungle” al grito de “Buenas noches, compadres”. Son de los que juegan en casa y a lo mejor eso les da un punto extra de motivación, aunque la esencia es la misma que ya hemos podido ver en anteriores encuentros con los alcarreños. Eva tiene un repertorio inagotable de gestos y bailes, y frente al micro, con las maracas o cuando se cuelga la guitarra, parece incombustible.
Y así van despachando canciones de sus ya cuatro largos, de “Cathouse”, en la que Jave toma el relevo a la voz, a «Sins» –“Lo que nos gusta pecar,” la presenta Eva- pasando por otras como “The Pavement o “Lips” –“Con esta canción empezamos la aventura”-.
Teniendo en cuenta que su actuación coincide con uno de los teóricos platos fuertes del festival, la afluencia de público es especialmente significativa y somos varios cientos de personas los que disfrutamos de cada uno de sus guitarrazos. “Qué bueno que haya tanta gente viendo un concierto de rock,” dirá Jave antes de “Supreme machine”. “Últimamente hay mucho sintetizador… ¡Sólo se puede solucionar a base de guitarrazos!”.
Para la descarga final se guardan cosas como “Losers & lovers” o una versión de “Cramp stomp” de The Cramps antes de que “Black hole” sirva como broche final y nos deje con la sensación de haber visto uno de los mejores conciertos del festival. De largo.
No sabemos qué ha pasado hasta ese momento, pero cuando volvemos al escenario principal la actuación de Dorian parece estar en su punto álgido. Suenan los primeros acordes de “A cualquier otra parte”; la gente acompaña prácticamente cada palabra y comprobamos una noche más que la canción le sientan muy bien las cuerdas.
Al concierto no le queda mucho más. Tras “La mañana herida” llega el final; un final de karaoke, con los festivaleros cantando con Dorian “La tormenta de arena” mientras les cae una lluvia de confeti.
Aunque nos gustaría aguantar hasta el final, para nosotros la segunda experiencia Gigante está llegando a su final. La intempestiva hora a la que está programado Neuman y el cansancio acumulado de estos dos días hace que nos planteemos el siguiente concierto como el último. No va a ser –ni mucho menos- una mala forma de cerrar. Porque la solvencia de Vetusta Morla en directo hace tiempo que no admite discusión. Los de Tres Cantos traen a Guadalajara un set como el que ya vimos semanas atrás en Sonorama Ribera y, aunque las sensaciones van a ser algo peores que en aquella ocasión, va a ser otra vez un concierto de altura. Un concierto, que, además, va a llegar con unos cuantos guiños en las letras. El primero de ellos, apenas un par de minutos después de que la formación haga su aparición en el escenario, cuando Pucho nos canta “no quiero más sirios a la deriva”.
Arranca así un repertorio que roza la veintena de temas, repartido casi equitativamente entre los tres largos de los tricantinos, y en el que resulta difícil muchas veces distinguir cuáles son las canciones nuevas y cuales las viejas conocidas, porque el coro de gente cantando es continuo. De “Lo que te hace grande” a “Golpe maestro” ; de “Alto” a “Rey Sol” o a una “Cuarteles de invierno” que nos sigue pareciendo de las grandes joyas de La deriva. Con el ritmo y la intensidad ya marca de la casa, van cayendo tema tras tema, hasta marcar uno de los grandes picos de la noche cuando suenan seguidas “Copenhague”, “Sálvese quien pueda”, “Un día en el mundo” y “Saharabbey road” y parece que no nos va a llegar la voz para acompañar por enésima vez esos eternos coros.
El penúltimo tramo nos pilla con la voz justa así que la tregua que nos medio damos es casi obligada e intentamos coger algo de aire de “Maldita dulzura” a “El hombre del saco” porque somos conscientes de que la terna final va a ser exigente. Y es que “Valiente” va a poner a prueba las gargantas de más de uno, sobre todo de los que saben que aún hay que guardar un poco para “La cuadratura del círculo” y, sobre todo, para los coros que culminan la épica “Los días raros”.
A la noche le quedan aún cartuchos y seguro que muchos consiguen recuperar algo de voz para cuando, dentro de un rato, El columpio asesino se acuerde de “Toro” o, más tarde, Paco Román y compañía les lancen trallazos como “Turn it”. Pero nosotros optamos por despedirnos ya de una segunda edición del Gigante que difícilmente será la última. Porque a la segunda, Guadalajara ha confirmado que ha llegado el panorama festivalero para quedarse. Y eso es indudablemente una gran noticia.