El tiempo desapacible parecía perseguirnos. Si con Anni fue la lluvia, a la ribera del Ebro lo que nos recibió fue un intenso cierzo, de ese que hace que la sensación térmica sea notablemente peor de lo que marca el termómetro. Apuramos los tiempos y salimos bien abrigados desde los aledaños de la Plaza del Pilar al filo de las diez, lo justo para llegar a la sala Oasis con apenas un par de minutos de margen. Nos encontramos el local solo medio lleno, aunque el aspecto fue poco a poco mejorando y para cuando Xoel López apareció sobre las tablas, ya había unos tres cuartos de aforo. Eran las diez y cuarto y la cosa empezaba con algún problemilla. El gallego cogía la guitarra española y probaba a rasguear. Nada. Segundo intento y disculpas. Seguía sin oírse nada, pero no dio tiempo a que cundiese el pánico. Cambió de guitarra y tiró de comienzo con acústica para “Hombre de ninguna parte” mientras los técnicos se encargaban de solucionar el problema.
En un arranque a base de temas nuevos, el gallego confesó que había venido a Zaragoza menos de lo que le gustaría. “Aunque esas cosas ya sabéis que no siempre dependen sólo de uno”. Y es que desde el público le recordaron que hacía cuatro años que le esperaban en la tierra del cierzo. Quizá por eso, para asegurarse de que la espera había merecido la pena, las casi dos horas que Xoel pasó sobre el escenario fueron un auténtico derroche de energía. Superados los problemas técnicos del inicio y pequeños ajustes que duraron apenas un par de canciones, cuando la noche cogió ritmo fue para no perderlo ya. “Me preguntan a menudo si el cambio de nombre es una ruptura del pasado, un “yo ya no soy ese””. Nada de eso, decía, “y como muestra, este tema del último disco de Deluxe”. “Historia Universal” fue la primera de unas cuantas miradas al pasado , aunque sigue siendo cierto que esos recuerdos tienden aún a ser más del pasado más reciente y casi siempre cuando Xoel desempolva a Deluxe, lo hace tirando de los dos últimos largos –de, recordemos, un total de cinco-.
Para terminar de ponernos en situación, deberíamos decir que el gallego, en su retorno a Zaragoza, se presentó solo. Ni siquiera le acompañaba Lola García Garrido como en el Sonorama. Claro que no se notó del todo. Resultó difícil echar de menos al resto de músicos que suelen acompañarle sobre las tablas porque Xoel fue en la sala Oasis un auténtico hombre orquesta. Controlando la percusión con el pie izquierdo, con una pandereta bien enganchada al derecho y alternando guitarra y teclados. De vez en cuando remataba el cuadro colgándose al cuello una armónica.
Los momentos más intimistas llegaron siempre cuando el gallego se ponía a las teclas. Reservaba para esos momentos temas como “De vino y espejos” o “Rostro de actriz”, mientras que para acordarse de su proyecto con Félix Arias, Lovely Luna, de la mano de “Parando el tráfico”, volvía a tirar de guitarra y armónica ante un público que fue de las pocas veces que cantó con algo menos de intensidad.
Resultaban innegables las ganas de Xoel en Zaragoza, donde a pesar de no llenarse la sala, los que decidieron acercarse a la Oasis lo hicieron con las pilas bien cargadas y muy dispuestos a acompañar al gallego a los coros. Claro quedó ya en la parte previa a los bises, donde sonaron seguidas “Reconstrucción”; “De piedras y arena mojada” y “Tierra”. Xoel, que a su vuelta al escenario iba a confesar que estaba aquejado de una peligrosa combinación de jetlag –había aterrizado desde el otro lado del Atlántico apenas un par de días antes- y resaca, iba a tener una respuesta inmejorable a su petición de ayuda en “El amor valiente”, soberbia, como siempre, con Xoel sentado al teclado y un público que no dudó en acompañarle enérgico en cada “¿Qué es lo que está pasando?”
Volvió a pedir ayuda e intentó convencernos de que con “Joven Poeta” – de la que dijo que “no es triste; sólo es lenta y en tono menor… Tiene todo lo bajonero, pero no es triste. Es melancólica”- la cosa tocaba a su fin. Pero empezaron a llover las peticiones y Xoel, que no podía disimular que se lo estaba pasando francamente bien- tardo bien poco en acceder. “Pero vais a tener que poneros de acuerdo”. Y así, por petición popular, y tras presentar un experimento en el que dice estar trabajando –un tema en gallego que habla de un velero bergantín y que entrelazó con fragmentos de “El asaltante de estaciones” y un largo final instrumental- cumplió con el reclamo de la mayoría –o al menos de los que más gritaron- y cerró la noche con “El cielo de Madrid” y “Que no”.
A punto de marcar el reloj la hora bruja, gente sonriente salía de nuevo a la noche zaragozana. Satisfacción evidente y comentarios que se repetían entre unos y otros; no había duda: acabábamos de presenciar un señor concierto.
A nosotros, que esperamos que Xoel nos lea, sólo nos queda sumarnos a eso de las peticiones. Y así, sin levantar mucho la voz, le diríamos al coruñés que no nos importaría nada si una de estas noches se acordase de “Not what we had thought” o “Tendrás que hacerlo mejor”.
Ábum de fotos
Xoel López – Oasis Club Teatro (Zaragoza, 06.04.2013)
- Hombre de ninguna parte
- La gran montaña
- La boca del volcán
- Historia del amor universal
- Buenos Aires
- De vino y espejos
- Rostro de actriz
- Caballero
- Quemas
- Parando el tráfico
- Ver en la oscuridad
- Por el viejo barrio
- Reconstrucción
- De piedras y arena mojada
- Tierra
- El amor valiente
- Joven poeta
- Veleiro Bergantin / El asaltante de estaciones
- El cielo de Madrid
- Que no