Tenía 6 años cuando vi mi primer concierto. Corría el año ’89 y nuestras madres decidieron llevarnos a una amiga y a mí a ver a Mecano, que hacía parada en Alcalá en medio de la gira de Descanso Dominical. Recuerdo que mi yo canijo intentaba repetir lo que la gente cantaba a su alrededor -generando por el camino estribillos inventados- y alucinaba viendo cómo Nacho Cano tocaba el teclado con una mano mientras con la otra sujetaba un plástico que le protegía de la lluvia. El flipe me duró semanas.
Aquel fue el primero de lo que hoy son ya varios cientos de conciertos y festivales, la mayoría a lo largo de los últimos quince años de intenso turismo musical. Ha habido salas de todos los tamaños; teatros, pabellones y otros grandes recintos y casi cualquier tipo de local imaginable por muchos rincones de la geografía española y, a veces, también de fuera. Pero por muchos buenos momentos que la música nos haya dado, por muchas veces que hayamos cantado, saltado, reído e incluso llorado, lo mejor de estos años no ha sido la música como tal, sino las personas que gracias a ella hemos ido conociendo y que, en menor o mayor medida, hoy forman parte de nuestras vidas.
Eso es precisamente lo que el pasado 22 de febrero nos llevó a Baeza. Porque para nuestra amiga Soleá lo que iba a pasar en su tierra no era un concierto más; después de años intentando que la cordobesa hiciese parada cerca de «sus dominios», el reto rozaba ya la categoría de sueño musical. Y nosotros no podíamos no compartirlo con ella.
Así que la parada de la gira acústica de La Reina Pez en el Café Teatro Central convertía Baeza en sede oficial de la primera de las cumbres erizas de este 2019 y confesaremos que, por un buen puñado de razones, a todos nos hacía especial ilusión.
Como los viernes siguen siendo días laborables, llegamos a tierras jiennenses con la hora algo más pegada de lo que nos habría gustado, pero al menos con el tiempo necesario para una caña previa y para flipar con el cartel de la gira a tamaño casi erizo en la puerta del local -si nos seguís en redes, sabréis que para nosotros no era un cartel más-.
Aunque se anunciaba puntualidad, hubo algunos minutos de cortesía y para cuando Kike, Laura y Mercedes aparecieron en escena, el reloj ya pasaba algunos minutos de las anunciadas 21.30. En una gira que Vega ha planteado como un repaso a sus casi 16 años de carrera, no podría haber mejor arranque que la canción con la que allá por 2003 comenzó oficialmente todo. “Grita”, que quizá entonces podía parecer una declaración de intenciones algo ingenua, ha demostrado ser con el paso de los años el mejor reflejo de cómo Vega entiende su profesión y de ese respeto que, por méritos propios, es profundo e indudablemente bidireccional.
El público, aunque algo tímido en esos primeros compases, ya cantaba y dejaba claro que, aunque hay quienes se han ido sumando con los años, muchos ya estaban allí entonces.
Del inicio de todo, saltábamos al presente más cercano, con la canción que apenas días después se iba a convertir en el nuevo single oficial de La Reina Pez. Una “¿Dónde estabas tú?” de la que Vega contaba que surgió el día que descubrió que no le quedaba más empatía hacia los seres humanos y hacia un mundo que, decía, cada vez le cuesta más entender.
Como la gira está planteada como un recorrido por las canciones que Vega entiende como fundamentales en su carrera, el esquema a seguir iba a ser muy similar al de citas anteriores, al menos en los primeros compases. Así, “¡Qué no te pese!” y “Wolverines” servían para hacer parada en un pasado relativamente cercano y recordar colaboraciones como las de Carla Morrison y Raphael, mientras que “Cuánta decepción” nos llevaba algo más atrás en el tiempo, hasta un momento en el que “mi discográfica me dio dinero para hacer el disco que me diese la gana… Y nunca más,” contaría la cordobesa entre risas.
A medida que pasaban los minutos, el ambiente se iba haciendo cada vez más distendido y Vega, que había avisado que al principio de los conciertos suele parecer más seca, iba desgranando anécdotas y curiosidades y provocando más de una risa cuando contaba, divertida, cómo a veces sus canciones van cargadas con «algo de mala leche». “Me compadezco de ti”, con la que entrábamos casi en el ecuador del concierto, se convertía en uno de los mejores ejemplos.
