El verano de 2012 nos malacostumbramos disfrutando del directo de Anni B Sweet por partida doble, en Pulpop Festival y en Sonorama Ribera. Desde entonces, la parte sureña del blog no había logrado cuadrar una fecha de esta artista malagueña. Nos consolábamos con escuchar sus discos mientras esperábamos al menos una fecha que nos encajase en tiempo y presupuesto. Por eso recibimos con tanta alegría el anuncio de su cita con el ciclo Live The Roof en su Málaga natal, ya que, a pesar de ser viernes, en Almería era festivo local, así que podíamos descansar durante el día e intentar la locura de ir sin tener que quedarnos a dormir. Tras unos pequeños problemas con la compra de las entradas (gracias a la gente de Global Music 360º y Ticketbell por la atención), nos hicimos con nuestras entradas antes de que se anunciase el predecible “Entradas agotadas”.
Por fin llegó el día de la ansiada cita y cuando llegamos a Málaga lo primero que escucharon nuestros oídos al salir del coche fue a Anni B Sweet haciendo la prueba de sonido. Si teníamos alguna duda de si merecía la pena las 2 horas de coche, nos quedó despejada en ese momento.
Poco antes de la apertura de puertas subimos a la azotea del Hotel Málaga Centro para comprobar que no había mucha gente esperando. Transcurridos unos minutos comenzó a llegar gente formando una gran cola en el pasillo que daba acceso a la azotea. Con la apertura puntual accedimos a la azotea y comprobamos que habían cambiado la distribución desde que acudimos por primera vez a la cita con Vega. Ahora el escenario tenía como fondo la ciudad y el cielo malagueño, una mejora sustancial respecto al fondo de pared blanca anterior. En esta ocasión, como el ciclo está patrocinado por Licor 43, agasajaron a los presentes con un cóctel de bienvenida que según mis acompañantes estaba muy bueno (ya sabéis, al volante ni una gota de alcohol).
Rozaban las diez de la noche cuando una tímida y nerviosa Anni B Sweet subía al escenario. Esta vez lo hacía acompañada de Javier Doria a la guitarra eléctrica. Ella se armaba con la acústica y tras dar las buenas noches se lanzaban con “Shiny days”, de su álbum debut Start, Restart, Undo (Subterfuge, 2009). A pesar de los nervios anunciados por su compañero de escenario y de la timidez que desprendía, cuando empezaron a sonar los acordes y empezó a cantar, dejó patente por qué había agotado entradas tan rápidamente y por qué a nosotros nos merecía la pena pegarnos el viaje de coche por escucharla en vivo y en directo. Que tiene una voz privilegiada es algo que salta a la vista, bueno al oído en este caso, pero la capacidad de emocionar y hacer vibrar al público es algo que va más allá del “cantar bien”, y Anni tiene ese “algo”.
Prosiguieron con “Beginner”, el corte que abre su último disco de estudio Chasing illusions (Subterfuge Records, 2015), seguido de “Dare to love”, que en esta versión acústica adquirió una nueva dimensión diferente a la del disco. A pesar de que las canciones del último trabajo estaban adquiriendo muy buena acogida por parte del respetable, la malagueña y su acompañante optaron por sacar artillería pesada e interpretar dos de sus temas más conocidos “Catastrophe of love” y “Getting older”.
El público estaba totalmente encandilado por el espectáculo, atendiendo en silencio durante los temas y deshaciéndose en palmas y halagos al finalizar cada canción. Anni no estaba especialmente habladora, pero tras “Getting older” quiso anunciar una novedad, porque ya que se trataba de una cita especial para ella, quería hacer alguna innovación, tener un guiño con los presentes, y por ello habían preparado un set de 4 canciones a guitarra acúsitca y una especie de teclado “Si es que a eso se le puede llamar teclado” apostillaban, pues era más un casiotone ochentero. Pidieron comprensión y paciencia “Y abajo los móviles” por si el experimento no funcionaba. Pero nada más lejos de la realidad. El primero de los temas en sonar de este modo fue “At home” y tenemos que decir que el sonido del casiotone (si es que era un casiotone) tenía un velo de sonido ochentero, casi artesano, que impregnaba a la canción de un aire de éxito de antaño y de algo delicado y cercano a la vez. No sabemos bien como describirlo con palabras, pero nos encantó.
El siguiente tema en este set fue “Motorway” -el tema preferido de nuestra amiga Patricia- que volvió a ser un éxito. A pesar de la buena acogida parecía que Anni no estuviera segura del todo “¿Cómo suena? ¿Se escucha bien? Si no, puedo volver a coger la guitarra” -que parecía ser lo que ella quería, por encontrarse más cómoda- pero el público dejo claro que sonaba bien y que seguían queriendo escuchar “los experimentos” que quedaban. Estos no fueron otros que “Drive”, un tema del último disco “que habla de ir al sur, coger la guitarra, …” (hincapié de la malagueña, en lo de coger la guitarra) y “Chasing illusions”, que da título al último álbum y sirvió de broche de oro para cerrar el set con el casiotone.
Con la guitarra acústica de nuevo entre sus manos, Anni anunció una de sus canciones preferidas del último disco “Pero no por ello estoy menos nerviosa, solo es un dato” y entonces se lanzó con “Onyx stars”. Posteriormente, recuperaron una canción del primero disco que hacía mucho que no tocaban “Again”, para después lanzarse con la versión de “Religión” de Lori Meyers incluida en su EP Ridiculous Games (Subterfuge, 2013).
Terminado el tema y para sorpresa de muchos, anunciaron el comienzo de los bises sin salir del escenario por lo complicado de salir y volver a entrar con el lío de cables “Cerrad los ojos. No lo habéis hecho ninguno, yo tampoco lo haría, pero imaginad que hemos salido y vuelto a entrar”. Con Javier Doria a la acústica y ella a la voz interpretaron otra versión que ya popularizara en su disco debut “Take on me” de A-ha. Por último, Javier devolvió la acústica a Anni y abandonó el escenario despidiéndose del público y dejando a Anni sola para interpretar el último tema “Locked in verses”, que puso el broche de oro a una actuación que, si bien se nos hizo corta -duró una hora justita- nos dejó la piel de gallina en más de una ocasión y no por el fresco precisamente (íbamos preparados con una chaquetilla por sí refrescaba).
Era la primera vez que veíamos a Anni B Sweet en acústico -las veces anteriores fue en eléctrico con banda- y si en eléctrico nos había conquistado su energía, en acústico -que es nuestra debilidad- nos conquistó su delicadeza y su forma de tocarnos la fibra, llegando a todos los rincones de nuestro ser con cada tema. Visto el buen hacer de la malagueña sobre las tablas en ambos formatos, no entendemos que ninguno de ellos encaje lo suficiente en un circuito festivalero, que parece haberse olvidado de ella, excepto algunos como el Contempopránea o el FIB. No perdemos la esperanza de que las confirmaciones de festivales que aún quedan por llegar nos den la grata sorpresa de permitir que la volvamos a ver este verano.
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