Supongo que en estos tiempos tan extraños que estamos viviendo deberíamos tener de sobra cubierto el cupo de cosas atípicas y escribir una crónica de un concierto virtual no debería entrar casi ni en la clasificación. Pero a mí, honestamente, me está resultando bastante bizarro.

Voy por el día número doce de mi particular encierro, pero aquel primer día aún no era consciente de que se iba a convertir en algo permanente. En mi trabajo aún estábamos en la fase de hacer turnos para teletrabajar. Hasta esa tarde. Ahí acabó -o empezó- todo.
Desde entonces, mi casa ya no es sólo mi casa. Es mi oficina. Y mi gimnasio. Y mi aula. Y el bar donde me tomo la caña virtual con mis amigos o celebro en la distancia días señalados con la familia. Y también, claro, mi sala de conciertos.

Confesaré que a mis días de confinamiento les están faltando horas para llegar a todo y que en algunos momentos sólo quiero apagar el teléfono, olvidarme de actividades virtuales y videollamadas, y disfrutar yo sola de un buen libro o una buena serie. Pero también es de justicia reconocer lo que para mí está siendo una de las mejores cosas de esta (in)voluntaria cuarentena: todas esas iniciativas de personas que, como tú y como yo, están confinadas en sus casas y deciden regalarnos un poquito de su trabajo para hacer que esto se nos haga algo menos duro a todos.
Entenderéis que siendo lo que somos, erizos que no saben vivir sin música, de entre todo ello nos quedamos con esas bandas y artistas que están dedicándonos su música. Y, puestos a afinar aún más, diremos que hay una cosa que tenemos que agradecerle al coronavirus. Y es que ha hecho falta una pandemia -¡mundial, nada menos!- para conseguir que Aníbal, 50% de The Bright, desenfundase su guitarra acústica y la pusiera a punto para pasar también ellos un ratito virtual con nosotros.

Que somos muy fans de los leoneses lo sabe cualquiera que nos conozca mínimamente, así que no hará falta decir la ilusión que nos hizo a todos -ya sabéis, los erizos oficiales y también los oficiosos- que se sumasen a la iniciativa de conciertos virtuales. Cuatro años después de la última vez que les vimos en directo -ahí es nada- podéis imaginar que decir que había ganas se queda muy corto.

Así que ahí estábamos, fieles y puntuales la mañana del sábado 21 de marzo, frente a nuestras pantallas para disfrutar del inesperado bolo. Y para enamorarnos, una vez más, de su propuesta, de su saber hacer y de las historias que nos cantan. Igual que en aquel flechazo en el Sol, que, aunque como una amiga se empeña en recordarme no fue mi primer vez, sí fue la que marcó la diferencia.
La cita tuvo el mismo formato que la mayoría, con 30 minutos de ‘tú a tú’, con Miryam y Aníbal pletóricos y con unas sonrisas que no les cabían en la cara y que, os aseguro, compartíamos muchos al otro lado de nuestras pantallas.
A pesar de la brevedad, hubo tiempo para todo, con paradas en los tres álbumes de The Bright, una versión y hasta una canción inédita. Y es que abrieron con ‘Ela’, de Estados, y de ahí se fueron al principio, con ‘Your private garden’, antes de acordarse de Dolly Parton y ‘Joleen’.

El gran regalo llegó mediada la cita, cuando Miryam presentó una canción que nunca habían tocado y que nació en la época entre Feroe y The Bright. A falta de título, la recordaremos seguro como Beroe.
‘El final del amor’ les sirvió para recordar los días de grabación de Líneas Divisorias en el estudio de Paco Loco y confesar que quedarán en su memoria como una de las mejores semanas de su vida.
Y así, casi sin darnos cuenta, llegábamos al final de nuestro encuentro. ‘Hexágonos’ se convertía en lo que esperamos sea sólo una despedida temporal y nos dejaba sonrientes aunque, irremediablemente, con ganas de más.
Confiemos en que no haga falta una nueva pandemia para que Aníbal vuelva a desenfundar su guitarra. Que lo que el Covid ha (re)unido no lo separe una, esperemos no muy lejana, vuelta a la realidad.
Álbum de fotos
The Bright (Estado de Alarma, día #7 – 21.03.2020)
- Ela
- Your private garden
- Joleen
- Beroe
- El final del amor
- Hexágonos