A veces tengo la sensación de no ser capaz de seguir el ritmo al que se mueven mis días y cuando me quiero dar cuenta han pasado las semanas y se me han quedado demasiadas cosas en el tintero.
Hoy, con una taza de café y un sol muy primaveral entrando por la ventana, he decidido que, aunque haya pasado ya un mes, esto era algo que no quería que se me quedase sin contar. Así que, treinta y dos días después, por fin me paro a escribir lo que dio de sí la tarde del pasado 7 de marzo.
Era de partida un día especial para nosotros, por muchas razones. De todas, seguramente sólo una relevante para este texto. Y es que, fiel a sus tradiciones, Vega volvía al foro de la Fnac de Callao, con un nuevo disco bajo el brazo y su inseparable banda, para mostrar en vivo y en directo lo que llevábamos cuatro o cinco días disfrutando en bucle en nuestros tocadiscos.
Una vez más, como cada vez que la cordobesa vuelve a ese rincón madrileño, a las puertas de la Fnac se iba formando ya a primera hora de la tarde una cola considerable que a las 19:00 serviría para volver a desbordar el foro. El plan en esta ocasión era algo diferente; no sólo porque Mercedes se presentaba por primera vez sin canciones propias, sino porque la dinámica del evento tampoco iba a ser la habitual.
Para empezar, la tarde iba a tener a José Manuel Sebastián (Radio 3, Hoy empieza todo) como maestro de ceremonias, quien, de una forma muy amena, nos iba a guiar a todos no sólo por la intrahistoria de Non ho l’età, sino también por la época dorada de la canción italiana y algunos de sus secretos.
Era precisamente él quien, poco después de la hora señalada, abría el evento e invitaba a Vega y sus tres inseparables chicos (Kike Fuentes -guitarra-, Arturo Ruiz -bajo- y César Uña -batería) a unirse al respetable. Desde el primer momento el buen rollo sobre el escenario era palpable y quedaba claro que las canciones y las anécdotas iban a fluir de una forma muy natural.
Con los aires napolitanos de una de las canciones más desenfadadas del disco, “Tu vuò fà l’americano”, arrancaba la parte más musical de la cita y daba pie, acto seguido, a que José Manuel y Vega charlasen sobre el porqué de Non ho l’età. La cordobesa ha repetido en cada entrevista que este disco es un homenaje a la música con la que creció, esa que se escuchaba en su casa cuando era pequeña y que confesaremos que también acompañó muchos minutos de nuestra infancia -sobre todo en el coche, como banda sonora de decenas de viajes familiares-. Esta vez iba un poco más allá y destacaba cómo la esencia del POP, en mayúsculas, estaba ahí, en esas canciones italianas de la década de los 50 y los 60, y no en los Beatles y esa colección de bandas anglosajonas que suelen ser referencia automática cuando se piensa en el género musical más universal. Entre esas grandes joyas, la charla derivaba en la grandeza de Mina y servía para dar paso a la segunda canción de la tarde, “Città vuota”.
A medida que José Manuel y Vega se sumergían en la charla, iban fluyendo las anécdotas y, aunque resultaba inevitable que saliese el nombre de Elvis Costello y que Vega volviese a contar, con una mezcla de pudor y orgullo, cómo surgió la colaboración con el londinense y lo clave que fue su productor, Sebastian Krys, fue al hablar de ‘Nel blu dipinto di blu (Volare)’ cuando llegó uno de los momentos más emotivos. Contaba entonces Vega, inevitablemente emocionada, como Pete Thomas, batería en la grabación de Non ho l’età, le había pedido la versión que acababan de grabar de la canción para que sonase en el funeral de su padre.
Tras “Dio come ti amo” -sin Costello y precedida por la confesión de Vega de que ambos sufrieron un poco grabando en el estudio porque estaba en un tono algo alto- Sebastián aprovechaba para recordar a uno de los italianos más gamberros. “Ah, Celentano,” reconocía enseguida Vega. No tan gamberra, pero sin duda muy divertida era la anécdota detrás de su versión de “Azzurro” y ese CPLD que la acompaña en los créditos del álbum. Y es que a veces pasa que cuando uno tiene todo prácticamente listo, de repente se enciende una luz que hace que caiga en ese detalle que falta para que algo sea realmente redondo. Eso es lo que le pasó a ella cuando cayó en la cuenta de que lo que a su “Azzurro” le faltaba era un gran coro y lo que hizo que ella y sus amigos terminasen un domingo al filo de la medianoche grabando, entre risas y llantos de bebé. Y eso, que es la esencia de las ‘Canciones Pa Los Domingos’ que ya se ha convertido en tradición en el estudio casero de la cordobesa, es lo que ella y los miembros de ese CPLD -protegidos por la multitud en el fondo de la sala- intentaron reproducir en la versión en directo de “Azzurro”.
Habíamos enfilado ya el tramo final de la tarde, y tras repasar cómo se habían elegido los temas del disco, de entre una selección inicial de más de cuarenta canciones y descartes como “una versión hardcore de la Bambola”, llegaba el momento de ofrecer la palabra al respetable. Aunque confesaremos que somos bastante vergonzosos, en esta ocasión no quisimos perder la oportunidad de hacer una de esas preguntas que nos guardábamos para la cordobesa. Así que cuando Sebastián abrió el turno de preguntas, levantamos la mano antes de que nuestra vergüenza nos hiciese arrepentirnos. Y con nuestra pregunta, sobre ese momento que pudo haber significado el último de Vega sobre un escenario y su decisión de parar, descubrimos la importancia de Subterfuge para que aquello, que pudo haber sido un punto y final, se quedase afortunadamente sólo en el final de un capítulo más. “Sin Subterfuge seguramente no habría existido Non ho l’età,” confesaba Vega.
Con una última pregunta y la revelación de un pequeño detalle de lo que está por venir –“No debería decirlo pero… La Reina Pez es una evolución de lo que es ‘¡Grita!’ para alguien con treinta años”- , llegaba la despedida y lo hacía, según contaba la propia Vega, de la única forma posible: con “Il mondo”, porque “cuando canto ‘con la gioia e col dolore della gente come me’ lo canto pensando en vosotros”.
Y así, con la segunda de las canciones de Domenico Modugno que se han colado en Non ho l’età, Vega ponía fin a la parte principal de la tarde. Aunque a ella aún le quedaban unos cuantos minutos allí, sobre ese escenario, con ‘su gente’; tantos como fuesen necesarios para cumplir con otra de esas tradiciones que, por más que pasen los años y aumenten su público y los aforos que llenan, parece inquebrantable: las firmas, las fotos y las charlas, para que nadie se marche sin compartir ese par de minutos de tú a tú con ella. Ese par de minutos que, una vez más, cierran otra tarde de anécdotas, canciones y esa honestidad que hacen que Vega siga siendo Vega, esa artista a la que ni podemos ni queremos dejar de seguirle la pista.
Vega – Presentación Non ho l’età (Madrid, Fnac Callao – 07.03.2017)
- Tu vuò fà l’americano
- Città vuotta
- Dio come ti amo
- Azzurro
- Il mondo
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