El sábado por la mañana, amanecimos muy contentos porque el resfriado había pasado, así que resurgimos de nuestras cenizas como el ave fénix con energías renovadas y muchas ganas de liberarlas en el festival. Cuando llegamos al Escenario Aranda de Duero situado en la Plaza del Trigo eran todavía pocos los asistentes, así que pudimos colocarnos en primera fila.
Mientras esperábamos, asistimos algo perplejos a la colocación de pegatinas con el logo del festival por todos los elementos del escenario. Tratándose del último día nos parecía algo innecesario a esas alturas “¿van a colocar todo esto para 3 horas?” (claro que eso era porque no sabíamos que había conexión en directo con el telediario… ¿puede que por eso se retrasasen también las actuaciones?). Con casi una hora de retraso, los gallegos Igloo salieron a escena para presentar su último largo El conjunto vacío. Durante su actuación hubo lugar para el recuerdo de la tragedia acontecida recientemente en Galicia, con unas palabras muy emotivas por parte del vocalista y guitarrista Beni Ferreiro. Todos los temas de su set list tuvieron una gran acogida, pero destacó sin lugar a dudas la de uno de los más conocidos por el público, “Han Solo”.
Después de los gallegos le llegó el turno a Angel Stanich, que venía acompañado de su primer largo, Camino ácido, y de una banda de lujo formada por Alex Izquierdo al bajo, Guille Aragón a la batería y Javi Vielba a la guitarra. Con un estilo propio y una garra indiscutible, el santanderino supo sacar jugo a su repertorio. Nos sorprendió que gran parte de los presentes se supiese las letras, teniendo en cuenta que cuenta únicamente con un recién estrenado largo y una maqueta en su bandcamp. En resumen, un nombre a recordar porque seguro que en un futuro cercano va a dar mucho que hablar.
El honor o la responsabilidad -según se mire- de cerrar las actuaciones en este escenario que tanto nos gusta le correspondió a Izal. La banda está ahora mismo en un gran momento, arrasando allá por donde va, y la Plaza del Trigo no iba a ser una excepción. Los madrileños salieron a las tablas armados con un potente directo y estribillos pegadizos. Ellos disfrutaron del concierto tanto o más que los presentes, el ambiente fue totalmente festivo y los temas eran cantados de principio a fin, convirtiendo el canto en grito en momentos como “…todos a la mierda, sobre todo tú…”, “…fuego que va comiendo terreno…” o “…la mujer de verde se ha vuelto a poner el traje…”. Quedaba claro quienes se habían llevado el gato al agua sobre ese escenario en esta edición, así que si la Plaza del Trigo es el pasaporte al escenario principal, los chicos de Izal obtuvieron el pasaporte y asientos en preferencia para realizar el viaje.
Ya por la tarde, al llegar al recinto estaban terminando su actuación Mc Enroe, así que escuchamos únicamente dos temas que nos hicieron pensar que su propuesta es bastante interesante. Tras los de Getxo les llegó el turno a sus compañeros de sello discográfico Stay. Como todavía pegaba el sol, mucha gente se agrupó bajo la sombra de la torre de sonido, pero algunos como nosotros nos enfrentamos al calor y nos colocamos en las primeras filas. Los de Barcelona dejaron patente su buen directo y nos hicieron bailar con temas cargados de psicodelia. De su último largo, The Fourth Dimension, destacaron temas como “The Change is coming” o “Yellow Rainbows”.
Después de bailar con Stay pusimos rumbo al Escenario “Castilla y León es vida” para presenciar el concierto de una de esas bandas cuya potencia en directo nos hace bailar y menear la cabeza casi hasta desnucarnos, Havalina. El trío madrileño, que ya cosechó gran éxito la pasada edición en la Plaza del Trigo, aglutinó a bastante público, a pesar de lo temprano de la cita. Como viene siendo habitual, los de Manuel Cabezalí nos hicieron vibrar a los presentes tema tras tema, llevándonos al clímax con “Incursiones”, pero incomprensiblemente, cuando apenas quedaban 2 minutos de canción, ¡¡les cortaron el sonido!! Esta rectitud por parte de la Organización cuando a otros grupos se les había permitido extralimitarse en 10 o 15 minutos cabreó bastante a los asistentes. Pero pasó algo que nadie esperaba, la gente -después de un abucheo- siguió cantando el tema hasta el final, así que la banda terminó tocando con el sonido del escenario, transformando algo a priori desagradable en una experiencia que puso el vello
de punta a todos los que sentimos pasión por la música. Quedó claro, el público es soberano.