La vuelta al trabajo más reciente, con «Después de ti», le daba pie para hablar de cómo una de las cosas más bonitas de la música es que la gente haga suyas las canciones y dé interpretaciones a los textos que no siempre se corresponden con las que los originaron.
La playa de «Santa Cristina», con dedicatoria especial para su marido, nos transportó por unos momentos a Galicia, antes de que la intensidad de «Réquiem» volviese a brindar uno de los momentos más intensos. Y es que la cordobesa siente debilidad por el tema y eso es algo que se nota.
Casi sin darnos cuenta habíamos pasado ya el ecuador del concierto y, aunque no lo sabíamos aún, se acercaban los minutos más especiales de la noche. Así, tras «A tientas» -«una de esas canciones que el público rescata de los discos»- y una «Treinta y tantos» entre muchas risas y comentarios a costa del cambio de década de Vega -que esa misma semana había celebrado los 40-, llegó la única concesión de la noche, el único tema prestado.
La emotividad empezó a escalar rápidamente según la cordobesa iba explicando por qué era importante para ella la canción que estaba a punto de sonar y la banda responsable de ella. «No os lo toméis como una osadía,» diría al acabar. «Es un homenaje. Porque soy fan… Muy fan». Podríamos intentar explicar el momento, las emociones en una sala llena, con varios de los homenajeados camuflados entre el resto de la gente, y cómo a más de uno se nos pusieron los pelos de punta al escuchar cómo, al borde de las lágrimas, se le rompía la voz en la primera estrofa. Pero seguramente no le haríamos justicia, porque el sentimiento de Vega mientras nos regalaba a todos su versión de «Supersubmarina» y lo que se transmitía a cada centímetro de la sala sólo puede sentirse.
Con «La Reina Pez» fuimos recuperándonos todos entre salves y brazadas, y aceptando -aunque algo a regañadientes- que la cosa iba tocando a su fin.
Tras la habitual declaración de intenciones de no hacer bises, se coló un inesperado cambio de guión en forma de petición. «¿Quieres que te cuente por qué no canto «Mejor mañana»?,» respondía Vega a la petición que llegaba desde las primeras filas. Tras apenas un par de segundos, ella misma contestaba – «No, quieres que cante «Mejor mañana»-y ofrecía un compromiso en forma de fragmento cantado a capella -«Me voy a marcar un Bustamante»-.
No fue la única petición que consiguió colarse y otra voz desde el público sirvió para animar a Vega a lanzarse con «Mi habitación».
Ya si que no daba para más la noche, y mientras desde el respetable se intuía alguna otra petición, Vega anunció que llegaba el turno de «Sally» y, con ella, del adiós. Al menos el musical, porque fiel a su tradición, recordó a los presentes que tras saludar a amigos y echar un pitillo -«lo estoy dejando»-, estaría a disposición de todo el que se quisiese acercar a saludar.
Nuestro fin de semana de cumbre no acabó entonces, pero, como no podía ser de otra forma, muchos de sus mejores momentos surgieron de ahí. De ese ratito de viernes, con Sole como una chiquilla, flipando cuando Vega desenfundó su Hummingbird; del subidón del que Julio no podía bajar -qué maravilla de sala, que lujo de trato-; de la emoción de Vega poniendo el alma sobre las tablas para homenajear, en su casa, a sus amigos. De reencontrarnos, según pasan los años, los kilómetros y, en general, la vida con todas esas personas que la música puso un día en nuestro camino y sin las que muchas cosas -demasiadas- no tendrían sentido.
Álbum de fotos
Vega (Café Teatro Central, Baeza – 22.02.2019)
01. Grita
02. ¿Dónde estabas tú?
03. ¡Qué no te pese!
04. Wolverines
05. Cuánta decepción
06. Puede ser
07. Me compadezco de ti
08. Después de ti
09. Santa Cristina
10. Réquiem
11. A tientas
12. Treinta y tantos
13. Supersubmarina
14. La Reina Pez
15. Mejor mañana (fragmento)
16. Mi habitación
17. Sally
Pingback: Historia de una trilogía acústica (Vega, Café Berlín – 09.03.2019) | El Erizo Albino
Pingback: La emoción de Vega conquista la fortaleza alicantina (Live The Roof Alicante, 05.08.2022) | El Erizo Albino