En lo que respecta a la música, creo que hay dos tipos de personas, a los que de verdad les mueve algo por dentro (podemos llorar, se nos pone el vello de punta, etc.) y los que su experiencia no va más allá de la recepción auditiva. Parece que esto tiene algo que ver con el cerebro, y, a los que la música nos genera esas reacciones, no nos ocurre tampoco con todos los grupos ni con todas las canciones.

En el caso del grupo que llegaba a Madchester Club la noche del 15 de febrero, tengo que confesar que desde la primera vez que les ví en la edición de 2015 de Sonorama Ribera, se ganó un hueco en mi corazón y en mi colección de discos por ponerme las púas, quiero decir, el vello de punta.

Ya hemos dicho en el blog más de una vez que su música nos resulta épica, luminosa, nos transmite bondad y esperanza, algo que no abunda en estos tiempos y que es de valorar; estamos hablando de Nunatak. La cita en la ciudad almeriense estaba organizada por Cooltural Fest, y su disco de estudio más reciente, Nunatak y las flores salvajes (Warner, 2019) era la excusa para ello.
Cuando llegamos a Madchester Club había ya una pequeña cola, pero pudimos coger buen sitio sin problemas. Fue llegando gente de forma intermitente hasta que, a falta de 10 minutos para la media noche y ante un aforo considerable -pero sin llegar a llenar la sala-, los miembros de la formación cartagenera saltaron a escena recibidos con aplausos. Para abrir el concierto tiraron de nuevo material, siendo «Créeme» el tema escogido. Este corte, el segundo del nuevo disco, consiguió arrancar los primeros coros por parte del público, a la vez que comenzaba a bailar.

Sin apenas pausa, siguieron con «A miles de kilómetros», de su disco anterior, Nunatak y el tiempo de los valientes (Warner, 2018), abriendo un tramo del concierto dedicado íntegramente al mismo. Después del tema, Adrián se dirigió al público para saludar, presentar a la formación y dar las gracias a Cooltural Fest, tanto por haber contado con ellos en el festival, como por organizar el concierto.
Tras 4 temas del citado disco, volvieron a material nuevo con un tema que me emociona cada vez que lo escucho, «En tu nombre», que ellos mismos presentaron como «un tema especial para nosotros, sobre la masculinidad, ser padre, ser un buen hombre». Creo que hubiera disfrutado mucho más del tema, puede que incluso se me hubiera escapado alguna lagrimilla, si no fuera porque me estaban dando ganas de gritar a la retaguardia de la sala que cerrasen el pico o al menos bajasen el volumen. Lo que pasa es que como hoy día no puede uno llamar la atención a nadie sin correr el riesgo de meterse en problemas, la prudencia aconsejó pasar y tratar de centrarme únicamente en el concierto.

Siguieron presentando temas nuevos como «Coge mi mano» o «Criminal de guerra», intercalando algún tema de sus comienzos como «Soy viento, soy fuego», que fue muy bien recibido por los presentes. Antes de «Hijos de la tierra», presentaron el tema como una de sus favoritas: «Va sobre la huerta, nuestra tierra, de mezclar lo nuevo con lo viejo, y es un tema para el que hemos tenido el lujo de contar con los Auroros de Nuestra Señora del Rosario».

La noche siguió avanzando con temas nuevos como «Criminal de guerra», uno de los que han supuesto un sonido más innovador en el disco, o «Viento del sur», con el que se bajaron del escenario desenchufados abriendo un set acústico en el que sonaron también «Solos» y «Ya he ganado».
Tras el set acústico, volvieron al escenario con «Quiero que arda», con el que comenzaron a subir de nuevo revoluciones para acabar con el colofón final de «El grito», que provocó un subidón con baile desenfrenado y karaoke multitudinario. Terminado el tema desaparecieron del escenario, pero, como era de esperar, se hicieron poco de rogar cuando el público empezó a pedir más.

Abrieron la tanda de bises con «la canción favorita del disco de Nando y mía», confesaba Adrián a los presentes, y se lanzaron con «Todas las campanas», una tema que empieza suave y va subiendo en intensidad. Prosiguieron con «Mi gran virtud» y «Disonancia perfecta», para después despedirse dando las gracias a la sala, a Rafa, que se encargaba del sonido, y al Cooltural. Nosotros queremos añadir a esa lista a Ernesto, ya que si alguna foto decente hicimos esa noche, es gracias a que él estaba a los mandos de las luces. El tema escogido para cerrar definitivamente la velada fue «Aún respira», con el que consiguieron que todo el público cantase otra vez en modo karaoke, siguiendo además el ritmo haciendo palmas; una despedida por todo lo alto.
Para nosotros, el balance de la noche fue muy bueno; en lo que respecta al grupo, desde luego tenemos que decir que lo dieron todo sobre el escenario y nos ofrecieron un gran concierto, aunque hubiera gente que no quisiera apreciarlo. Solo podemos esperar que la próxima vez siga aumentando la afluencia y a ver si ya cuelgan por fin el cartel de entradas agotadas, que en esta tierra es harto complicado, pero ellos se lo merecen.
Para ver el álbum de fotos completo pulsa la imagen inferior