De vuelta al Escenario “Ribera del Duero”, nos encontramos con Xoel López, el que fuese concierto sorpresa en la edición anterior en la Plaza del Trigo, volvía en esta ocasión al escenario principal acompañado de una gran banda. La solvencia del gallego es indiscutible, pero al igual que nos pasó con Jero Romero, después de haber vivido en primera fila el concierto del año pasado, en éste nos costó un poco más meternos de lleno y entregarnos a sus melodías, si bien el público coreaba sus letras desde la primera canción.
Como la propuesta de Pony Bravo no terminaba de convencernos, aprovechamos ese lapso de tiempo para cenar y conseguir una buena posición para el espectáculo que Standstill nos tenía preparado. Para ser sinceros, teníamos grandes expectativas respecto a Cénit y eso nos llevó a estar algo nerviosos, como los niños que esperan la llegada de los Reyes Magos. Pero cuando los catalanes salieron al escenario, se disiparon todas nuestras dudas. Con una puesta en escena como ninguna otra que hayamos visto en otro grupo de la escena nacional, lo que han hecho Standstill sólo puede considerarse de obra de arte. La combinación de luces, iconografía, imágenes modificadas en tiempo real,… llevan su música a otro nivel que te hace abstraerte totalmente de la realidad, llevándote a un terreno en el que la música es algo más que una consecución de sonidos. Nos quedamos sin palabras para definir lo que fue su actuación, sólo podemos recomendaros que si tenéis ocasión, no dudéis en acudir a presenciar el espectáculo que es Cénit.
Todavía impresionados con el espectáculo de Standstill pusimos rumbo a uno de los conciertos que más ansiábamos presenciar, el de The New Ramon y Maga. Las ganas, además de por su buen directo, venían también por quitarnos la espinita de su cancelación en el Pulpop Festival y por tratarse de una de las últimas actuaciones de Ramón antes de su anunciado descanso. Al haber estado en primera fila en el concierto anterior, tuvimos que conformarnos con vivirlo en la distancia y deleitarnos con temas como “Lo bello y lo bestia” o cantar a pleno pulmón con “Te debo un baile” o “El ruido que me sigue siempre”.
Cuando todavía estaban Ramón y sus compañeros sevillanos sobre el escenario, mucha gente decidió ir tomando posiciones para otro de los platos fuertes de la noche, Supersubmarina. Como nosotros estábamos bastante lejos, también decidimos tratar de conseguir una buena posición para el concierto de los de Baeza. El concierto de Supersubmarina se convirtió en uno de los más multitudinarios y cuando los chicos salieron al escenario y se arrancaron con “Eléctrico”, el público estalló en una oleada de vítores. Desde sus inicios, muchos sectores de eso que llaman “el indie”, se rasgaron las vestiduras con el éxito cosechado por los baezanos, o entraron en cólera cuando aparecieron como cabeza de cartel en el Sonorama al mismo nivel o por encima de otras bandas de renombre. Incluso entre los componentes de este blog genera controversia la capacidad de la banda en directo. Sin embargo, conciertos como el de aquella noche en el festival arandino dejan claro que su éxito y su posición son merecidos, porque ofrecieron un directo potente, sin llegar a descontrolarse, que hizo cantar y bailar a todos los asistentes durante todo el concierto. Al igual que hemos dicho antes, el público es soberano y quedó claro que el público encumbró esa noche a Supersubmarina como los triunfadores indiscutibles.
Finalizado el concierto de los baezanos, nos cambiamos de escenario para presenciar el concierto de L.A. y así quitarnos la espinita de la pequeña decepción que nos llevamos con ellos en el Pulpop porque no sonaron tan bien como nos tenían acostumbrados. En esta ocasión volvimos a disfrutar de un gran directo y un sonido mucho mejor que el de la vez anterior. Los mallorquines se metieron al público en el bolsillo desde el principio combinando a la perfección los temas de Dualize con sus anteriores éxitos de sobra conocidos por el público como “Crystal clear”, “Stop the clocks” o “Hands”.
Y así, tras el broche de oro que fue para nosotros la actuación de L.A., nos despedimos de nuestros amigos -a los que no vemos tanto como nos gustaría- y pusimos rumbo al hotel para descansar, que al día siguiente no había festival pero sí 700 km que recorrer.